18 mayo 2015. Lunes de la séptima semana de Pascua – Puntos de oración

Durante esta semana es necesario vivir la experiencia del cenáculo. El domingo anterior el Señor se nos fue al cielo y esto era necesario para que nos enviara el Espíritu Santo. Por eso durante estos días es necesario unirse a la Virgen y suplicar: ¡VEN ESPÍTITU SANTO!
Todo el tiempo que Jesús pasó en la tierra, lo pasó preparando a sus discípulos para el momento de su muerte y resurrección, en primer lugar, y después para el momento de la separación; por eso tanta insistencia en que cuando venga el Paráclito, “Él os lo enseñará todo y comprenderéis mis palabras”
Durante los días que pasaron desde la Ascensión hasta Pentecostés, los discípulos se escondieron y en torno a la Virgen se dedicaban a esperar al que Jesús les había prometido. No sabían muy bien lo que iba a suceder pero la Madre común les daba fuerzas para no perder la esperanza.
¡Cómo necesitamos, también hoy, juntarnos en torno a María e implorar la venida del Espíritu Santo! ¡Necesitamos sentir de nuevo las palabras de Jesús deseándonos la paz y la alegría!
La alegría debe ser el carnet de identidad de los cristianos y esforzarse por mantener esa alegría que nace del corazón es imprescindible. La perfecta alegría nace de un corazón puro y en gracia de Dios. Te animo a recibir en estos días el sacramento de la penitencia. Que nunca el recuerdo de tus pecados te quite la alegría.
San Francisco de Asís un día, riñó a uno de sus compañeros que parecía estar triste y con el rostro apenado: “¿Por qué manifiestas así la tristeza y el dolor que sientes por tus pecados? Es un asunto entre Dios y tú. Pídele que te dé, por su bondad, el gozo de la salvación. Delante de mí y delante de los demás, procura presentarte siempre gozoso, porque no es bueno que un servidor de Dios aparezca delante de los hermanos o de los otros hombres con un rostro triste y enfurruñado”.

Para terminar la oración, te invito a rezar, despacio la siguiente oración al Espíritu Santo.

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