1/11/2020, solemnidad de Todos los Santos

Lectura del libro del Apocalipsis (7,2-4. 9-14)

Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: «No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que sellemos en la frente a los siervos de nuestro Dios». Oí también el número de los sellados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después de esto vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente: «¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!». Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y adoraron a Dios, diciendo: «Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén». Y uno de los ancianos me dijo: «Estos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?». Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás». Él me respondió. «Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero».

Salmo responsorial (Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6)
R. Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. 
R.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. 
R.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es la generación que busca al Señor, que busca tu rostro, Dios de Jacob. 
R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3, 1-3)

Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 1-12a)

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

1 noviembre 2020, solemnidad de Todos los Santos – Puntos de oración

Para comenzar nuestra oración nos ponemos en la presencia del señor, le pedimos luz al Espíritu Santo para que nos ilumine y nos ayude a seguir creciendo en esta relación de amistad que es la oración.

Hoy en la Iglesia celebramos a festividad de todos los Santos. Una fiesta muy especial y alegre que nos recuerda que estamos llamados a vivir con mayúsculas siguiendo el plan que Dios nos tenga preparados. Para la oración os propongo tres momentos.

El primero, un momento de recordar. Sería bonito pasar por la mente y por el corazón, tranquilamente en silencio, esas muestras de amor que vas viendo en tu vida. Empezando por las más cercanas en el tiempo y terminando por aquellas más lejanas, pero que siempre tienes en mente. Que sean esos pequeños detalles de cariño y ternura que ha tenido mucha gente contigo, tu familia, tus amigos, tu entorno más cercano o incluso desconocidos. En este momento simplemente recuerda y contempla tanto amor recibido.

El segundo, un momento de contemplar. Después de ver tanto amor recibido de las personas, ver esos detalles de cariño, quizá esta vez más sutiles, que Dios a tenido contigo. Buscar esa presencial paternal en nuestra vida, que nos ama a diario y sin condiciones, nos ama sin medida.

El tercero, un momento de meditar. Últimamente llevo meditando mucho sobre la santidad y la verdad, es que me surgían muchas preguntas y muchas respuestas. Entre todas ellas la que más me ha resonado es que para alcanzar la santidad simplemente hay que dejarse amar por Dios. En este tercer momento de la oración os invito a darle vueltas a esta idea, reflejándola en vuestra vida, con la figura de algún santo al que le tengáis cariño (Santa Teresita, San Pablo, …) o simplemente leyendo lentamente el evangelio de hoy, las bienaventuranzas. Pero siempre con el deseo de dejarnos hacer y amar un poquito más por Dios.

Y para terminar este momento de oración, os invito como siempre ha compartir unos minutos finales de coloquio con nuestra madre la Virgen. Simplemente compartir con ella cómo ha ido la oración de manera natural y sencilla.

31/10/2020, sábado de la XXX semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (1, 18b-26)

Hermanos: De la manera que sea, con segundas intenciones o con sinceridad, se anuncia a Cristo, y yo me alegro; y me seguiré alegrando, porque sé que esto será para mi bien, gracias a vuestras oraciones y al Espíritu de Jesucristo que me socorre. Lo espero con impaciencia, porque en ningún caso saldré derrotado; al contrario, ahora, como siempre, Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en este dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Convencido de esto, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado, para que avancéis alegres en la fe, de modo que el orgullo que sentís por mí en Jesucristo rebose cuando me encuentre de nuevo entre vosotros.

Salmo responsorial (Sal 41, 2. 3. 5bcd)
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo

Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío. 
R.

Tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? 
R.

Recuerdo cómo marchaba a la cabeza del grupo hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. 
R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14, 1. 7-11)

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te diga: “Cédele el puesto a éste”. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

31 octubre 2020, sábado de la XXX semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

En este día previo a la gran solemnidad de Todos los Santos, podemos orientar nuestra mirada y pensamiento hacia la santidad, viéndola y “gustándola” como la meta de nuestra vida.

