Descanso veraniego

Un año más, durante el periodo de julio y agosto, no se enviará la oración del militante.

Muchas gracias por la acogida. Esperamos poder reencontrarnos más adelante.

Un saludo en el Señor.

30/6/2011, Jueves de la XIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (22,1-19)

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán llamándole: «¡Abrahán!» Él respondió: «Aquí me tienes.» Dios le dijo: «Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.» Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios. El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: «Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros.» Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a Abrahán, su padre: «Padre.» Él respondió: «Aquí estoy, hijo mío.» El muchacho dijo: «Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?» Abrahán contestó: «Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.» Y siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: «¡Abrahán, Abrahán!» Él contestó: «Aquí me tienes.» El ángel le ordenó: «No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.» Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en una maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abrahán llamó a aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy «El monte del Señor ve.» El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: «Juro por mí mismo –oráculo del Señor–: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.» Abrahán volvió a sus criados, y juntos se pusieron en camino hacia Berseba. Abrahán se quedó a vivir en Berseba.

Salmo responsorial (Sal 114, 1-2.3-4.5-6.8-9)
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco. R.

Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia. Invoqué el nombre del Señor: «Señor, salva mi vida.» R.

El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos: estando yo sin fuerzas, me salvó. R.

Arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,1-8)

En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados.» Algunos de los escribas se dijeron: «Éste blasfema.» Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados están perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados –dijo dirigiéndose al paralítico–: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa.» Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

30 junio 2011, jueves de la XIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

En esta ocasión nuestra reflexión va a girar en torno a la primera lectura, la lectura del libro del Génesis. Y es que es de un dramatismo impresionante. En ella se nos narra de manera pormenorizada el patetismo del sacrificio de Isaac. A primera vista puede parecernos que esta lectura nos ofrece la cara más dura, exigente y, casi me atrevería decir, despiadada, de Dios: En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán (…) «Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio...» Isaac era el hijo prometido por Dios a Abrahán, el hijo de la promesa. Y ahora Dios, después de habérselo prometido, se lo pide en sacrificio. Parece como si Dios jugase cruelmente con el corazón del pobre anciano. El autor sagrado no podía haber escrito el relato de manera más refinada. Se nos cuenta con todo detalle y parsimonia los pasos dados por el mismo Abrahán para sacrificar a su hijo amado, dejando traslucir el sufrimiento en el lento paso del tiempo hacia el momento del sacrificio: «Abrahán madrugó, aparejó el asno (…) cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios. El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos» El momento de máximo patetismo llega cuando, caminando los dos solos, el muchacho dijo: «Padre…Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?» Y Abrahán contesta: «Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.»Y siguieron caminando juntos. El desenlace del drama llega a su fin cuando, en el último momento, el ángel del Señor detiene a Abrahán y exclama: «Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.» Temer a Dios aquí habría que entenderlo en el sentido de confiar y esperar en Dios, no en el de temerle. Pero uno se plantea: Dios puso a prueba a Abrahán pero ¿era necesario semejante prueba? Los entendidos dicen que este relato es el anuncio de lo que luego sería el sacrificio de Cristo, el Hijo de Dios, a manos de los judíos. En este último caso no hubo ángel salvador, y el sacrificio se consumó. Pero dejando aparte este tema ¿qué quería Dios para Abrahán con semejante prueba? Pienso que lo que pretendía era dilatar el corazón del venerable patriarca hasta límites insospechados. No es que Abrahán tuviera que demostrarle a Dios su fidelidad. Esta había quedado demostrada a lo largo de su larga vida. De hecho, Dios le había bendecido, era el patriarca del pueblo elegido. Nos cuenta el libro del Génesis que era muy rico en ganado, plata y oro, y que sus posesiones eran inmensas. Pero Dios sabía que Abrahán podía mucho más, que estaba llamado a una plenitud aún mayor por el desasimiento más absoluto. Y entonces es cuando le pone a prueba. Pero le pone a prueba con infinito cariño, como el maestro que somete al discípulo al entrenamiento más duro sabiendo lo que puede dar de sí. Porque Dios aprieta, pero no ahoga. Y el Señor multiplicó a sus descendientes mucho más de lo que Abrahán nunca pudo soñar: como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Que el relato de Abrahán nos sirva a nosotros de ejemplo para no tener miedo a lo que Dios nos pueda pedir, por muy doloroso que pueda parecer.

29/6/2011, San Pedro y San Pablo

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12, 1-11)

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando de su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenla intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua, Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: -«Date prisa, levántate.» Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: -«Ponte el cinturón y las sandalias.» Obedeció, y el ángel le dijo: -«Échate el manto y sígueme.» Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: -«Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos».

Salmo responsorial (Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9)
R. El Señor me libró de todas mis ansias.

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. R.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4, 6-8. 17-18)

Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16, 13-19)

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Ellas, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».

29 junio 2011, San Pedro y San Pablo – Puntos de oración

Hoy nuestra oración se centra en la figura de los Santos Apóstoles, Pedro y Pablo, modelos en el seguimiento de Jesús para todos nosotros y primeras columnas de la Iglesia universal. Unas palabras del Papa Pablo VI nos describen a estas grandes figuras de nuestra fe:
Pedro y Pablo fueron los primeros maestros de la fe, y con las fatigas y sufrimientos de su apostolado nos dieron su primera expansión, su primera formulación, su primera autenticidad; y para que no quedase duda sobre la certeza de su nueva, maravillosa y exigente enseñanza, a ejemplo del Maestro y con Él, seguros de una victoria final, sellaron con la sangre su testimonio”.
¿Qué podemos pedirles a estos santos para nuestra vida?
A San Pedro, hemos de pedirle la firmeza de la fe. A él debemos esta exhortación: “Sed fuertes en la fe” (1Pe 5,9). Su nombre, puesto por Jesús, significa “piedra” y es que el Señor ha dado a Pedro la fortaleza de la roca para confesar la fe y para confirmar así a sus hermanos. Esta capacidad la ha dado a sus sucesores, los papas, para conservar la fe y anunciarla a través de los tiempos con verdad y seguridad. Por eso hoy hemos de pedir por el Papa, a fin de que el Señor le fortalezca en el cumplimiento de su misión. Cuando Benedicto XVI se dirigió a los jóvenes en Polonia y les explicó qué significaba construir la casa de la propia vida sobre roca, les dijo lo siguiente:
“No tengáis miedo de construir vuestra vida en la Iglesia y con la Iglesia. Sentíos orgullosos del amor a Pedro y a la Iglesia a él encomendada. No os dejéis engañar por quienes quieren contraponer a Cristo y a la Iglesia. Sólo hay una roca sobre la cual vale la pena construir la casa. Esta roca es Cristo. Sólo hay una piedra sobre la cual vale la pena apoyarlo todo. Esta piedra es aquel a quien Cristo dijo: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia".
Y si a San Pedro le pedimos la firmeza de la fe, ¿qué le pediremos a San Pablo? Su audacia apostólica para anunciar el evangelio: “El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles”. Para ello es necesario un amor muy fuerte a Cristo que se contagie a todos, pues a San Pablo le urgía el amor de Cristo a entregarse como Él se entregó por todos.
San Pedro y San Pablo descubrieron el amor infinito de Dios en Jesucristo, su Hijo hecho hombre, muerto en la cruz y resucitado por nosotros, siempre vivo en su Iglesia. Comprobaron en su vida la misericordia sin límites de Cristo que les condujo pacientemente a la conversión y a dar su vida por la Iglesia. Dejémonos como ellos cautivar por el amor inmenso del Corazón de Jesús.
Te invito a escuchar el testimonio de Abelardo contando en unos ejercicios a militantes una gracia que recibió al poco de su conversión y que le marcó para siempre. Tres minutos para narrar la misericordia del Buen Pastor de nuestras vidas.

