El texto del Evangelio de hoy conviene que lo leamos detenidamente y los meditemos en silencio. Imprescindible esforzarme para ponerme en la presencia de Dios
“Yo les he dado tu palabra, y el mundo lo ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad”.
Jesús nos ha comunicado la palabra del Padre. La Palabra de Dios es verdad. Hace lo que dice. Por esta razón el mundo odia esta palabra y aquellos que la acogen. El mundo, nos envuelve con su mentira. Y siempre que seamos coherentes, leales a la verdad es suficiente razón para ser odiados. A veces nos asustamos porque la incomprensión nos rodea por todas partes. ¿Dónde encontramos nuestro apoyo y fortaleza? En la Palabra de Dios.
No podemos caer en la tentación de olvidar la lectura del Evangelio un buen rato cada día. Aquí encontraremos la medicina para soportar los ataques que recibimos del mundo, como príncipe de la mentira.
No tengamos miedo. Jesús pide por nosotros para que no flaqueemos ante la tentación tan atrayente de la mentira. No podemos de huir de nuestro ambiente donde nos toca vivir. Nuestra forma de vida ha de ser un testimonio sencillo y a la vez fuerte de la verdad frente a la mentira.
Pidamos a Jesús en este rato de oración lo que más necesitamos: fortaleza y fidelidad en la verdad. La verdad nos hará libres como nos recuerdo el Evangelio de san Juan.
Conságranos en la verdad; tu palabra es verdad.
Si estoy cada día junto a Jesús, Él me contagiará la Verdad. La verdad de que sido creado por amor- Me ama porque El es bueno.
Hace unos días, nos recordaba para darnos aliento a lo largo de nuestra vida, como camino, verdad y vida. Hoy quiere plasmar en nuestro corazón la certeza de la verdad.
Que el Espíritu Santo nos prepare para estar dispuestos a recibir todos los dones de su Espíritu. Santa María de Pentecostés, ayúdanos a vivir en verdad, junto a Jesús.