Pero, ¿cómo podemos alcanzar la santidad, cómo puedo hacerme santo? El evangelio nos da la clave: Ocupar el último lugar para escuchar: “Amigo, sube más arriba”.

Nuestra espiritualidad del subir bajando, la mística de las miserias que hemos recibido de Abelardo (tan presente, cuando estamos a punto de celebrar su primer aniversario), nos traza esta ruta. Hacernos pequeños, en realidad, vernos cada día más lejos de la gran meta de la santidad, sentirnos inundados de limitaciones y miserias, de deseos de cosas “bajas” y mundanas, tentados por los cuatro costados y viendo que de mí no nace nada bueno. Pero, en todo esto, hay que rebosar confianza en el amor de Dios que me mira siempre con ternura, que me concede su gracia, que me ama más que yo a mí mismo.

El ejemplo de la Virgen María es este: Ella se siente y se sabe la esclava del Señor, porque se ve pequeña, muy pequeña, pero también sabe que Dios es fiel, que su misericordia va de generación en generación, amando a su pueblo con amor salvador. Por tanto, vive con simplicidad (¡no con simplismo) fundada en el gran amor de Dios.

Podemos simplificar nuestra oración recitando pausadamente la oración preparatoria que propone San Ignacio en los Ejercicios: “Que todas mis intenciones, acciones y operaciones se ordenen puramente al servicio y alabanza de su divina majestad” (de su inmensa Bondad).

Si asimilo esta oración, si atribuyo a Dios todo lo bueno que hago y no me desaliento en mis fracasos y caídas, entonces, y a pesar de las miserias, buscaré agradarle y, por tanto, evitaré o me arrepentiré muy pronto del mayor dolor que puedo causar a un Dios tan bueno, que no es otro que no confiar en su acción santificadora en mi propia vida.

30/10/2020, viernes de la XXX semana del Tiempo Ordinario

Comienzo de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (1, 1-11)

Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos en Cristo que residen en Filipos, con sus obispos y diáconos. Gracia y la paz a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. Doy gracias a mi Dios cada vez que os recuerdo; siempre que rezo por todos vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy. Esta es nuestra confianza: que el que ha inaugurado entre vosotros una esta buena obra, la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús. Esto que siento por vosotros está plenamente justificado: os llevo en el corazón, porque, tanto en la prisión como en mi defensa y prueba del Evangelio, todos compartís mi gracia. Testigo me es Dios del amor entrañable con que os quiero, en Cristo Jesús. Y esta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis al Día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, para gloria y alabanza de Dios.

Salmo responsorial (Sal 110,1-2. 3-4. 5-6)
R. Grandes son las obras del Señor.

Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. 
R.

Esplendor y belleza son su obra, su generosidad dura por siempre.
Ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente. 
R.

Él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, dándoles la heredad de los gentiles. 
R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14, 1-6)

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Había allí, delante de él, un hombre enfermo de hidropesía y tomando la palabra, dijo a los maestros de la ley y fariseos: «¿Es lícito curar los sábados, o no?» Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: «¿A quién de vosotros se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca en seguida, aunque en día de sábado?» Y no pudieron replicar a esto.

30 octubre 2020, viernes de la XXX semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

¿Es lícito curar los sábados o no?

Un día más, en este evangelio, asoma la distinta postura de Jesús y los fariseos sobre el sábado, el día del descanso de Dios y de los hombres, según la tradición judía. Para los fariseos lo principal es cumplir la ley, que, entre otras prohibiciones, no permitía curar en sábado. La ley por encima de curar a una persona.

Para Jesús, antes que la ley está la persona humana. Para él no hay una posible ley divina, ni una ley humana que no permita curar en sábado, que no permita amar a una persona necesitada. Si se puede rescatar a un burro o a un buey caídos en un pozo, cómo no se va a poder curar a un enfermo en sábado.