28/6/2011, martes de la XIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis 19, 15-29

En aquellos días, los ángeles urgieron a Lot: -«Anda, toma a tu mujer y a esas dos hijas tuyas, para que no perezcan por culpa de Sodoma.» Y, como no se decidía, los agarraron de la mano, a él, a su mujer y a las dos hijas, a quienes el Señor perdonaba; los sacaron y los guiaron fuera de la ciudad. Una vez fuera, le dijeron: -«Ponte a salvo; no mires atrás. No te detengas en la vega; ponte a salvo en los montes, para no perecer.» Lot les respondió: -«No. Vuestro siervo goza de vuestro favor, pues me habéis salvado la vida, tratándome con gran misericordia; yo no puedo ponerme a salvo en los montes, el desastre me alcanzará y moriré. Mira, ahí cerca hay una ciudad pequeña donde puedo refugiarme y escapar del peligro. Como la ciudad es pequeña, salvaré allí la vida.» Le contestó: -«Accedo a lo que pides: no arrasaré esa ciudad que dices. Aprisa, ponte a salvo allí, pues no puedo hacer nada hasta que llegues.» Por eso la ciudad se llama La Pequeña. Cuando Lot llegó a La Pequeña, salía el sol. El Señor, desde el cielo, hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. Arrasó aquellas ciudades y toda la vega con los habitantes de las ciudades y la hierba del campo. La mujer de Lot miró atrás y se convirtió en estatua de sal. Abrahán madrugó y se dirigió al sitio donde había estado con el Señor. Miró en dirección de Sodoma y Gomorra, toda la extensión de la vega, y vio humo que subía del suelo, como el humo de un horno. Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la vega, arrasando las ciudades donde había vivido Lot, se acordó de Abrahán y libró a Lot de la catástrofe.

Salmo responsorial (Sal 25, 2-3. 9-10. 11-12)
R. Tengo ante los ojos, Señor, tu bondad.

Escrútame, Señor, ponme a prueba, sondea mis entrañas y mi corazón,
porque tengo ante los ojos tu bondad, y camino en tu verdad. R.

No arrebates mi alma con los pecadores, ni mi vida con los sanguinarios,
que en su izquierda llevan infamias, y su derecha está llena de sobornos. R.

Yo, en cambio, camino en la integridad; sálvame, ten misericordia de mí.
Mi pie se mantiene en el camino llano; en la asamblea bendeciré al Señor. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8, 23-27)

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: -«¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!» Él les dijo: -«¡Cobardes! ¡Qué poca fe!» Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma. Ellos se preguntaban admirados: -«¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»

28 junio 2011, martes de la XIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

¡Oh, Señor, que no mire yo hacia atrás por curiosidad! ¡Que mire siempre adelante que es donde está tu promesa! ¡Que ponga los ojos solo en tu bondad, puesto que la tengo delante de mi cara todos los días! ¡Cuántas bondades y bendiciones recibo de ti cada día! ¡Que no me pierda, Señor, ni una!

Sí, para empezar este día la oración podríamos comenzar con estas exclamaciones orantes. La mujer de Lot se equivocó al mirar atrás, por dos cosas: por mirar y por desobedecer. En cambio, el salmista sí que sabía: Tengo ante los ojos, Señor, tu bondad. Los hay, sin embargo, que aunque la tienen delante de los ojos no la ven. Se pegan con una farola y no la han visto. Tienen la bondad de Dios a diario en mil detalles de cariño y de atención y no los ven, creen que es la casualidad o la fortuna. ¡Qué triste, vivir así! Los cristianos tenemos que rezar para que no nos perdamos ni una sola de estas bendiciones diarias, porque de unos ojos bendecidos crece un corazón agradecido.

Y hablando de ver, ¿os imagináis los ojos de los apóstoles viendo a Jesús calmar la tempestad? Hay que reconocer que bendiciones de estas no se ven a menudo, pero casi mejor, porque si a los apóstoles viendo esto les costó creer, casi mejor creer sin ver y quedarnos con el mérito de solo ver las bendiciones rutinarias. Pero no me digáis que no es un milagro impresionante. Dios va manifestando, poco a poco, a sus apóstoles quién es él: tiene poder sobre el agua y la convierte en vino, tiene poder sobre las enfermedades y las cura, tiene poder sobre la naturaleza y para los vientos, tiene dominio sobre la muerte de los demás y los resucita…, tiene poder sobre su propia muerte y resucita…

Jesús va siguiendo una pedagogía perfecta. Pero ni así, llegó el momento de su muerte y pensaron que todo había acabado. Llegó el momento de su resurrección y hasta que no lo vieron uno a uno no lo creyeron. No me extraña que al Señor de vez en cuando se le escapara alguna increpación a estos hombres tozudos. Aquí los llama cobardes. No era un insulto, claro, se trataba de despertar pedagógicamente su mente y animar su corazón asustado.

Supongo que en el momento del milagro -a mí me pasaría-, los apóstoles se quedarían de piedra. Sus ojos habían visto una de las bondades de Dios. Sería bueno que nosotros nos quedáramos un rato con los ojos cerrados “mirando” ese momento… Recobraríamos, como los apóstoles, la fortaleza que perdida y aprenderíamos a confiar un poco más.

Podemos acabar rezando otras exclamaciones: ¡Que tus milagros, Señor, me ayuden a creer más y a no dudar! ¿Quién soy yo para preguntar por qué haces un milagro u otro? ¿Quién soy yo para quejarme de que yo no he recibido ninguno –cosa que por otra parte es mentira? ¿Quién soy yo para pedir que los hagas…? Pues soy un hombre asustado, que aunque veo cada día tus milagros, Señor, necesito que aumentes mi fe. Soy un hombre que azotado por los vientos y las olas quiere seguir en tu barca, porque sé que en ella no podemos zozobrar. ¡Dame, Señor, temple de pescador! La pesca es tuya, calma las tempestades para que podamos recoger los pescados.

