En la oración de este día, ya
damos un salto desde Belén, la Natividad del Señor, al comienzo de la vida
pública de S. Juan Bautista.
El Bautista ha comenzado su
predicación, y su persona comienza a cuestionar a no pocos en Jerusalén..., y
se envía a sacerdotes y levitas a preguntarle “¿tú quién eres...?”
Y el responde: «Yo soy
la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el
profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías,
ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió:
«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que
no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la
correa de la sandalia».
Nadie, como S. Juan Bautista ha preparado el camino al
Señor, y tiene que ser para nosotros un modelo a seguir, al comenzar este nuevo
año civil 2020.
Todo bautizado es un pequeño Juan, que prepara los
caminos del Señor allí donde se encuentra, familia..., trabajo...,
amistades..., relaciones sociales…
Si Cristo ha nacido en nosotros en esta Navidad,
debemos tener clavada en el alma la vocación de precursores de Cristo...
Si contemplamos al Precursor, nos damos cuenta lo
lejos que estamos de ser esos testigos vivientes de lo Eterno, en medio de un
mundo que no cree en Dios… Reforcemos nuestra oración personal..., potenciemos
el espíritu de penitencia y austeridad..., y no tengamos miedo a proclamar la
Verdad que creemos… Nos van a preguntar ¿con qué autoridad lo hacemos? Nos van
a cuestionar nuestra propia identidad de creyentes..., pero tenemos que estar
seguros en nuestra respuesta… Nosotros solo anunciamos a Aquel que viene, y al
que no somos dignos “ni siquiera de desatar la correa de su sandalia…” Cristo
está viniendo constantemente, en busca de aquellos que no le conocen, o que lo
ignoran, pero que lo necesitan, consciente o inconscientemente, para ser
felices….
Nuestra misión de colaboradores en el plan de Dios, siempre está comenzando, y el éxito de la misma, depende de nuestro entusiasmo y vivencia personal, a la hora de testimoniar el Bien, la Verdad y la Belleza que es Jesucristo.