12 octubre 2019. Bienaventurada Virgen María del Pilar – Puntos de oración


En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.»
Pero él repuso: «Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»
Si realmente creyéramos. Hoy nos ocurriría como con la Virgen. La palabra de Dios se hizo carne. Tomo vida en ella. Qué bien lo sabe el Señor y que clarito nos lo deja. La palabra de Dios tiene la capacidad performativa. Realiza, actúa en nosotros, aquello que leemos. No llega vacía al cielo de vuelta después de actuar. Es como la lluvia que tanto necesitamos ahora. Nosotros estamos sedientos, yo por lo menos, como tierra reseca. A pesar de cultivar la oración, de rezar a diario, el ambiente en que vivimos evapora rápido el agua o el rocío mañanero que nos llega con la oración. Por eso es preciso la lectura asidua de la palabra de dios, bien a través de los puntos, de la lectura de alguna biografía de santos o de la biblia directamente. Creyendo que la palabra está viva, que Jesús está presente cuando la leo, que la dice para mí. Porque en Él está ya todo presente al estar resucitado. Todo se actualiza.
Tenemos que pedir esta fe. Esta fe que hoy celebramos y que se representa en esa columna, el Pilar. Nuestra fe tiene como fundamento la roca de los apóstoles. Ellos transmitieron eficaz y verdaderamente la palabra y más en esta España nuestra. Esta sería una segunda idea para la oración. Que fe transmito, que palabra testimonia mi vida. Ella desde ese pilar nos llama la atención y nos encomienda hacer lo que Él nos diga. De ahí la necesaria escucha.
Repetir el salmo:
El Señor me ha coronado,
sobre la columna me ha exaltado.
A ella que es la más humilde. Que se ha hecho pequeñita. Cuanto nos cuesta el testimonio de la vida ordinaria. De ponernos el delantal para servir en lo cotidiano.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? 
Pedir y no cansarnos de pedir. Señor ilumina nuestras inteligencias. Fortalece nuestros corazones.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. 
Llevar a los demás la paz. Yo me conformaría con eso. Señor haz Tú la paz en mi corazón.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. 
Y si hoy me concede saborear su dulzura. ¿Qué más puedo pedir en la oración?
Él me protegerá en su tienda el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. 
Recordamos finalmente esos días en el circo de Gredos en esos atardeceres suaves junto a la Virgen, escondida en la roca.

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