19 abril 2015. Domingo de la tercera semana de Pascua (Ciclo B) – Puntos de oración

En este tercer domingo de pascua, retoma el evangelio las lecturas de las apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos. De nuevo vemos cómo “se presenta Jesús en medio de ellos” con su mensaje de pascua: “Paz a vosotros”. Y a pesar de que es Él, y de que se presenta con un mensaje de paz, la reacción fue: “de miedo por la sorpresa”. A menudo nos pasa esto, que cuando el Señor irrumpe súbitamente en nuestra vida, nos alarmamos, nos asustamos y empezamos a dudar, de nosotros mismos, de su existencia, de su presencia real en nuestras vidas, quizás también de sus intenciones.

Pero el Señor, que conoce la pasta de la que estamos hechos, no se alarma, no se asusta por nuestra falta de fe, nuestra falta de entendimiento. Ante esto reacciona con su infinita misericordia. Es más, parece que gracias a nuestras limitaciones y miserias muestra su lado más misericordioso, más paternal. Lo vimos en el pasaje en el que, tras verle andar sobre las olas, Pedro empieza a caminar también sobre las aguas y por su falta de fe empezó a hundirse. La mano del Señor agarrada a la suya le sostuvo a flote. O cuando aquellos dos que caminaban hacia Emaús no supieron reconocerle en el camino ni entender las escrituras. O cuando, es el caso de la lectura de hoy, se presenta Jesús en medio de ellos… y creían ver un fantasma. Lo impresionante del actuar del Señor es ver cómo se abaja y se adapta a nuestras pobres capacidades, a nuestra falta de fe y de esperanza. Hoy les dice a los discípulos y nos dice también a nosotros: “Miradme”, “Palpadme”, “daos cuenta”. Son tres imperativos. Es Él mismo quien nos lo dice, porque necesitamos creer en su resurrección. No es suficiente con que nos lo cuenten, tenemos que creernos de verdad que Jesús ha resucitado y está entre nosotros, en medio de nosotros, y nos dice “paz a vosotros”. Como no acababan de creer, con una paciencia infinita comió delante de ellos… ¡un trozo de pez asado! ¿Hay algo más insulso que un trozo de pez asado frío? Pues Él lo tomó y comió delante de ellos. Con razón dice la canción “es imposible conocerte y no amarte”. A veces hace falta algo tan trivial para traspasar las apariencias, convertirse y creer. Y nosotros, como termina el evangelio de hoy, somos testigos de esto.

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