27/6/2011, Lunes de la XIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (18, 16-33)

Cuando los hombres se levantaron de junto a la encina de Mambré, miraron hacia Sodoma; Abrahán los acompañaba para despedirlos. El Señor pensó: -«¿Puedo ocultarle a Abrahán lo que pienso hacer? Abrahán se convertirá en un pueblo grande y numeroso, con su nombre se bendecirán todos los pueblos de la tierra; lo he escogido para que instruya a sus hijos, su casa y sucesores, a mantenerse en el camino del Señor, haciendo justicia y derecho; y así cumplirá el Señor a Abrahán lo que te ha prometido.» El Señor dijo: -«La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es grave; voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré.» Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán. Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios: -«¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?» El Señor contestó: -«Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos.» Abrahán respondió: -«Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?» Respondió el Señor: -«No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco.» Abrahán insistió: -«Quizá no se encuentren más que cuarenta.» Le respondió: -«En atención a los cuarenta, no lo haré.» Abrahán siguió: -«Que no se enfade mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?» Él respondió: -«No lo haré, si encuentro allí treinta.» Insistió Abrahán: -«Me he atrevido a hablar a mi Señor. ¿Y si se encuentran sólo veinte? » Respondió el Señor: -«En atención a los veinte, no la destruiré.» Abrahán continuó: -«Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez? » Contestó el Señor: -«En atención a los diez, no la destruiré.» Cuando terminó de hablar con Abrahán, el Señor se fue; y Abrahán volvió a su puesto.

Salmo responsorial (Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 10-11)
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

El perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. R.

No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8, 18-22)

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo: -«Maestro, te seguiré adonde vayas.» Jesús le respondió: -«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.» Otro, que era discípulo, le dijo: -«Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.» Jesús le replicó: -«Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.»

27 junio 2011, lunes de la XIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Oración inicial (en unión con toda la Cruzada – Milicia de Santa María).

"Que todas mis intenciones, acciones y operaciones, sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de Su Divina Majestad”.

Situándonos.

La primera lectura de hoy escandaliza. Dios, habiendo tomado una posición contra el grave pecado de Sodoma y Gomorra, da una última oportunidad a estos pueblos, dejándose interpelar por Abrahán. ¿Es posible mantener un tú a Tú con Dios de esta manera? Ciertamente Abrahán demostró un profundo respeto hacia el Señor con el que estaba hablando, pero ¿cómo se atrevió a regatear de una manera así a Dios? Y lo que es más sorprendente: ¿cómo Dios se dejó regatear? ¡Dios perdió el tú a Tú que le peleó Abrahán!

Ciertamente intuimos que esta situación es demasiado sorprendente como para pasar sobre ella sin detenernos. ¿No habrá aquí una verdad de fe desconcertante? ¿No se estará descubriendo el verdadero rostro de Dios? ¿No está retratado Dios, y también el hombre, en este diálogo agónico? ¿No será un mapa para que yo conozca el Sagrado Corazón de Cristo?

Orando. Dejemos hablar al Papa. Palabras que resuenan en el corazón que mira a Cristo Eucaristía:

Este actuar de Dios adquiere ahora su forma dramática, puesto que, en Jesucristo, el propio Dios va tras la «oveja perdida», la humanidad doliente y extraviada. Cuando Jesús habla en sus parábolas del pastor que va tras la oveja descarriada, de la mujer que busca el dracma, del padre que sale al encuentro del hijo pródigo y lo abraza, no se trata sólo de meras palabras, sino que es la explicación de su propio ser y actuar. En su muerte en la cruz se realiza ese ponerse Dios contra sí mismo, al entregarse para dar nueva vida al hombre y salvarlo: esto es amor en su forma más radical. Poner la mirada en el costado traspasado de Cristo, del que habla Juan (cf. 19, 37), ayuda a comprender lo que ha sido el punto de partida de esta Carta encíclica: «Dios es amor» (1 Jn 4, 8). Es allí, en la cruz, donde puede contemplarse esta verdad. Y a partir de allí se debe definir ahora qué es el amor. Y, desde esa mirada, el cristiano encuentra la orientación de su vivir y de su amar. [Benedicto XVI, Deus Caritas est 12]

¿Puede permanecer un cristiano al margen de la frialdad con que el mundo vive la muerte de Cristo en la Cruz? ¿Cuándo ha sido la última vez que luché con Dios, por la salvación de un alma? ¿Cuándo hice una renuncia, un sacrificio, como ofrenda a Dios por un alma? Viendo a Dios puesto contra sí mismo, clavado en la Cruz, para dar una nueva vida al hombre y salvarlo, amándolo de la manera más radical, ¿qué orientación de mi vivir y amor recibo de Dios hoy? ¿Cuánto tiempo llevo siendo sordo a esta llamada de verdadera conversión? Y no nos engañemos, pues este arranque interior a cambiar de vida no es un pío deseo personal que nace del hombre devoto, sino que es una llamada fuerte y clara que parte de Dios, a personas concretas a ser de sus íntimos, a compartir sus sufrimientos, a velar por la salvación de la entera humanidad. ¿Y si se encuentran diez?

El relato de hoy, concluye de esta forma: “Cuando terminó de hablar con Abrahán, el Señor se fue, y Abrahán volvió a su puesto”. Esto se nos pide a nosotros hoy: después de este momento de ESTAR junto a Dios, de asombro por su fidelidad para con el hombre, debemos volver a “nuestro puesto”, en medio del mundo, pero transformados por un Amor incondicional, transparentando la presencia de Alguien, remitiendo a Él. Pidamos a la Virgen, como Madre Buena que es, nos alcance la gracia de la conversión, el encuentro personal con Dios, haciéndonos huir del activismo o de la pasividad, “cogiéndonos” el corazón, y lanzándonos a un apostolado audaz, acorde a la necesidad que el mundo tiene de Dios. En definitiva, Madre, alcánzanos vivir la campaña de la Visitación en este verano, invierno para las almas…

Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don. Es cierto —como nos dice el Señor— que el hombre puede convertirse en fuente de la que manan ríos de agua viva (cf. Jn 7, 37-38). No obstante, para llegar a ser una fuente así, él mismo ha de beber siempre de nuevo de la primera y originaria fuente que es Jesucristo, de cuyo corazón traspasado brota el amor de Dios (cf. Jn 19, 34). [Benedicto XVI, Deus Caritas est 7].

26/6/2011, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

Lectura del libro del Deuteronomio (8, 2-3. l4b-l6a)

Moisés habló al pueblo, diciendo: -«Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto; para afligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intenciones: si guardas sus preceptos o no. Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no sólo vive el hombre de pan, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. No te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres.»

Salmo responsorial (Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20)
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.

Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. R.

Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10, 16-17)

Hermanos: El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.

Lectura del santo evangelio según san Juan (6, 51-58)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: -«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.» Disputaban los judíos entre sí: -«¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: -«Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

26 junio 2011, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo – Puntos de oración

Vamos a realizar un homenaje a nuestro querido Papa y ya Beato Juan Pablo II, sirviéndonos de una homilía suya, en esta fiesta litúrgica, en que se desarrollan estos tres temas:

Glorificar al Dios viviente

Iglesia y Eucaristía

Comunión

* Homilía del Corpus Christi, en San Juan de Letrán (21-VI-1984)

Glorificar al Dios viviente

“Iglesia santa, glorifica a tu Señor” (cf. Sal 147,12).

