Hoy es un día especial para que nuestra
oración adquiera mayor compromiso y experiencia de Dios junto a nuestra “Torre
de David” nuestra Señora del Rosario.
El número de la resista Estar está
orientada a vivir con perseverancia la oración del Rosario a lo largo de todo
el mes.
Hoy finalizamos la Campaña de la
Visitación, donde a lo largo de estos meses de verano hemos intentado vivir
de fe, al calor de la oración junto a María. Ha estado ayudando en todas
las necesidades a su prima Isabel:
- Dando lo mejor de sí a todas las personas que acompañaban en la casa de Isabel
- Repartiendo una alegría que brota del corazón, como sólo ella es capaz de hacerlo María. Sonriendo, sin una sombra de queja y tristeza en su rostro.
- Integrando con equilibrio magistral el papal de Marta y María como se nos presenta hoy en el Evangelio. Es diligente en la acción, venciendo la pereza, eliminando la vanidad. Constante y metódica en las horas de silencio, al atardecer y al amanecer. Descansa, habla y adora contemplando a Jesús que lleva dentro de su seno.
La campaña no termina, se transforma en
vivir son sencillez y constancia la luz que nos ilumina desde Nazaret.
Tenemos que seguir vigilantes. Hay muchos motivos para ello.
Iniciamos el curso con noticias
escalofriantes que nos llegan filtradas desde las regiones de Medio y Extremo Oriente.
La Iglesia está perseguida allí. Aquí y ahora en España y también en mí. La
solución más fácil y efectiva, es la oración de los sencillos. No pongas límite
a la oración. Sí pongamos límites a todo aquello que de desordena y que puedo
estar “apegado” a ello: al móvil, internet… a veces me arrastra a vivir fuera
de mí.
Contempla la escena del Evangelio de
hoy.
Jesús es recibido en la casa de Marta.
Marta tiene que atender a los invitados. Se pone un poco nerviosa. Quizás sean
demasiados y con ganas de comer (me refiero a los discípulos y los que les
acompañan. Cuando dejamos que los demás se cansen sin quejarse y yo sigo
sentado, sin echar una mano. Con facilidad puede surgir la queja. Y pedir que
nos ayuden, como manifiesta Marta.
Y María su hermana no era capaz de
perder ni un momento de presencia con el Señor. No siempre estaba en su casa y
quería empaparse a sus pies escuchando la Palabra de Jesús…
Pues, ya lo sabes, a imitar con
equilibrio cada día la actitud de Marta y María.
Tenemos que rezar el rosario con mayor
cuidado, porque estamos librando una batalla más cruenta que la que
sucedió tal día como hoy en Lepanto, en el año 1571.
La Iglesia, como Madre y miles de sus
hijos, por el hecho de ser cristianos son martirizados. Tú y yo ¿qué podemos
hacer? Por lo menos rezar cada día de este mes el Rosario con esta intención
por la paz, por nuestros hermanos perseguidos.