14 octubre 2014. Martes de la XXVIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Ofrecemos nuestras vidas al Corazón de Cristo, por medio del Corazón Inmaculado de Santa María, nuestra Reina y Madre, todos nuestros trabajos, alegrías y sufrimientos. Y lo hacemos uniéndonos por todas las intenciones por las que se inmola continuamente sobre los altares.
Las lecturas que nos ofrece hoy la Iglesia están estrechamente enlazadas, la carta del apóstol San Pablo con el evangelio de Lucas. La Ley no  nos salva. Lo único que nos salva es la práctica del amor. En los primeros años del cristianismo, la sombra de la antigua ley creaba dudas en las formas de actuar a los cristianos procedentes del judaísmo, principalmente. No eran capaces de sacudirse ese yugo del rigorismo en el cumplimiento de los mandamientos a través de mis fuerzas, en el cumplimiento perfecto de las leyes.
En la lectura del evangelio se nos presenta a un Jesús duro en el trato. Parece que Cristo se revuelve con fuerza cada vez que encuentra un corazón desconfiado, que juzga por las apariencias externas. Quizá también a nosotros nos pueda pasar algo similar, juzgamos por apariencias, por lo que vemos. No somos profundos en los juicios, sólo vemos lo superficial, sin ver el corazón de las personas. Podemos ser duros en el juicio de nuestros hermanos sin ver el corazón. Nadie conoce el interior de los hombres sino Dios. Por eso, no podemos criticar. No conocemos las circunstancias por las que ha pasado esa persona o el momento personal de su vida. El hombre es un misterio. Por eso, que siempre nuestras correcciones o comentarios sean desde el amor, considerando a los demás por encima de uno mismo.
¿Qué más nos puede decir el evangelio de hoy? Lo mismo que al fariseo: “Da limosna de lo de dentro y lo tendrás limpio todo” Porque el que da limosna practica el amor. Como decía la Madre Teresa de Calcuta: el fruto de la fe (fe activa nos dirá san Pablo) es el amor; el fruto del amor es el servicio (la limosna de lo de dentro que nos pide el Señor). Por consiguiente en la oración del día, una súplica dirigida al Señor: dame una fe activa que me haga crecer en el amor, en el servicio a los demás. Y cuánto (por lo menos yo) podemos caminar en esto.

Nos ponemos al lado de María la madre de Jesús. Dios la hizo toda limpia por dentro. Ella nos enseñará lo que es el servicio, la práctica del amor.

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