Esta exhortación, que resuena en la liturgia de hoy, responde casi como un eco lejano a la invitación que el Salmista dirigió a Jerusalén: “Glorifica al Señor, Jerusalén;/ alaba a tu Dios, Sión,/ que ha reforzado los cerrojos de tus puertas/ y ha bendecido a tus hijos dentro de ti” (Sal 147,12-13).

La Iglesia creció en Jerusalén y en lo más profundo de su corazón trae esta invitación a glorificar al Dios viviente. Hoy desea responder a esta invitación de modo particular. Este día -jueves después del domingo de la Santísima Trinidad- se celebra la solemnidad del Corpus Domini: del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.

La Iglesia creció desde la Jerusalén de la Antigua Alianza como Cuerpo bien compacto en unidad mediante la Eucaristía. “El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan” (1 Cor 10,17).

“Y el pan que partimos, ¿no nos une a todos en el cuerpo de Cristo?” (1 Cor 10,16).

Jesucristo dice: (Jn 6,56-57) “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí”.

Iglesia y Eucaristía

Esta es la vida de la Iglesia. Se desarrolla en el ocultamiento eucarístico. Lo indica la lámpara que arde día y noche ante el tabernáculo. Esta vida se desarrolla también en el ocultamiento de las almas humanas, en lo íntimo del tabernáculo del hombre.

La Iglesia celebra incesantemente la Eucaristía, rodeando de la máxima veneración este misterio, que Cristo ha establecido en su Cuerpo y en su Sangre; este misterio que es la vida interior de las almas humanas. Lo hace con toda la sagrada discreción que merece este sacramento.

Pero hay un día, en el que la Iglesia quiere hablar a todo el mundo de este gran misterio suyo. Proclamarlo por las calles y plazas. Cantar en alta voz la gloria de su Dios. De este Dios admirable, que se ha hecho Cuerpo y Sangre: comida y bebida de las almas humanas. “...y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6,51).

Es necesario, pues, que el mundo lo sepa. Es necesario que “el mundo” acoja este día solemne el mensaje eucarístico: el mensaje del Cuerpo y de la Sangre de Cristo.

Deseamos, pues, rodear con un cortejo solemne a este “pan”, por medio del cual nosotros -muchos- formamos un solo “Cuerpo”.

Queremos caminar y proclamar, cantar, confesar: He aquí a Cristo -Eucaristía- enviado por el Padre./ He aquí a Cristo, que vive por el Padre./ He aquí a nosotros, en Cristo:/ a nosotros, que comemos su Cuerpo y su Sangre,/ a nosotros, que vivimos por Él: por medio de Cristo-Eucaristía./ Por Cristo, Hijo Eterno de Dios.

Comunión

“El que come su Carne y bebe su Sangre tiene la vida eterna... Cristo lo resucitará el último día” (cf. Jn 6,54).

A este mundo que pasa,/ a esta ciudad, que también pasa, aunque se le llame “ciudad eterna”,/ queremos anunciarles la vida eterna, que está, mediante Cristo, en Dios:/ la vida eterna, cuyo comienzo y signo evangélico es la Resurrección de Cristo;/ la vida eterna, que acogemos como Eucaristía: sacramento de vida eterna.

Oración final:

Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

25/6/2011, Sábado de la XII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (18, 1-15)

En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, porque hacia calor. Alzó la vista y vio a tres hombres en pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra, diciendo: -«Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a vuestro siervo. » Contestaron: -«Bien, haz lo que dices.» Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: -«Aprisa, tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz una hogaza.» Él corrió a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase en seguida. Tomó también cuajada, leche, el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron. Después le dijeron: -«¿Dónde está Sara, tu mujer?» Contestó: -«Aquí, en la tienda.» Añadió uno: -«Cuando vuelva a ti, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.» Sara lo oyó, detrás de la entrada de la tienda. Abrahán y Sara eran ancianos, de edad muy avanzada, y Sara ya no tenía sus periodos. Sara se rió por lo bajo, pensando: -«Cuando ya estoy seca, ¿voy a tener placer, con un marido tan viejo? » Pero el Señor dijo a Abrahán: -«¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: "Cómo que voy a tener un hijo, a mis años"? ¿Hay algo difícil para Dios? Cuando vuelva a visitarte por esta época, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.» Pero Sara, que estaba asustada, lo negó: -«No me he reído.» Él replicó: -«No lo niegues, te has reído.»

Salmo responsorial (Lc 1, 46-47. 48-49. 50 y 53. 54-55)
R. El Señor se acuerda de la misericordia.

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. R.

Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. R.

Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. R.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8, 5-17)

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: -«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho. » Jesús le contestó: -«Voy -yo a curarlo. » Pero el centurión le replicó: -«Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le dijo a uno: "Ve" y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.» Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: -«Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac: y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Y al centurión le dijo: -«Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.» Y en aquel momento se puso bueno el criado. Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles. Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.»

25 junio 2011, sábado de la XII semana de Tiempo Ordinario

1. Introducción:

Hoy estamos en un día entre dos solemnidades: la Natividad de San Juan Bautista y el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Podemos buscarles su relación para ayudarnos en la oración de hoy y prepara así la gran fiesta de mañana.

La primera procesión del Santísimo fue la visita que hizo la Virgen María a su prima Santa Isabel. Desde esa custodia que era la Virgen María, donde Jesús estaba escondido a los ojos pero donde no estaba inactivo, santificó a San Juan. Jesús gusta de esconderse y hacer su labor callada en muchas ocasiones. Toda la vida oculta fue eso y sus paisanos cuando empezó su vida pública ser resistieron a aceptarlo como Mesías, pues no habían notado nada extraordinario en él. En el evangelio vemos que recibe a Nicodemo de noche y seguramente habla con él en privado. A muchos enfermos que cura les recomienda que no divulguen el milagro. En alguna ocasión se dirige a Jerusalén o a la región de Tiro y Sidón de forma discreta, intentando pasar desapercibido. Y en esta primera visita a casa de la prima de su madre, Jesús va de forma casi invisible y queriendo pasar desapercibido. Sin embargo una revelación especial y la fe de Isabel le descubren y no puede por menos de proclamarlo a voz en grito. A pesar de esos gritos es posible que no se enterara mucha gente de la presencia de Jesús allí. Pero Él iba a realizar su labor santificadora de forma oculta en Juan, niño en el vientre de su madre. Y también la hizo que Juan se convirtió en el mayor de los nacidos de mujer y en un fuego de fundidor y una lejía de lavandero que purificó al pueblo de Israel y lo preparó para recibirle.

Y Jesús desde la Eucaristía sigue haciendo esa labor oculta. Los textos de la misa de hoy los podemos considerar también como ejemplos de ese ocultamiento con el que el Señor busca nuestra cercanía. Abraham recibe la visita misteriosa de tres hombres, la visita del Señor, que le trae la realización de la promesa tan esperada. El centurión del evangelio no se considera digno, siendo gentil como es, de contaminar al maestro recibiéndole en su casa. Y Jesús vencido por la delicadeza y la discreción de este hombre bueno realiza inmediatamente la curación que le pide y hace de él uno de los elogios mayores del evangelio.

