La oración es inseparable de la fe, de la esperanza y del amor. Es más cuestión de corazón, que de mente y de labios.
Calixto I (Roma, ha.155 – íbidem, 222) de nombre secular Calisstus, fue el
16° papa de la Iglesia. Calixto es el primer papa, después de san Pedro,
que figura como mártir en el Martirologio romano más antiguo que se conoce.
La primera lectura nos habla de la libertad: los que
son de Cristo han crucificado la carne con las pasiones.
El Salmo nos dice: Señor, el que te sigue,
tendrá la luz de la vida. Dios exige mucho, pero da más.
Recuerdo las palabras de Jesús a santa Teresa:
cruzando el rio Arlanzón en Burgos, con el agua casi al cuello, se le aparece
Jesús y le dice a la santa: “Así trato yo a mis amigos”; y ella le
responde: “ahora entiendo porque tienes tan pocos”.
El evangelio nos ayuda recordar que debemos seguir a
Jesús ocupando el penúltimo puesto, porque él siempre está en el último,
como decía el Beato Carlos de Foucault.
Señor, nunca dices a los fariseos que pagar el diezmo
de la hierbabuena es el principal mandamiento de la Ley, sino el amor de Dios.
Tú no buscabas los asientos de honor; viniste a servir, y eso es lo que nos
enseñas. Y vas delante de nosotros cargando con tu cruz, los pecados de toda la
humanidad, y nos invitas a ir en pos de ti con nuestras ligeras cruces. El que
te sigue, Señor tendrá la luz de la vida (Juan 8,12).
Las lecturas y el evangelio están muy en la línea de
la Encíclica del Papa Fratelli tutti. En ratos de oración aprovecho
para reflexionar todo lo que dice el Papa de utilidad para nuestra vida.
Que vivamos en estos momentos de dificultad, cara al
covid-19, la alegría de servir y llevar esperanza.
Recuerdo el cartel anunciador de Juan Pablo II en su
primera visita a España: “Testigo de esperanza”. Hoy, San Juan Pablo II nos
pide que vivamos este lema y lo llevemos a los demás.
El lema de esta jornada en el 2020 es "Aquí
estoy, envíame", el cual cobra especial sentido en la crisis sanitaria
de la covid-19.
Que nos sintamos misioneros en este mes del Rosario y
de las misiones.
María, ayúdanos en la misión.