4 octubre 2019. Viernes de la XXVI semana del T. Ordinario – San Francisco de Asís – Puntos de oración


Habiendo pasado tres días del aniversario del día de la partida a la casa del Padre de Nuestro Venerable Padre Morales y la Memoria de Santa Teresita del Niño Jesús; adalid de nuestro Movimiento y Cruzada de Santa María, tratamos de pedirle a nuestra Madre que nos haga pequeñitos y nos vaya fortaleciendo con esa savia carmelitana como decía el Padre Morales.
Humildes y penitentes como el publicano en comunión con la Iglesia en la conmemoración de la memoria e intercesión de San Francisco; fundador de la orden franciscana, patrón de Italia. Comenzamos poniéndonos en presencia del Señor y Nuestra Madre y pidiendo que todas nuestras intenciones y operaciones sean puramente ordenadas para la gloria, servicio y alabanza de Nuestro Señor.
Haciendo eco de la lectura del Libro de Baruc, podemos pedir también perdón al Señor porque pecamos contra Él, no haciéndole caso, desobedecimos al plan trazado por Dios para nuestra vida; sirviendo a tantos dioses ajenos, así como el valernos en nuestras solas fuerzas y criterios. Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre; nos repite el salmo y que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre.
En el evangelio, contemplamos la escena: Jesús reprende a las ciudades en las cuales anunció el evangelio e hizo muchos milagros: «¡Ay de ti, Corozaín!; ¡ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que, en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido. ¡Cuántas gracias que el Señor nos va dando! y muchas veces las recibimos inconscientemente o ni siquiera le agradecemos al Señor por tanto bien recibido. Una vez más, pidamos al Señor en este día la gracia de seguir avanzando por este camino de conversión y pongamos los medios para ello.
Encontrándonos ya en la sexta y última etapa de nuestra campaña de la Visitación titulada “volver a casa”, pidamos a La Virgen, que sea ella, la que nos enseñe a vivir la vida corriente de este curso sublimándola con el amor que ella lleva dentro y aprender a justificarme menos, confiar más en el Señor y saber callar; como la Virgen ante San José después de su retorno a Nazareth, luego de haber estado con su prima Isabel.
Podríamos concluir con un coloquio con la Virgen mirándola a Ella y observando que nos puede sugerir su mirada, sus gestos y palabras acerca del plan que el Señor tiene para cada uno de nosotros en este día.

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