Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (1, 12-14)
Después de que Jesús fue levantado al
cielo, los apóstoles volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los
Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Cuando
llegaron, subieron a la sala superior, donde se alojaban: Pedro y Juan y
Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y
Simón el Zelotes y Judas el de Santiago. Todos ellos perseveraban unánimes en
la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y con sus
hermanos.
Salmo Responsorial (Sal 26, 1. 3. 4. 5)
R. El Señor me ha coronado, sobre la columna me
ha exaltado.
El Señor es mi
luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará
temblar? R.
Si un ejército
acampa contra mí, mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra, me siento tranquilo. R.
Una cosa pido
al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando
su templo. R.
Él me
protegerá en su tienda el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca. R.
Lectura del santo Evangelio según
san Lucas (11,27-28)
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantando la voz, le dijo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». Pero él dijo: «Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».