Durante toda esta semana nos encontramos en cenáculo con María, la Madre de Jesús, a la espera de un nuevo Pentecostés en nuestra vida... Por lo tanto, la oración de estos días, tiene como objetivo prioritario, esa transformación en Cristo que opera el Espíritu en nosotros.
Si algo quiere Dios es que seamos todos uno, así reza el evangelio del día de hoy.
Pidamos luz al Espíritu Santo para penetrar tan solemne verdad.
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Jesús ora por los futuros creyentes
- Estos versículos finales, del capítulo 17 de S. Juan, adquieren un valor especial, una mayor importancia, si recordamos que son las últimas palabras que Jesús dirige a sus discípulos antes de su Pasión.
- De una preocupación por su glorificación (vv. 1-5), pasando por su deseo de protección y unidad de sus discípulos (vv.6-19), ahora vuelve a considerar ese mundo que está fuera del “redil”. Jesús desea que todos entren en el “redil” por la palabra y el testimonio de sus discípulos, y que de este modo sean parte de esa gran unidad que constituye el Pueblo de Dios.
- Cristo, como que levanta sus ojos y los dirige hacia un mundo necesitado y abriendo su corazón, les abre sus brazos.
- El amor que tiene al Padre, y el amor que el Padre le tiene a El, desean alcanzar hasta la última persona en la zona más remota del mundo.
I. Para que sean una sola cosa, como Jesús y el Padre (vv. 20-23)
20. “No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos,
- “Los que crean en mí”
- Enfatiza una fe sincera y comprometida.
- Los que han de creer en mí, traducido como si estuviera en tiempo futuro, está realmente en tiempo presente, “los que creen”. Es como si los considerara ya existentes en su deseo…
- “por la palabra de ellos”
- El término palabra hace referencia a toda la revelación de Dios, es decir, a todo el evangelio, no a un conjunto limitado de palabras.
- Podremos emplear mil métodos pastorales, modernos y tecnológicos, pero el plan básico, siempre será la comunicación eficaz de las palabras del Evangelio con el poder del Espíritu Santo.
21. para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
- Jesús cuando habla en estos momentos mira más allá de los que creerán en El, por el testimonio de sus discípulos…, mira a la unidad entre ellos.
- Esta es la petición de Jesús por su Iglesia.
- ¿No será la desunión de los creyentes, la negación implícita de la fe…?
- La base para la unidad entre los creyentes es la bella y real analogía de su unión con el Padre.
- Notemos los componentes de la fórmula de unidad:
- El Padre con el Hijo.
- El Hijo con los creyentes.
- Los creyentes con los creyentes., y los creyentes con el Padre…
- La unidad no es un fin en sí misma, sino que su finalidad viene expresado en el final del versículo: “para que el mundo crea que tú me has enviado.”
- Siempre se ha pensado que la prueba más convincente para un mundo escéptico, que no cree en que Jesús realmente vino como el enviado de Dios para salvar al mundo, es la unidad de los creyentes en Cristo.
22. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno;
- Ese “Yo” y ese “Tú” son realmente enfáticos…
- Aquí “La gloria”, se refiere a la revelación del carácter y la naturaleza de Dios.
- Esta fue la misión de Jesús y la realizó por medio de sus enseñanzas, de sus milagros y sobre todo en la cruz.
- Los discípulos habían visto la gloria de Dios en la vida y obras de Jesús, en este sentido les había dado la gloria que recibió del Padre.
- El servicio humilde, la abnegación personal y la disposición ante el sufrimiento, que vieron en Jesús sería el camino y el modelo a seguir para que fueran uno como el Padre y El eran uno.
- Notemos la repetición: “para que sean uno, como nosotros somos uno” de este profundo anhelo de Jesús para con sus seguidores…
23. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
- “Para que sean completamente uno”
- Otra vez la unidad tiene un doble propósito.
- Más allá del gozo que produce para los creyentes,
- hay que pensar que la unidad es misiológica y amante.
II. Para que puedan estar con Él y puedan contemplar su gloria (v. 24)
24. Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
- “Los que me has dado”
- Jesús los considera como un regalo del Padre.
- Lo que Jesús había prometido a sus discípulos, ahora Jesús lo reitera en su oración al Padre y expresa también el propósito que tiene: “para que contemplen mi gloria, la que me diste…”
- La gloria de Jesús, que ellos contemplarán en el cielo, ya no será su humildad, ni su sufrimiento en la cruz, sino el esplendor de su majestad…
- “Porque me amabas, antes de la fundación del mundo”
- Jesús comparte con ellos en estos momentos la razón por la cual el Padre dio esa gloria extraordinaria a su Hijo: el amor del Padre.
III. Para que el Amor que le tiene el Padre sea una realidad en sus vidas (vv. 25,26)
25. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste.
- La expresión “Padre justo” es única en el Nuevo Testamento, pero algunos la comparan con “Padre santo”.
- “Estos han conocido que tú me enviaste”
- De la expresión “me enviaste…” se deriva apóstol o enviado…
- Jesús fue el enviado por antonomasia, como representante personal de Dios, enviado con una misión divina.
- “tú me enviaste” viene a ser como un estribillo a lo largo de la plegaria que se despliega en este capítulo 17 de S. Juan. Aparece otras cuatro veces en los vv. 8,18,21 y 23.
- S. Juan Bautista fue “un hombre” enviado por Dios (Jn.1,6), pero Jesucristo fue “el enviado de Dios”
26. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos.”
- Este versículo 26 viene a ser como un resumen de toda la oración.
- La expresión “les daré a conocer tu nombre”, significa dar a conocer la misma persona de Dios.
- Estas palabras finales expresan:
- El deseo profundo de Jesús por la unidad de sus discípulos.
- La relación de intimidad de ellos con Él.
- Y todo esto en base al amor que el Padre le tiene.
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Llegamos al final de nuestra ponderación del evangelio de hoy, como Cristo llego con estos versículos, al final de su oración sacerdotal... “Después de decir esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón…” (Jn. 18,1).
¡Qué consuelo saber que la Pasión ya está concluida y que nos encontramos a la espera de un nuevo Pentecostés…!
¡Que estos pocos días que nos quedan para la Solemnidad del Espíritu Santo, nos terminen de preparar para esa transformación en Cristo, y para esa unidad tan deseado en nosotros. Que así sea.