7 octubre 2020, miércoles de la XXVII semana del T. O. – Bienaventurada Virgen María del Rosario – Puntos de oración

Dios te salve María, llena de gracia…, con un ave María nos ponemos en la presencia de Dios para acoger su Palabra y celebrar en nuestro corazón, en unión con toda la Iglesia, la fiesta de Ntra. Señora del Rosario. Con esta fiesta concluye la campaña de la Visitación que nos ha ayudado a vivir el verano, desde el 31 de mayo, como una misión, en olvido de sí.

La Virgen dijo a los niños de Fátima: “Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”. Por lo que el rosario es en primer lugar una oración de petición, de súplica. Por ello hoy podemos empezar la oración con una intención personal. ¿Qué es lo que más me preocupa en este momento? ¿Qué necesito? También nos podemos unir a la intención general de la Iglesia en este mes de octubre, mes de las misiones. Para este año, el papa Francisco ha escogido para la Jornada Mundial de las Misiones 2020, el lema: “Aquí estoy, mándame” (Is 6,8). Aquí estoy, Señor, junto a ti, en este momento en el que “la enfermedad, el sufrimiento, el miedo, el aislamiento nos interpelan” a todos. 

Y pasamos a la contemplación. La oración de hoy debe ser marcadamente contemplativa, como lo es el propio rosario. San Pablo VI nos lo dice: «Sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas y de contradecir la advertencia de Jesús: "Cuando oréis, no seáis charlatanes como los paganos, que creen ser escuchados en virtud de su locuacidad" (Mt 6, 7). Ahora, al ritmo pausado de la respiración y del silencio, podemos meditar un misterio de la vida del Señor, contemplado a través de las cuentas de un rosario entrelazado en los dedos de María. Mirar a la Señora cómo se santigua con el rosario y cómo reza: gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo… El Evangelio nos trae la anunciación del ángel Gabriel: en un pueblo perdido, una joven virgen está en silencio, mira a su interior y ve a Dios; mira a su alrededor y escucha a Gabriel: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo… y la virgen se llamaba María”. Y desde entonces se va a repetir sin fin Dios te salve María, llena de gracia, el Señor es contigo…

El Rosario es sobre todo una iniciativa de la Virgen. Fue Ella quien se lo entregó a la Iglesia por medio de santo Domingo de Guzmán en 1208. Le enseña a rezarlo y le pide que lo difunda en el pueblo de Dios. Muchos años después, nuevamente la Virgen con el rosario en las manos, se va a aparecer primero a santa Bernardita en Lourdes y un poco después a los pastorcitos de Fátima. En Lourdes, Bernardita reza el rosario con la Señora y mientras tanto la Virgen sonreía. “Aquí, la Virgen invitó a Bernardita a rezar el Rosario, desgranando ella misma un Rosario. De este modo, esta Gruta se ha convertido en la sede de una sorprendente escuela de oración, en la que María enseña a todos a contemplar con ardiente amor el rostro de Cristo” (S. Juan Pablo II). En Fátima la Virgen se presentó como la Señora del Rosario.

Cada vez que un cristiano reza el rosario, solo o en grupo, la Virgen sonríe. Ella, respondió al ángel: aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según Tu palabra. En este mes respondamos cada uno en unión con toda la Iglesia: aquí estoy, mándame.

Oración final, especial para este contexto de pandemia: Madre, bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh, Virgen gloriosa y bendita! Amén.

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