Siempre que vemos en el evangelio este asunto del sábado, a toda velocidad nos ponemos a lado de Jesús. Pero cabe preguntarnos si en nuestra vida real es así. Si lo primero para nosotros es el amor, el amor al hermano, como lo fue para Jesús, y si no caemos en el legalismo de cumplir alguna ley y dejar tirado al hermano necesitado. El amor es lo primero y principal. Esta es nuestra ley suprema, la ley de Cristo.

¿Vivo así mi vida cristiana, laboral, de estudiante? ¿Es esto el pilar fundamental en mi vida? Pidamos al Espíritu Santo que nos invada de Amor por Dios y los hombres para llegar y alcanzar a vivir así.

¡Amor a Dios y a los hombres!

29/10/2020, jueves de la XXX semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (6, 10-20)

Hermanos: Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder. Poneos las armas de Dios, para poder aguantar las asechanzas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos del aire. Por eso, tomad las armas de Dios para poder resistir en el día malo y manteneros firmes después de haber superado todas las pruebas. Estad firmes; ceñid la cintura con la verdad, y revestid la coraza de la justicia; calzad los pies con la prontitud para el evangelio de la paz. Embrazad el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del maligno. Poneos el casco de la salvación y empuñad la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Siempre en oración y súplica, orad en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con constancia, por todos los santos. Pedid también por mí, para que Dios abra mi boca y me conceda palabras que anuncien sin temor el misterio contenido en el Evangelio, del que soy embajador en cadenas, y tenga valor para hablar de él como debo.

Salmo responsorial (Sal 143, 1. 2. 9-10)
R. ¡Bendito el Señor, mi alcázar!

Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. 
R.

Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos. 
R.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes, y salvas a David, tu siervo, de la espada maligna. 
R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 31-35)

En aquel día, se acercaron unos fariseos a decir a Jesús: «Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte». Jesús les dijo: «Id y decid a ese zorro: “Mira, yo arrojo demonios y realizo curaciones hoy y mañana, y al tercer día quedará consumada. Pero es necesario que camine hoy y mañana y pasado, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén”. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no habéis querido. Mirad, vuestra casa va a ser abandonada. Os digo que no me veréis hasta el día en que digáis: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”»

29 octubre 2020, jueves de la XXX semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas al servicio y alabanza de Su divina majestad.

Las lecturas que nos ofrece hoy la liturgia son de tremenda actualidad. Por otro lado, el Evangelio recoge de manera práctica lo que grafica magistralmente San Pablo en su carta a los Efesios.

“Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder. Poneos las armas que Dios os da, para poder resistir a las estratagemas del diablo”. Hace muy poco hemos sido testigos de cómo la prensa mal intencionada tergiversó unas palabras del Papa Francisco sobre los homosexuales. En situaciones como esta es muy importante que los laicos comprometidos estemos informados de los hechos, en primer lugar, para tener claras las ideas y luego para aclarar dudas allí donde nos encontremos. Es sólo un ejemplo, pero nos pone en guardia de lo que San Pablo nos advierte nos podemos encontrar en medio de nuestro caminar por este mundo. “Estad firmes, repito: abrochaos el cinturón de la verdad, por coraza poneos la justicia; bien calzados para estar dispuestos a anunciar el Evangelio de la paz. Y, por supuesto, tened embrazado el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del malo. Tomad por casco la salvación y por espada la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios, insistiendo y pidiendo en la oración”. Estos elementos militares utilizados por San Pablo nos recuerdan las meditaciones de San Ignacio en los ejercicios espirituales, y nos pueden dar una idea del poder del mal sobre el hombre, la fuerza que puede tener para destruirlo si éste no está preparado. Así como las actuales campañas para evitar el contagio de la COVID-19, donde el uso de una simple mascarilla nos puede liberar de una posible muerte, las armas espirituales que menciona San Pablo nos pueden librar de algo aún más trascendental: la condenación eterna.

«Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.» Él contestó: «Id a decirle a ese zorro: “Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término.” Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén»Jesús, “siempre armado para el combate”, responde sin titubeos a los fariseos que tuvieron que quedarse sorprendidos ante la respuesta del Maestro. El Señor tiene clara su misión y las amenazas de Herodes no le producirán miedo alguno, más bien aprovecha y anuncia con visión profética su entrada y luego su muerte en Jerusalén. Es una lección de valentía que debería motivarnos en nuestra misión personal.

Finalmente, comparto las últimas palabras de san Pablo que me recuerdan mucho a las del Papa Francisco, quien cada vez que puede nos pide que recemos por él: “Pedid también por mí, para que Dios abra mi boca y me conceda palabras que anuncien sin temor el misterio contenido en el Evangelio, del que soy embajador en cadenas. Pedid que tenga valor para hablar de él como debo”Pedimos de manera especial estos días por el santo padre y lo encomendamos a la Virgen, Madre de los apóstoles.

28/10/2020, santos Simón y Judas Tadeo, apóstoles

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,19-22)

Hermanos: Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros entráis con ellos en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Salmo responsorial (Sal 18, 2-3. 4-5)
R. A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. 
R.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. 
R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6, 12-19)

En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Después de bajar con ellos, se paró en una llanura, con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

28 octubre 2020, santos Simón y Judas Tadeo, apóstoles – Puntos de oración

Soy llamado a ser CASA Y FAMILIA que escuchaacoge y sana heridas.

A través de unas sencillas preguntas (que sintetizan el mensaje de la 1ª lectura de mañana), intentamos ir preparando la oración.

¿Qué soy?  Ciudadano de los santos y miembro de la familia de Dios ¡Ahí es nada!

¿Sobre qué está edificada mi vida de fe? Sobre el cimiento de los apóstoles. Más aún, la piedra que sostiene este edificio es el Señor Jesús. La referencia, la fuerza, el modelo y la gracia ¡vienen de él!

¿Qué consigo con todo ello? Ser morada de Dios.

Ser familia de Dios, estar edificado sobre Jesús y convertirme en morada de Dios, harán de mí un pregonero, “un lenguaje” de su vida que da Vida. Y todo ello quizás, sin que hable y sin necesidad de discursos elocuentes. A esto es a lo que nos invita el Salmo 18. Esta idea está muy bien presentada en el pasaje del evangelio. Después que Jesús, sube a la montaña a orarllama a sus discípulos.

Ciertamente, Jesús hace familia por su relación con el Espíritu y también con el Padre. Vive en y desde ellos. Ese “ser morada de Dios” facilita que suscite en su entorno el deseo de ser oído y que tenga esa capacidad de sanar; “salía de él una fuerza que los curaba”.

Para querer permanecer en esta familia donde Jesús es el maestro y desde la cual puedo dar vida a otros, se precisa la cualidad fundamental de la humildad.  ¿Cómo si no vamos a poder referenciar al Señor, lo que somos, hacemos o tratamos de llevar a otros?  La realidad sin embargo es que muchas veces nos encontramos cayendo, pero “Las almas insignificantes se alegran de tropezar. La caída les hace más humildes, pero la humildad les hace fuertes” nos dice el P. Tomás Morales. Asimismo, nos recuerda que “la Virgen te mantendrá en esa humildad sin la cual no podrás permanecer fiel hasta la muerte”.

27/10/2020, martes de la XXX semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (5, 21-33)

Hermanos: Sed sumisos unos a otros en el temor de Cristo: las mujeres, a sus maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia: Él se entregó a si mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne». Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En una palabra, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al marido.

Salmo responsorial (Sal 127, 1-2. 3. 4-5)
R. Dichosos los que temen al Señor.

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. 
R.

Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. 
R.

Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sion, que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. 
R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 18-21)

En aquel tiempo, decía Jesús: «¿A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; creció, se hizo un árbol y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas». Y dijo de nuevo: «¿A qué compararé el reino de Dios? Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó».

