Espero que te ayuden estas palabras que te pongo a continuación para
llevar a cabo con fruto este rato de oración. Dedícale este tiempo al Señor en
la soledad acompañada por Él.
Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven, Espíritu
Divino, e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
Te invito a que en esta predisposición y con la ayuda del Espíritu
Santo, medites con calma la palabra de Dios que hoy nos ofrece la Iglesia. Las
lecturas nos animan a contemplar y meditar sobre el deseo de descansar en el
Señor. Una de las primeras imágenes que nos pueden llegar a la mente es la de
Jesucristo Buen Pastor sosteniendo a la oveja sobre sus hombros, procurando su
bienestar. Descansar como oveja sobre los hombros del Señor. Este debe ser
anhelo fundamental del cristiano, descansar en Él. ¿Y qué es preciso para ello?
Sólo quererlo de corazón. Quiero descansar en ti Señor, lo deseo de todo
corazón, porque en tu regazo encontraré el verdadero gozo, la felicidad. Sentir
sólo tu abrazo Señor; ese abrazo que me da seguridad, inmenso e inmerecido
gozo.
Dios está constantemente saliendo a nuestro encuentro, para hacernos
descansar en Él. Pero somos nosotros los que también demos de responder y
aceptar introducirnos en su regazo para poder descansar. ¿Estás cansado y agobiado
porque no encuentras “el verdadero pasto” donde comer, pacer, y vives bajo la
acechanza de los “lobos”? ¿Por qué no buscas al Pastor que te sale al encuentro
y te da la verdadera seguridad que anhelas? Esta es la clave.
Él nos dice “¡Yo os aliviaré! Nos invita: venid a descansar conmigo,
apoyad vuestra cabeza sobre mi pecho y reposad. Como dice la primera lectura:
“Empeñémonos, por tanto, en entrar en aquel descanso”. Empeñaros, pero
empeñaros con fe; como se empeñaron los amigos del paralítico. Sabían que Jesús
tenía el poder de curar a su amigo, creyeron en Él y se empeñaron para
descolgarlo a través de las tejas, donde estaba Jesús. ¡Qué fe! ¿Te imaginas la
escena? El paralítico quedó curado, y junto a sus amigos encontró descanso al
ir a buscar al verdadero Pastor de las ovejas.
Pedimos a nuestra Santísima Madre que nos conduzca siempre al encuentro del verdadero Pastor, y que nosotros nunca nos cansemos de buscarle.