2. Oración preparatoria hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)

3. Petición: Santa María, primera custodia de Jesús. Enséñame a descubrirle oculto en la Eucaristía y a ocultarme con él en el deber del momento presente.

4. Composición de lugar: Contemplar a la Virgen entra en casa de Isabel con el niño en su seno.

5. Puntos para orar: Leer despacio, si nos ayuda, cualquiera de las lecturas de la misa de hoy. O bien

repetir el Magníficat como nos sugiere el salmo responsorial.

6. Unos minutos antes del final de la oración: Avemaría a la Virgen e invocación: “Santa María, Madre de Dios y Madre mía, ayúdame a vivir hoy la presencia oculta de Jesús en la Eucaristía.”

Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponer enmienda. Proponerme en estos días del Corpus visitar con más frecuencia a Jesús en la Eucaristía.

24/6/2011 - Natividad de San Juan Bautista

Lectura del libro de Isaías (49, 1-6)

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso».

Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenla mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel -tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza-: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Salmo responsorial (Sal 138, 1-3. 13-14. 15)
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.

Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R.

Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma. R.

No desconocías mis huesos, cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, 22-26)

En aquellos días, dijo Pablo: -«Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”. Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias”. Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación.»

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 57-66. 80)

AIsabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.

A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: -«¡No! Se va a llamar Juan». Le replicaron: -«Ninguno de tus parientes se llama así».

Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: -«¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

Prefacio de la Misa la misión del precursor.

“Al celebrar hoy la gloria de Juan el Bautista, precursor de tu Hijo y el mayor de los nacidos de mujer, proclamamos tu grandeza. Porque él saltó de alegría en el vientre de su madre, al llegar el Salvador de los hombres, y su nacimiento fue motivo de gozo para muchos. Él fue escogido entre todos los profetas para mostrar a las gentes el Cordero que quita el pecado del mundo. Él bautizó en el Jordán al Autor del bautismo, y el agua viva tiene, desde entonces, poder de salvación para los hombres. Y él dio, por fin, su sangre como supremo testimonio por el nombre de Cristo”.

24 junio 2011, natividad de Juan el Bautista – Puntos de oración

La fiesta de hoy se enmarca plenamente en la Campaña de la Visitación. De hecho, el evangelio del día es la continuación del episodio de la Visitación, y tiene como protagonistas a Isabel, Zacarías y Juan el Bautista; y, por supuesto, aparecen al fondo de la escena el Señor y Santa María de la Visitación. Invoquemos a la Virgen para que prepare nuestro corazón para la oración de hoy y nos alcance el don de la alegría espiritual. Vamos a fijarnos en tres de los protagonistas:

1) Isabel. Como escribe Abelardo: “Isabel vio lo que ni el mismo san José descubrió. El embarazo de la Virgen anunciaba su maternidad divina y virginal. Y cantó con el júbilo de su hijo, que saltaba de gozo en sus entrañas” (Aguaviva, p. 59). Isabel y Juan son los primeros en recibir el don de la alegría espiritual que trae la Encarnación. Es la alegría que comunica Jesús desde las entrañas de María. La que procede de sintonizar nuestras voluntades con la voluntad del Señor.

Esto es precisamente lo que pedimos en la oración colecta de la misa de hoy: “Oh, Dios, que suscitaste a san Juan Bautista para que preparase a Cristo, el Señor, un pueblo bien dispuesto, concede a tu familia el don de la alegría espiritual y dirige la voluntad de tus hijos por el camino de la salvación y de la paz”.

2) Juan el Bautista. Es “el mayor de los nacidos de mujer”. Fijémonos en él, pues es nuestro modelo como cristiano y como militante. Así nos lo presentaba el P. Morales. Como resume el prefacio de la misa, cuatro rasgos destacan en Juan el Bautista:

a) La alegría, que él recibió y transmitió: “Porque él saltó de alegría en el vientre de su madre, al llegar el Salvador de los hombres, y su nacimiento fue motivo de gozo para muchos”. Y es que, cuando Dios entra en el hombre, le inunda con su plenitud, y salta de gozo. También nosotros tenemos que ser apóstoles de la alegría. De la alegría auténtica, que procede del Espíritu Santo.

b) La elección de Dios. La partitura de su vida sólo se entiende en “clave de Jesús”. Juan es su precursor. “Él fue escogido entre todos los profetas para mostrar a las gentes el Cordero que quita el pecado del mundo”.

c) El bautismo, que le da su apodo “el bautista”, y que nos recuerda nuestro bautismo: “Él bautizó en el Jordán al Autor del bautismo, y el agua viva tiene, desde entonces, poder de salvación para los hombres”.

d) El testimonio, que le llevó a dar su vida por el Señor. “Y él dio, por fin, su sangre como supremo testimonio por el nombre de Cristo”. Podemos preguntarnos: ¿estamos dispuestos a dar nuestra vida por el Señor, en los pequeños detalles de cada día?

3) María. Ella, como siempre, queda oculta en la escena, pero es la que dirige toda la acción. Como escribe el P. Morales: “¿De quién se sirve Dios para capacitar a San Juan para su sublime vocación? De María, que “entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel”. Ella da a luz a Jesús en el alma del Precursor. Dio saltos de gozo el niño en su seno. Con paciencia maternal, ella va modelando su alma”. También María sigue modelando a Jesús en nuestro corazón. María es la misionera del amor, de la alegría, de la humildad. Y nos contagia a sus hijos cuando nos ponemos a su lado y nos metemos en su corazón.

Oración final. Santa María de la Visitación: alcánzanos de tu Hijo el don de la alegría espiritual. Haznos, como Tú, apóstoles de la alegría, y para ello, que nos dejemos llenar por el Espíritu Santo. Santifícanos como a Juan, prepáranos para ser testigos de tu Hijo viviendo nuestro bautismo en los detalles de cada día, empezando por el día de hoy.

23 junio 2011, jueves de la XII semana Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Con el evangelio de hoy cerramos el capítulo 7 de S. Mateo, que hemos venido escuchando o leyendo desde el pasado día lunes. Vamos a recopilar los temas, haciendo una pequeña síntesis del mismo.

  1. La conducta del creyente (7,1-12)
    1. No juzgar al prójimo (7,1-5).
    2. Respeto por las cosas santas (7,6).
    3. Eficacia de la oración (7,7-11).
    4. La regla de oro (7,12).
  2. La santidad del creyente sometida a pruebas diversas (7,12-29)
    1. La prueba de la negación propia (7,13-14).
    2. La prueba del fruto espiritual (7,15-20).
    3. La prueba de la constancia o de la obediencia (7,21-29).

Una vez recordado lo que hemos visto a lo largo de la semana, nos fijaremos en el evangelio de hoy, que como indicábamos, es el broche con el que se cierra ese capítulo 7 de S. Mateo.

