21 octubre 2020, miércoles de la XXIX semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Octubre es el mes misionero, el mes del rosario…. Toda la vida la hemos de enmarcar en esas coordenadas, unidos a María y dando a todo lo que hacemos y vivimos una dimensión misionera. El Reino debe llegar a todos, todos son coherederos del misterio de Cristo.

Todos y cada uno de los hombres llamados a ser miembros del mismo Cuerpo y partícipes de la misma Promesa. Al entrar en la presencia del Señor hemos de recordar que formamos parte de un proyecto de amor universal sin fronteras.

Cristo es verdaderamente el momento decisivo de la historia de la humanidad. ¡Y me hace partícipe!

¿Soy de veras consciente de que “esto” es el proyecto de Dios? ¿Participo en la aventura misionera de la Iglesia que quiere ser fiel a ese «proyecto de Dios» de asociar a los paganos a la misma esperanza? ¿Suelo orar por «los que no conocen a Dios»?

El misterio de Cristo debe ser revelado, anunciado a todos. Dios quiere dar a conocer su secreto. Quiere que participen en su proyecto cuantos más mejor. Desde siempre, desde la creación tenía en su mente el proyecto de una humanidad reunida y reconciliada por fin en el amor.

Y hasta el “último de los fieles” ha de cumplir su papel en ese apasionante proyecto. Desde donde humildemente me encuentro puedo hacer avanzar algo ese plan: mi casa, mi colegio, mi oficina, mi parroquia…

¿Cuál es mi tarea en esa obra en la que, entre luces y sombras, se construye el futuro de la humanidad y se va haciendo presente el Reino? ¿Trabajo yo en este sentido?

¡Dios ama a los que yo no amo! ¡Qué formidable invitación a amarlos en adelante!

Unidos al Señor, con toda confianza, escuchando su palabra, hemos de estar también preparados: pues cuando menos lo penséis llegará el Hijo del hombre. Las plegarias eucarísticas nos recuerdan: “Esperamos tu venida gloriosa... esperamos tu retorno... Ven, Señor Jesús”.

Por otra parte, no debemos estar solamente a la espera de la última venida de Jesús, la de nuestra propia muerte, la del fin del mundo. Porque, nunca se repetirá bastante, que las “venidas” de Jesús son múltiples, y nada ostentosas... incluso ¡podemos no verlas! podemos ¡rehusarlas!

Viene tan escondido…mete tan poco ruido… Dios ha pasado buscando amor.

“Llegará cuando menos lo penséis...” Oh Señor, ayúdame a pensarlo. Despierta mi corazón para esos encuentros contigo.

Dichoso el tal empleado si el Amo al llegar lo encuentra en su trabajo.

Ayúdame, Señor, a estar en mi trabajo cada día y a captar tu presencia. Madre, que le conozca, le ame, le siga.

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