27 octubre 2020, martes de la XXX semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Tras ponernos en la presencia de Dios y ofrecerle todo el día, lo hecho o lo que queda por hacer, lo vivido, lo que nos espera, nuestros anhelos y esperanzas, y repetir con san Ignacio la súplica de cada día: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad”, vamos a llenarnos de paz leyendo las lecturas que hoy nos ofrece la liturgia de la Iglesia.

Son de nuevo una llamada al amor, el amor entre esposo y esposa, reflejo del amor de Cristo a su iglesia y de la Iglesia a Cristo, gran misterio, como nos recuerda san Pablo, que habla de la altísima dignidad del matrimonio en el plan de Dios. El amor entre el bautizado y Cristo es también un reflejo del amor entre Cristo y su iglesia. Como Cristo está unido a su Iglesia está unido a cada uno de sus miembros, a cada uno de nosotros.

Pidamos hoy en la oración sentir en el fondo del corazón ese amor de Dios, que nos lleve a exclamar con el salmo: dichosos los que temen al señor y siguen sus caminos.

Jesús nos invita a seguir su camino, a imitar su ejemplo de amor y entrega. Esa es la manera de extender su reino, porque ese amor de Cristo que debe irradiar de nuestros corazones es como esa levadura, como ese grano de mostaza de los que nos habla hoy el evangelio. Una bomba de efectos retardados, pero no por ello menos eficaces.

Que no nos cansemos de derrochar amor, entrega, generosidad. Al darnos no perdemos nada, sino que crecemos, y vamos sembrando granitos de mostaza que crecerán y albergarán, darán cobijo, a muchos que a nuestro alrededor necesitan conocer el verdadero amor.

Vamos a pedírselo así a María, Madre del Divino Amor.

26/10/2020, lunes de la XXX semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,32–5,8)

Hermanos: Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor. De la fornicación, la impureza, indecencia o afán de dinero, ni hablar; es impropio de santos. Tampoco vulgaridades, estupideces o frases de doble sentido; todo eso está fuera de lugar. Lo vuestro es alabar a Dios. Tened entendido que nadie que se da a la fornicación, a la impureza o al afán de dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con argumentos falaces; estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos. Antes sí erais tinieblas, pero ahora, sois luz por el Señor.

Salmo responsorial (Sal 1,1-2.3.4.6)
R. Seamos imitadores de Dios, como hijos queridos.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. 
R.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. 
R.

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. 
R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,10-17)

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y estaba encorvada, sin poderse enderezar de ningún modo. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, se puso a decir a la gente: «Hay seis días tenéis para trabajar; venid, pues, a que os curen en esos días, y no en sábado». Pero el Señor le respondió y dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata en sábado su buey o su burro del pesebre, y lo lleva a abrevar? Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?» A decir estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba por todas las maravillas que hacía.

26 octubre 2020, lunes de la XXX semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Espíritu Santo…, ven.

Santa María, intercede…

(Breve momento de silencio para entrar en la presencia de Dios, que esperaba ardientemente este encuentro conmigo).

Puntos de oración de hoy = buffet libre. Detenerme allí donde encuentro Gracia. Evitar atracones innecesarios (aterrizar en una opción, y acabar con el postre).

Opción A: releo la primera lectura, y traduzco esa carta de Pablo a los efesios a primera persona, dirigida a mí mismo. ¿Cómo se traduce en mi vida? Tener coloquio con Cristo, Nuestro Señor.

Opción B: rumio el salmo, y trato de descubrirme en la dicha de vivir en la ley del Señor (el amor) o esclavizado en idolatrías que entristecen el alma. Si haciendo verdad ante la Palabra de Dios me hallo en pecado, pedir Gracia para salir de él; si me encuentro agradecido y rescatado por el amor de Dios, pedir Gracia para vivir en coherencia con tanto amor recibido. Tener coloquio con Cristo, Nuestro Señor.

