No podemos dar un paso sin la luz y la fuerza del Espíritu Santo. Él es capaz de dinamizar a toda la Iglesia, de recordar en los apóstoles todo lo que les había comunicado a lo largo de la vida pública. ¿Por qué nos dejamos llevar de la desconfianza cuando vemos que cada día fallamos en compromisos a los que nos proponíamos el día anterior ser fieles?
Este rato de oración lo iniciamos pidiendo, porque somos pobres, la luz y fuerza del Espíritu Santo para que Él nos introduzca en la presencia de Dios. Bajo este poder del Espíritu Santo, presente de manera especial entre nosotros, desde el domingo de Pentecostés, nos abrimos a la esperanza.
El texto del evangelio de hoy de san Mateo es breve pero muy claro: “Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.”
La especialidad de los falsos profetas es la mentira. Utilizan cualquier medio para salirse con la suya. Pero por mucho que se disfracen, aunque las palabras sean capaces de convencernos, a la hora de la verdad, nunca nos arrastrarán si estamos en guardia. Lo menos que tenemos que pedirles es su coherencia de vida. Su vida real, que no corresponde con sus palabras, son verdades a medias, quedando al descubierto su mentira.
Esto es lo que nos dice el Señor siguiendo el texto.
Sigue diciendo Cristo: “Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de las zarzas? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos…”
Esta actitud de hipocresía que podemos descubrir en otras personas, ¿por qué no tratamos de examinarnos nosotros para ver si nuestros frutos son buenos o malos?
Pidamos al Señor que nos conozcan por el bien que hacemos, no por las palabras que podamos decir. Que permanezcamos unidos a Él. En el fondo somos lo que hacemos, no lo que decimos.
Que Santa María nos proteja de la mentira y de vivir de apariencias. Pidámosle un corazón que se fije en lo positivo y que sea agradecido.
“Permaneced en mí y yo en vosotros –dice el Señor-; el que permanece en mí da fruto abundante.”