16 noviembre 2021, martes de la 33ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Estamos en la última semana del Tiempo Ordinario. El Año Litúrgico acaba con la festividad de Jesucristo Rey Eterno y Señor Universal, como señor del tiempo, de la historia y la Creación. Por eso, en la liturgia del Sábado Santo, al bendecir el cirio pascual y señalar con un punzón el año, el sacerdote dice “Suyo es el tiempo…”. Efectivamente, es el dueño. ¡Cuántas veces actuamos como si fuera nuestro! Y es que sucede como con la vida: nos lo da y nos lo quita porque estamos en sus manos, queramos o no. Esta sería una bonita idea para meditar.

Pero el evangelio, con la llamada de Zaqueo (que nos puede recordar la nuestra con el deseo de ver a Jesús, conocerle, amarle, vivirle, tocarle, comer con él) puede ser muy gratificante. Es un evangelio que seguro hemos contemplado muchas veces quizá, pero hagámoslo hoy como si fuera la primera.

La primera lectura, con el ejemplo de Eleazar, siempre me recuerda a mi padre, cuando una vez le querían hacer fumar y no había fumado nunca, empezó a toser y tiró el cigarro con un gesto poco agradable a los amigos. Yo era pequeño. Ahora, recordándolo, siempre le tengo que agradecer que a mí tampoco me gustara fumar. ¡Cuántas gracias le doy!

Pero, para acabar, no puedo dejar de citar el salmo 3 “El Señor me sostiene”. ¡Qué riqueza! Hay una oración en la liturgia de la misa que dice: “Señor, Tu inspiras, sostienes y alimentas nuestra súplica… Tus promesas superan nuestros deseos, haz que nos conduzcan a la vida eterna”. Así es. Él, por el Espíritu Santo, al que tenemos que invocar siempre al comienzo de la oración para que la inspire, inspire lo que debemos meditar y nos sostenga todos los días, sin dejarla por nada del mundo, y así alimentarla.

Podemos acabar con una mirada a la Virgen, cerquita de la Inmaculada en su campaña que vamos preparando, y verla prendida en el tiempo de Dios, invitada por el ángel a ser su Madre, modelo ideal del militante. Cómo la inspira el Espíritu Santo en la respuesta al Ángel, en la visita a Isabel con el canto del Magníficat. Y es que la inspira, sostiene y alimenta siempre con su presencia. Amén. Así sea. 

Archivo del blog