5 junio 2011, domingo de la 7ª semana de Pascua. La Ascensión del Señor – Puntos de oración

Situando la oración de hoy:

Hoy es la solemnidad de la Ascensión del Señor. En nuestra oración, podemos contemplar a Jesús que sube al cielo ayudándonos de las reflexiones de Benedicto XVI en el último capítulo de su libro “Jesús de Nazaret”.

1. Ponerme en presencia de Dios.

  • Hacer un acto de fe en la presencia de Jesús en mí, que ha prometido que estará con nosotros “todos los días, hasta el fin del mundo”. Pues Él se va físicamente, precisamente para estar siempre conmigo.
  • Si hago la oración ante un Sagrario, hacer un acto de fe de su presencia en la Eucaristía, que es mi cielo en la tierra.

2. Invocación del Espíritu Santo.

Ven Espíritu Santo, concédeme silencio, soledad, sencillez de corazón

Madre, contemplando a Jesús que sube al Cielo, alcánzanos fe creciente, esperanza cierta, alegría desbordante, paz imperturbable, amor ardiente

Santa María del cenáculo, junto a Ti esperando al Espíritu Santo

3. Ideas para la oración.

  • «Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista»

“La nube nos recuerda el momento de la transfiguración, en que una nube luminosa se posa sobre Jesús y sobre los discípulos. Nos recuerda la hora del encuentro entre María y el mensajero de Dios, Gabriel, el cual le anuncia que el poder del Altísimo la «cubrirá con su sombra» (Lc 1,35). Nos hace pensar en la tienda sagrada del Señor en la Antigua Alianza, en la cual la nube es la señal de la presencia de JHWH (cf. Ex 40,34s), que, también en forma de nube, va delante de Israel durante su peregrinación por el desierto. La observación sobre la nube presenta la desaparición de Jesús no como un viaje hacia las estrellas, sino como un entrar en el misterio de Dios.

El Jesús que se despide no va a alguna parte en un astro lejano. Él entra en la comunión de vida y poder con el Dios viviente, en la situación de superioridad de Dios sobre todo espacio. Por eso «no se ha marchado», sino que, en virtud del mismo poder de Dios, ahora está siempre presente junto a nosotros y por nosotros.

Puesto que Jesús está junto al Padre, no está lejos, sino cerca de nosotros. Ahora ya no se encuentra en un solo lugar del mundo, como antes de la «ascensión»; con su poder que supera todo espacio, Él no está ahora en un solo sitio, sino que está presente al lado de todos, y todos lo pueden invocar en todo lugar y a lo largo de la historia.” (Benedicto XVI)

  • «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse»

“Con eso queda confirmada la fe en el retorno de Jesús, pero al mismo tiempo se subraya una vez más que no es tarea de los discípulos quedarse mirando al cielo o conocer los tiempos y los momentos escondidos en el secreto de Dios. Ahora su tarea es llevar el testimonio de Cristo hasta los confines de la tierra.

La fe en el retorno de Cristo es el segundo pilar de la confesión cristiana. Él, que se ha hecho carne y permanece Hombre sin cesar, que ha inaugurado para siempre en Dios el puesto del ser humano, llama a todo el mundo a entrar en los brazos abiertos de Dios, para que al final Dios se haga todo en todos, y el Hijo pueda entregar al Padre al mundo entero asumido en Él. Esto implica la certeza en la esperanza de que Dios enjugará toda lágrima, que nada quedará sin sentido, que toda injusticia quedará superada y establecida la justicia. La victoria del amor será la última palabra de la historia del mundo. Como actitud de fondo para el «tiempo intermedio», a los cristianos se les pide la vigilancia.

Esta vigilancia significa, de un lado, que el hombre no se encierre en el momento presente, abandonándose a las cosas tangibles, sino que levante la mirada más allá de lo momentáneo y sus urgencias. De lo que se trata es de tener la mirada puesta en Dios para recibir de Él el criterio y la capacidad de obrar de manera justa. Por otro lado, vigilancia significa sobre todo apertura al bien, a la verdad, a Dios, en medio de un mundo a menudo inexplicable y acosado por el poder del mal. Signaifica que el hombre busque con todas las fuerzas y con gran sobriedad hacer lo que es justo, no viviendo según sus propios deseos, sino según la orientación de la fe.” (Benedicto XVI)

4. Examen de la oración.

Mira qué te ha inspirado el Señor en la oración, y cómo puedes vivirlo hoy durante el día y durante toda la semana de cenáculo que comenzamos hoy hasta Pentecostés.

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