18 mayo 2018. Viernes de la VII semana de Pascua – Puntos de oración


“Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. “Un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo”. Podemos hacer la oración de hoy acompañando al gobernador romano Festo y a Pedro. Festo nos ofrece en el texto de Hechos de los Apóstoles su visión externa de los primeros cristianos. De todo lo que ha pasado en la Pasión y Resurrección del Señor. Festo nos recuerda la locura en que consiste el cristianismo: “se trataba solo de ciertas discusiones acerca de su religión”, nada grave; el anuncio de un muerto que revive a la vida… Tantos de los que nos rodean podrían firmar esas palabras. No podemos olvidar el escándalo que supone lo que el Señor ha hecho por nosotros. Las fiestas de la Pascua llegan a su fin, pero este final no puede llevarnos a acostumbrarnos -son ya tantas las Pascuas celebradas- al hecho que llevamos celebrando casi 50 días: ¡Cristo muerto!, ¡Cristo vivo!, ¡revivido! Festo nos lo recuerda: ¿qué absurdez es esta?
Pero Festo no basta. Miremos en nuestra oración la Resurrección de Cristo con ojos paganos, con ojos nuevos, inocentes. Pero nosotros hemos llegado más lejos que Festo. Nosotros podemos ponernos con Pedro, caminando a la altura de Jesús. Podemos mirarle a los ojos y ver cómo nos pregunta: “¿me amas?” Esta pregunta gana una fuerza arrebatadora después de contemplar a Cristo desde la perspectiva de Festo. El extraño, el protagonista de un absurdo, el personaje de un cuento sin sentido; real, de carne y hueso -¡por mí!, ¡por mí!- me mira y me dice: “¿me amas?” Es fácil acostumbrarse a esa pregunta, sobre todo si llevamos muchos años de seguimiento. Ya sabemos que Dios nos ama, que Jesús nos ama y ha muerto por nosotros. Pero no basta con saberlo. El fruto de la Pascua ha de ser vibrar internamente con ese amor. Ese amor que por la fuerza del Espíritu Santo que recibiremos en Pentecostés nos hará incendiar el mundo con su fuego. La Pascua es para más amarle. Para ser más Suyo. Y eso solo lo conseguiré si me adentro en esos ojos Suyos mientras me pregunta: “¿me amas?”

Archivo del blog