El Evangelio de este domingo nos recuerda el fundamento de nuestra existencia. Creados para amar nuestra vida solamente cobra pleno sentido cuando esto se puede realizar en la doble dimensión que expresa Jesús: amor a Dios y amor al prójimo.
Para los fariseos de entonces el primer
mandamiento estaba muy claro, y se vanagloriaban de vivirlo día a día. Pero el
segundo quizás había sido oscurecido y por eso Jesús lo quiere resaltar al
ponerlo casi al mismo nivel que el primero.
Todo el texto de la primera lectura del
libro del Éxodo es la expresión concreta del amor al prójimo: no maltratar al
emigrante, no explotar a viudas y huérfanos y no prestar con usura.
Quizás la mejor actualización de este
Evangelio en el día de hoy ha sido la encíclica Fratelli Tutti del Papa
Francisco. Cito dos textos que nos ayuden a meditar. Uno del principio y otro
es la oración final.
Las siguientes páginas no pretenden
resumir la doctrina sobre el amor fraterno, sino detenerse en su dimensión
universal, en su apertura a todos. Entrego esta encíclica social como un
humilde aporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de
eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño
de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras. Si bien la
escribí desde mis convicciones cristianas, que me alientan y me nutren, he
procurado hacerlo de tal manera que la reflexión se abra al diálogo con todas
las personas de buena voluntad. (FT,
6)
Oración al Creador
Señor
y Padre de la humanidad,
que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad,
infunde en nuestros corazones un
espíritu fraternal.
Inspíranos un sueño de reencuentro, de
diálogo, de justicia y de paz.
Impúlsanos a crear sociedades más sanas
y un mundo más digno,
sin hambre, sin pobreza, sin violencia,
sin guerras.
Que nuestro corazón se abra
a todos los pueblos y naciones de la
tierra,
para reconocer el bien y la belleza
que sembraste en cada uno,
para estrechar lazos de unidad, de
proyectos comunes,
de esperanzas compartidas. Amén. (FT, 287)