Hoy el Señor nos da una lección de vida.
Tenemos que leer el evangelio despacio, como un niño que está aprendiendo a
leer y no quiere perder detalle.
Jesús nos impulsa a vivir en el mundo y
usar de las cosas del mundo, pero siendo fieles y justos. Tratando de vivir la
justicia con cosas que quizás en principio nos parezcan injustas. Es la
ambigüedad de las cosas del mundo. Ahí nos ha puesto el Señor, en nuestra vocación
laical y ahí tenemos que dar fruto.
Pero la sentencia que más brilla en este
grupo de enseñanzas recogidas por Lucas es la de “no podéis servir a Dios y al
dinero”. Siguiendo la lógica de lo que ha dicho antes está claro que tendremos
que usar el dinero con justicia, pero nunca debemos dejar que se convierta en
nuestro señor y nos esclavice. El único Señor es el Señor Jesús.
Y en esto no nos engañemos, porque Dios ve
siempre lo que está en nuestro corazón. A Él únicamente tenemos que servir de
verdad, todo lo demás es secundario, aunque tengamos que usarlo con prudencia y
justicia.
Que Santa María, en su día, nos ayude y acompañe.