*

La prueba de la constancia o de la obediencia

I. Falsas expectativas (vv. 21-23)

21. “No todo el que me dice “Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”

22. Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”

23. Entonces yo les declararé: “”Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad”.

  1. Estos párrafos nos ponen de manifiesto un nuevo peligro en el seguimiento de Jesucristo, el autoengaño.
    1. No todo el que (v.21). Esta introducción del versículo admite que también los verdaderos siervos del Señor dicen y hacen cosas maravillosas, pero también sus prioridades pueden ser otras…
    2. Entrar en el reino (v. 21) equivale a entrar y a caminar por el camino angosto.
    3. Hemos profetizado.., hemos hecho (v.22). Aquí podríamos encuadrar a los activistas. Pronunciaron palabras, llamaron a Jesús, Señor, Señor. Realizaron muchas obras... Juzgados por los “frutos” exteriores, podríamos concluir que son verdaderos gigantes del espíritu.., pero…
    4. La confesión abierta de Jesucristo sobre estos tales es realmente triste…
      1. Nunca os he conocido. Significa que nunca tuvieron una relación personal con Cristo…
      2. Alejaos de mí. Es la sentencia reservada para los no creyentes…, para los enemigos del reino…
      3. Obradores de iniquidad. Iniquidad es aquí la clave de interpretación. Son aquellos que obraron sin ley, o transgrediendo la ley más elemental, la de la caridad… Vivieron en la mentira, se engañaron a sí mismos, establecieron su propia justicia. De nuevo viene a nuestra memoria ese versículo de 1 Sam. 16,7: “Pero el Señor dijo a Samuel: “No te fijes en su apariencia ni en lo elevado de su estatura, porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, más el Señor mira el corazón”.

II. Modos de edificar (v. 24-27)

  1. También S. Lucas registra esta parábola de los dos constructores, con la cual Jesús concluye el Sermón.
    1. La parábola es “un relato terrenal que ilustra una verdad celestial”
    2. Los relatos parabólicos tienen la virtud de ser breves, fáciles de recordar y parten de algo ya conocido por el público que escucha.
    3. Es importante que seamos capaces de descubrir el mensaje central que encierra, y que no nos vayamos por los detalles que dispersan…
    4. ¿Cuál es el mensaje central en esta parábola? La obediencia es fundamental en el seguimiento de Jesucristo. Es decir a una manera correcta de pensar.., le correspondería una manera correcta de actuar. El oír el evangelio, debe llevarnos siempre al hacer como hemos oído…, no como nosotros interpretamos según gustos o caprichos personales…

  1. Los dos constructores representan dos tipos de personas en la vida.
    1. Ambos usaron el mismo material y los mismos planos…
      1. Ambos oyen.
      2. Ambos enfrentan las mismas pruebas.
      3. Ambos tienen las mismas oportunidades….
    2. Nadie podía establecer la diferencia entre sus dos casas…, pero si entre las dos personas…
      1. Uno era prudente, previsor, cuidadoso…
      2. El otro era insensato, imprevisor, descuidado…
    3. Los cimientos no suelen ser visibles al ojo humano, pero las pruebas nos revelan la clase de cimiento sobre el que hemos edificado la vida…
    4. Y cuando viene la tempestad, los tiempos de la prueba, la casa que no está cimentada en la roca se derrumba y cae.
      1. El verdadero cristiano edifica su vida sobre la roca que es Jesucristo: “Pues nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.” (1 Cor.3,11).
  2. Jesucristo cierra este grupo de enseñanzas básicas de la misma manera que concluye
    1. 7,28: “Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza”
    2. 11,1: “Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y proclamar en sus ciudades.”
    3. 13,53: “Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.”
    4. 19,1: “Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.”
    5. 26,1: “ Cuando acabó Jesús todos estos discursos, dijo a sus discípulos:”

  1. “Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.”
    1. La reacción de las multitudes que le escuchaban era muy favorable…
    2. De hecho estaban admiradas, maravilladas… Es decir habían sido “golpeadas en su interior” por las palabras que escuchaban de El… ¡Luego le entendían…!
    3. Y es que “les enseñaba con autoridad” es decir: con derecho, con libertad y poder, con energía y eficacia, con un dominio absoluto en todo aquello que les decía…

Si recorremos la Sagrada Escritura con cierta atención, nos daremos cuenta de que la piedra de toque siempre ha sido la obediencia en las pruebas...

La multitud rescatada de la esclavitud de Egipto, quiso regresar a su lugar de cautiverio, cuando tuvo que atravesar, no el Mar Rojo.., sino las pruebas interiores de la confianza, el abandono y la obediencia...

No fueron pocos los que abandonaron a Pablo en su tiempo de necesidad…

Sin embargo también resplandecen los ejemplos y los testimonios de personajes que sí obedecieron, y esto a pesar de sus miserias y limitaciones personales, porque estaban edificados sobre la Roca.

Un cristiano de verdad se prueba, no cuando escucha, sino cuando pone por obra lo escuchado...

22/6/2011, Miércoles de la XII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (15, 1-12. 17-18)

En aquellos días, Abrán recibió en una visión la palabra del Señor: -«No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante. »- Abrán contestó: -«Señor, ¿de qué me sirven tus dones, si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa? » Y añadió: -«No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará.» La palabra del Señor le respondió: -«No te heredará ése, sino uno salido de tus entrañas.» Y el Señor lo sacó afuera y le dijo: -«Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.» Y añadió: -«Así será tu descendencia.» Abran creyó al Señor, y se le contó en su haber. El Señor le dijo: -«Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.» Él replicó: -«Señor Dios, ¿cómo sabré que yo voy a poseerla?» Respondió el Señor: -«Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.» Abran los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos: «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Éufrates.»

Salmo responsorial (Sal 104, 1-2. 3-4. 6-7. 8-9)
R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.

Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas. R.

Gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. R.

¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. R.

Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7, 15-20)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.

22 junio 2011, miércoles de la XII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

No podemos dar un paso sin la luz y la fuerza del Espíritu Santo. Él es capaz de dinamizar a toda la Iglesia, de recordar en los apóstoles todo lo que les había comunicado a lo largo de la vida pública. ¿Por qué nos dejamos llevar de la desconfianza cuando vemos que cada día fallamos en compromisos a los que nos proponíamos el día anterior ser fieles?

Este rato de oración lo iniciamos pidiendo, porque somos pobres, la luz y fuerza del Espíritu Santo para que Él nos introduzca en la presencia de Dios. Bajo este poder del Espíritu Santo, presente de manera especial entre nosotros, desde el domingo de Pentecostés, nos abrimos a la esperanza.

El texto del evangelio de hoy de san Mateo es breve pero muy claro: “Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.”

La especialidad de los falsos profetas es la mentira. Utilizan cualquier medio para salirse con la suya. Pero por mucho que se disfracen, aunque las palabras sean capaces de convencernos, a la hora de la verdad, nunca nos arrastrarán si estamos en guardia. Lo menos que tenemos que pedirles es su coherencia de vida. Su vida real, que no corresponde con sus palabras, son verdades a medias, quedando al descubierto su mentira.

Esto es lo que nos dice el Señor siguiendo el texto.

Sigue diciendo Cristo: “Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de las zarzas? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos…”

Esta actitud de hipocresía que podemos descubrir en otras personas, ¿por qué no tratamos de examinarnos nosotros para ver si nuestros frutos son buenos o malos?