Opción C: yo soy la mujer encorvada del Evangelio. Yo tantas veces llevo el peso de no aceptar mi miseria, de no aceptar realidades próximas a mí, de vivir ajeno al amor de Dios. Y Tú, Señor, vienes a mí, y me dices: “mujer, quedas libre de tu enfermedad”. ¿Con qué tono de voz me rescatas de una vida que es capaz de contemplar anchos horizontes? ¿Con qué ternura en tu mirada me acaricias mientras me hablas y me curas? Desde el sagrario hoy me hablas y miras igual que lo hiciste con aquella mujer necesitada hace 2000 años. No tengo ni siquiera tiempo para preocuparme de las críticas de los demás. Me has mirado. Y deseo permanecer bajo tu mirada. Tener coloquio con Cristo, Nuestro Señor.

Postre: recoger durante unos minutos lo que ha sucedido en este rato de oración, qué me ha comunicado el Señor, cómo se me ha mostrado, o quizá dónde me esperaba y yo le he evitado. Reconocer su acción, e identificar mi respuesta.

Dar gracias.

25/10/2020, domingo XXX del Tiempo Ordinario (Ciclo A)

Lectura del libro del Éxodo (22, 20-26)

Esto dice el Señor: «No maltratarás ni oprimirás al emigrante, pues emigrantes fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos. Si los explotas y gritan a mí, yo escucharé su clamor, se encenderá mi ira y os mataré a espada; vuestras mujeres quedarán viudas y a vuestros hijos huérfanos. Si prestas dinero a alguien de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo».

Salmo responsorial (Sal 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 5lab)
R. Yo te amo, Señor; tú eres mí fortaleza.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R.

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. 
R.

Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu ungido. 
R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1, 5c-10)

Hermanos: Sabéis cómo nos comportamos entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la Palabra en medio de una gran tribulación, con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. No solo ha resonado la palabra del Señor en Macedonia y en Acaya desde vuestra comunidad , sino que además vuestra fe en Dios se ha difundido por doquier, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que os hicimos: cómo os convertisteis a Dios abandonando los ídolos, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,34-40)

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?». Él le dijo: «“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. En estos dos mandamientos sostienen toda la Ley y los Profetas».

25 octubre 2020, domingo XXX del Tiempo Ordinario (Ciclo A) – Puntos de oración

El Evangelio de este domingo nos recuerda el fundamento de nuestra existencia. Creados para amar nuestra vida solamente cobra pleno sentido cuando esto se puede realizar en la doble dimensión que expresa Jesús: amor a Dios y amor al prójimo.

Para los fariseos de entonces el primer mandamiento estaba muy claro, y se vanagloriaban de vivirlo día a día. Pero el segundo quizás había sido oscurecido y por eso Jesús lo quiere resaltar al ponerlo casi al mismo nivel que el primero.

Todo el texto de la primera lectura del libro del Éxodo es la expresión concreta del amor al prójimo: no maltratar al emigrante, no explotar a viudas y huérfanos y no prestar con usura.

Quizás la mejor actualización de este Evangelio en el día de hoy ha sido la encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco. Cito dos textos que nos ayuden a meditar. Uno del principio y otro es la oración final.

Las siguientes páginas no pretenden resumir la doctrina sobre el amor fraterno, sino detenerse en su dimensión universal, en su apertura a todos. Entrego esta encíclica social como un humilde aporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras. Si bien la escribí desde mis convicciones cristianas, que me alientan y me nutren, he procurado hacerlo de tal manera que la reflexión se abra al diálogo con todas las personas de buena voluntad. (FT, 6)

Oración al Creador

Señor y Padre de la humanidad,
que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad,

infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal.
Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz.
Impúlsanos a crear sociedades más sanas
y un mundo más digno,
sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras.
Que nuestro corazón se abra
a todos los pueblos y naciones de la tierra,
para reconocer el bien y la belleza
que sembraste en cada uno,
para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes,
de esperanzas compartidas. Amén. (FT, 287)

Archivo del blog