4 octubre 2020, domingo XXVII del Tiempo Ordinario (Ciclo A) – Puntos de oración

El Evangelio de este domingo nos narra la parábola de la viña del Señor. Y es que el Señor lo ha hecho ya todo, nos ha redimido con su cuerpo y su sangre en la cruz, amándonos hasta el extremo. A nosotros nos toca dar el fruto, Él se encarga de plantar la viña que es su palabra, incluso se nos da a sí mismo, para que podamos tener vida divina y transmitirla a los demás; esos son los frutos que quiere el Señor. Somos pues nosotros viñadores encargados de realizar esa labor para que muchos puedan también tener vida y vida en abundancia; pero si nosotros, no cumplimos con la labor encomendada muchos «morirán de frío» por falta de alguien que los lleve al Señor y que se sacrifique por ellos.

San Pablo nos recomienda que no nos inquietemos por los afanes y preocupaciones de este mundo que muchas veces ahogan la semilla plantada en nuestro corazón impidiendo que de buen fruto. Por ello insiste en que presentemos al señor súplicas en todo momento llenos de gratitud, para que la paz interior llene siempre nuestro momento presente y podamos escuchar y cumplir con la voluntad del Señor en medio del trabajo con nuestros compañeros amigos y donde estemos. El señor nos ha elegido para que demos frutos y esos frutos permanezcan, pero si los frutos no son en la medida que el Señor espera de nosotros; podemos pedir con el salmo que vuelva su vista sobre su viña; que somos nosotros, que la proteja con su mano, que ya no queremos apartarnos más de Él, que nos mire con bondad, nos establezca y fortalezca para poder dar los frutos deseados.

Él nos dice: la piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable. Él lo puede todo, somos nosotros los que no acudimos continuamente con verdadera humildad a pedirle su ayuda con confianza audaz como niños pequeños; como nos repetía Abelardo a semejanza de Santa Teresita y el Padre Morales que celebramos hace pocos días.

Este domingo, día del Señor, es un buen día para reflexionar un poco y preguntarnos cuales son los frutos que el Señor quiere para nosotros en esta semana y en este curso. Revisar cómo vamos fructificando los propósitos hechos a los pies de la Virgen en este verano y sigamos esforzándonos para seguir la obra del Señor en nosotros encomendada.

Pidamos a la Virgen que ella nos alcance de su hijo las gracias para alcanzar los frutos deseados. Así sea.

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