Pidamos al Señor que nos conozcan por el bien que hacemos, no por las palabras que podamos decir. Que permanezcamos unidos a Él. En el fondo somos lo que hacemos, no lo que decimos.

Que Santa María nos proteja de la mentira y de vivir de apariencias. Pidámosle un corazón que se fije en lo positivo y que sea agradecido.

“Permaneced en mí y yo en vosotros –dice el Señor-; el que permanece en mí da fruto abundante.”

21/6/2011, Martes de la XII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (13, 2. 5-18)

Abran era muy rico en ganado, plata y oro. También Lot, que acompañaba a Abran, poseía ovejas, vacas y tiendas; de modo que ya no podían vivir juntos en el país, porque sus posesiones eran inmensas y ya no cabían juntos. Por ello surgieron disputas entre los pastores de Abran y los de Lot. En aquel tiempo cananeos y fereceos ocupaban el país. Abrán dijo a Lot: -«No haya disputas entre nosotros dos, ni entre nuestros pastores, pues somos hermanos. Tienes delante todo el país, sepárate de mí; si vas a la izquierda, yo iré a la derecha; si vas a la derecha, yo iré a la izquierda.» Lot echó una mirada y vio que toda la vega del Jordán, hasta la entrada de Zear, era de regadio (esto era antes de que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra); parecía un jardín del Señor, o como Egipto. Lot se escogió la vega del Jordán y marchó hacia levante; y así se separaron los dos hermanos. Abrán habitó en Canuán; Lot en las ciudades de la vega, plantando las tiendas hasta Sodoma. Los habitantes de Sodoma eran malvados y pecaban gravemente contra el Señor. El Señor habló a Abrán, después que Lot se había separado de él: -«Desde tu puesto, dirige la mirada hacia el norte, mediodía, levante y poniente. Toda la tierra que abarques te la daré a ti y a tus descendientes para siempre. Haré a tus descendientes como el polvo; el que pueda contar el polvo podrá contar a tus descendientes. Anda, pasea el país a lo largo y a lo ancho, pues te lo voy a dar. » Abran alzó la tienda y fue a establecerse junto a la encina de Mambré, en Hebrón, donde construyó un altar en honor del Señor.

Salmo responsorial (Sal 14, 2-3a. 3bc-4ab. 5)
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?

El que procede honradamente y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. R.

El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. R.

El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7, 6. 12-14)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas. Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.»

21 junio 2011, martes de la XII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Las lecturas de hoy nos hablan del trato entre los hermanos.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten, dice Jesús.

Que no hay disputas entre nosotros dos, dirá Abraham.

Sí, la convivencia no es fácil, y muchas veces surgen problemas y disputas entre los mismos seguidores del Señor. Y sin embargo sabemos que no debe ser así, que Dios no lo quiere en absoluto. Que no hay nada que entristezca más el corazón de un Padre que ver pelearse a dos de sus hijos.

Por eso las lecturas de hoy son una llamada a ver con mirada de fe los problemas que surgen entre nosotros.

- ¿Con quién estoy enfadado? ¿Con quién tengo una pelea o una disputa? ¿A quién estoy tratando de una forma que no trataría así al Señor?

Este puede ser el tema de mi oración hoy.

Y una vez descubiertas esas reyertas, pensar en cómo Dios me contempla, como Dios nos contempla. En su corazón herido, traspasado en l a Cruz.

¿Viendo así a Cristo, no seré capaz de perdonar?

Y sacar un propósito concreto para mi vida hoy.

Quizás ha llegado la hora de reconciliarme con alguien en este día. Basta una llamada, una oración, un momento de conversación para pedir perdón y regalar perdón. Para abrazar y dejarme abrazar por el hermano... y en él, por el mismo Dios.

20/6/2011, Lunes de la XII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (12, 1-9)

En aquellos días, el Señor dijo a Abrán: -«Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.» Abrán marchó, como le había dicho el Señor, y con él marchó Lot. Abran tenia setenta y cinco años cuando salió de Harán. Abrán llevó consigo a Saray, su mujer, a Lot, su sobrino, todo lo que había adquirido y todos los esclavos que había ganado en Harán. Salieron en dirección de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán. Abrán atravesó el país hasta la región de Siquén, hasta la encina de Moré. En aquel tiempo habitaban allí los cananeos. El Señor se apareció a Abrán y le dijo: -«A tu descendencia le daré esta tierra.» Él construyó allí un altar en honor del Señor, que se le habla aparecido. Desde allí continuó hacia las montañas al este de Betel, y plantó allí su tienda, con Betel a poniente y Ay a levante; construyó allí un altar al Señor e invocó el nombre del Señor. Abran se trasladó por etapas al Negueb.

Salmo responsorial (Sal 32, 12-13. 18-19. 20 y 22)
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. R.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte y a reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7, 1-5)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Déjame que te saque la mota del ojo", teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.»

19/6/2011, Domingo de la Santísima Trinidad

Lectura del libro del Éxodo (34, 4b-6. 8-9)

En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él, proclamando: -«Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.» Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: -«Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.»

Salmo responsorial (Dn 3, 52 – 56)
R. A ti gloria y alabanza por los siglos

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso. R.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. R.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (13, 11-13)

Hermanos: Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso ritual. Os saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros.

Lectura del santo evangelio según san Juan (3, 16-18)

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

19 junio 2011, domingo de la Santísima Trinidad – Puntos de oración

Nuestra oración de hoy debiera ser tan sencilla como colocarnos ante este Misterio de amor que fluye entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y dejar que llegue hasta lo más profundo de nuestro corazón.

Es una fiesta gozosa y agradecida al Dios uno y trino por la obra de nuestra Redención.

Cuando el hombre andaba a la deriva, camino de la perdición total, la Trinidad se compadece y planea nuestra salvación, que lleva a cabo con la Encarnación del Verbo. “Tanto amó dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna

Ante esto solamente cabe agradecer y adorar, dando gloria al Padre al Hijo y al Espíritu.

Si entramos un poco más en el misterio trinitario, descubrimos que se da una comunidad de amor: El “Yo” del Padre, al comprenderse y reflejarse a sí mismo, engendra el “Tú” que es el Hijo. Y del amor mutuo de ambos procede el “Nosotros”, que es el Espíritu Santo, don de devolución de amor, comunicación y diálogo.

El Dios Trinitario se nos hace cercano, compasivo y misericordioso en Jesucristo.

No nos hacen falta más ideas para adorar amando, para hacer nuestra oración envueltos en el amor de la Trinidad.

Solamente unas palabras del Vaticano II: “Cuando el Señor ruega al Padre que „todos sean uno como nosotros somos uno, abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y la caridad” (GS, 24, 3)

Le pedimos a María que nos ayude para adentrarnos en este océano de AMOR, y que nuestra vida sea un continuo adorar a le Trinidad.

18/6/2011, Sábado de la XI semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12, 1-10)

Hermanos: Toca presumir. Ya sé que no está bien, pero paso a las visiones y revelaciones del Señor. Yo sé de un cristiano que hace catorce años fue arrebatado hasta el tercer cielo, con el cuerpo o sin cuerpo, ¿qué sé yo?, Dios lo sabe. Lo cierto es que ese hombre fue arrebatado al paraíso y oyó palabras arcanas, que un hombre no es capaz de repetir. De uno como ése podría presumir; lo que es yo, sólo presumiré de mis debilidades. Y eso que, si quisiera presumir, no diría disparates, diría la pura verdad; pero lo dejo, para que se hagan una idea de mi sólo por lo que ven y oyen. Por la grandeza de estas revelaciones, para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.» Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Salmo responsorial (Sal 33, 8-9. 10-11. 12-13)
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. R.

Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada. R.

Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor;
¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6, 24-34)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.»

18 junio 2011, sábado de la XI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Mt 6, 24-34

El evangelio que hoy nos presenta la Iglesia, repite seis veces la palabra “agobio” o el verbo “agobiarse”. Estas palabras son como el hilo conductor y la clave de interpretación de este texto, que es uno de los más bellos y poético del Evangelio.

El tema “económico” es frecuente en el evangelio de san Mateo, quizá porque su autor fue aquel Leví, que se sentaba a la mesa para recaudar los impuestos. Es el que con frecuencia habla de tesoro, salario, recompensa, talentos, dinero…

Jesús no presenta una descalificación total y absoluta del dinero, sino que viene a decir que el dinero lleva dentro de sí una “trampa”: es atractivo, pero puede acabar destrozándonos. Jesús no descalifica el ocuparse del dinero, pero sí condena el vivir agobiado por el dinero y el dedicarse exclusivamente a conseguirlo. ¿Cómo puedo saber que se da ese exclusivismo? El mismo Evangelio nos da algunos ejemplos: cuando me separa de mi tarea de buscar el Reino de Dios en mi vida cotidiana, cuando me impide darme a los demás, cuando me hace avaricioso y violento, cuando me hace como al deudor que se le había perdonado una gran deuda y no perdona una pequeña deuda a su hermano, cuando nos empuja a la traición como a Judas etc.

Jesús lo que condena es al que pone el dinero como valor supremo, porque está sirviendo a otro señor. Jesús no nos llama a un providencialismo inactivo. Dios cuida a las aves del cielo, pero no les pone la comida en el pico; son ellas las que tienen que buscarla.

La vida espiritual es una verdadera lucha, en la que es necesario reconocer al enemigo, sus métodos, sus posiciones, para no correr el riesgo de pasarse a su campo. El llamado discernimiento de espíritus es el arte de saber distinguir bien y de elegir justamente lo que sirve al bien y a la vida eterna; lo que nos dignifica o nos degrada.

Si los bienes terrenos son nuestro “tesoro”, es decir, lo más valioso, entonces a este “tesoro” pertenece nuestro corazón, en vez de pertenecer a Dios, tal como exige el primer mandamiento. Con todos los bienes terrenos debemos tener un modo correcto de mirarlos, debemos valorarlos y estimarlos de manera realista. Todo lo demás es ceguera y oscuridad, que lleva al extravío.

Al terminar nuestra oración pidamos al Señor y a su Madre que nos alcance la luz del Espíritu Santo para que en todo momento sepamos dar su valor a las cosas y sirvamos al único Señor que nos puede dar la felicidad completa y eterna.

17/6/2011, Viernes de la XI semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios (11, 18. 21b-30)

Hermanos: Ya que otros presumen de cosas humanas, yo también voy a presumir de ellas. Porque de cualquier cosa que alguien presume, aunque sea una insensatez lo que digo, también yo puedo presumir. ¿Ellos presumen de que son hebreos? Yo también lo soy. ¿De que son israelitas? Yo también lo soy. ¿De que son descendientes de Abrahán? Yo también lo soy. ¿De que sirven a Cristo? Es una locura decirlo, pero yo lo sirvo más: yo les gano en fatigas y cárceles; y les gano por mucho en azotes y en peligro de muerte. Cinco veces me han dado los judíos los treinta y nueve azotes. Otras tres veces me han azotado con varas y una vez me han apedreado. He naufragado tres veces y me he pasado un día y una noche perdido en el mar. He viajado sin descanso y me he visto en peligro en los ríos y entre ladrones; peligros por parte de los de mi raza y por parte de los paganos; peligros en las ciudades y en despoblado, en el mar y entre falsos hermanos. He andado muerto de cansancio; he pasado muchas noches sin dormir, con hambre y sed; muchos días sin comer, con frío y sin ropa. Además de éstas y otras cosas, pesa sobre mí diariamente la preocupación por todas las comunidades cristianas. ¿Quién se enferma en ellas sin que yo no me enferme? ¿Quién cae en pecado sin que yo no me consuma de dolor? Si se trata de presumir, presumiré de mis debilidades.

Salmo Responsorial (Sal 33, 2-3.4-5.6-7)
R. El Señor libra al justo de todas sus angustias.

Bendigo al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo.
Me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. R.

Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder.
Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores. R.

Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado,
porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6, 19-23)

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu tesoro, allí también está tu corazón. Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra será tu propia oscuridad!»

17 junio 2011, viernes de la XI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

El Papa está respondiendo para todos los fieles a la petición que los apóstoles le dirigen a Jesús de que les enseñe a orar. También nos ha notado con ansias a los cristianos del siglo XXI de hacer bien la oración. Sus catequesis son extraordinarias. De una riqueza que yo no me pierdo ninguna, las leo con fruición, me ayudan. Después de haber tratado de cómo en todas las culturas ha tenido la necesidad de orar y dirigirse a un Ser superior y poner ejemplos, ha comenzado contarnos cómo han orado en el AT por ejemplo para salvar a Sodoma y Gomorra el regateo en el diálogo sobre los justos que encuentren la ciudad y que al final ni cinco salvan las ciudades.

Ahora en el primer día de junio ha comentado la oración de Moisés ante el pueblo que se ha construido un becerro de oro y acaba con esta exhortación para todos: “Creo que debemos meditar esta realidad. Cristo está delante del rostro de Dios y reza por mí. Su oración en la Cruz es contemporánea a todos los hombres, contemporánea a mí: Él reza por mí, ha sufrido y sufre por mí, se ha identificado conmigo tomando nuestro cuerpo y el alma humana. Y nos invita a entrar en su identidad, haciéndonos un cuerpo, un espíritu con Él, porque desde la alta cima de la Cruz, Él no ha traído nuevas leyes, tablas de piedra, sino que se ha traído a sí mismo, su cuerpo y su sangre, como nueva alianza. Así nos hace consanguíneos a Él, un cuerpo con Él, identificado con Él. Nos invita a entrar en esta identificación, a estar unidos a Él en nuestro deseo de ser un cuerpo, un espíritu con Él. Oremos al Señor para que esta identificación nos transforme, nos renueve, porque el perdón es renovación y transformación.

Querría terminar esta catequesis con las palabras del apóstol Pablo a los cristianos de Roma: “¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros? ¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? [...] ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados [...] ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rm 8,33-35.38.39)

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