Ofrecemos
nuestras vidas al Corazón de Cristo, por medio del Corazón Inmaculado de Santa
María, nuestra Reina y Madre, todos nuestros trabajos, alegrías y sufrimientos.
Y lo hacemos uniéndonos por todas las intenciones por las que se inmola
continuamente sobre los altares.
Las lecturas
que nos ofrece hoy la Iglesia están estrechamente enlazadas, la carta del apóstol
San Pablo con el evangelio de Lucas. La Ley no nos salva. Lo único que
nos salva es la práctica del amor. En los primeros años del cristianismo, la
sombra de la antigua ley creaba dudas en las formas de actuar a los cristianos
procedentes del judaísmo, principalmente. No eran capaces de sacudirse ese yugo
del rigorismo en el cumplimiento de los mandamientos a través de mis fuerzas,
en el cumplimiento perfecto de las leyes.
En la lectura
del evangelio se nos presenta a un Jesús duro en el trato. Parece que Cristo se
revuelve con fuerza cada vez que encuentra un corazón desconfiado, que juzga
por las apariencias externas. Quizá también a nosotros nos pueda pasar algo
similar, juzgamos por apariencias, por lo que vemos. No somos profundos en los
juicios, sólo vemos lo superficial, sin ver el corazón de las personas. Podemos
ser duros en el juicio de nuestros hermanos sin ver el corazón. Nadie conoce el
interior de los hombres sino Dios. Por eso, no podemos criticar. No conocemos
las circunstancias por las que ha pasado esa persona o el momento personal de
su vida. El hombre es un misterio. Por eso, que siempre nuestras correcciones o
comentarios sean desde el amor, considerando a los demás por encima de uno
mismo.
¿Qué más nos
puede decir el evangelio de hoy? Lo mismo que al fariseo: “Da limosna de lo de
dentro y lo tendrás limpio todo” Porque el que da limosna practica el amor.
Como decía la Madre Teresa de Calcuta: el fruto de la fe (fe activa nos dirá
san Pablo) es el amor; el fruto del amor es el servicio (la limosna de lo de
dentro que nos pide el Señor). Por consiguiente en la oración del día, una
súplica dirigida al Señor: dame una fe activa que me haga crecer en el amor, en
el servicio a los demás. Y cuánto (por lo menos yo) podemos caminar en esto.
Nos ponemos al
lado de María la madre de Jesús. Dios la hizo toda limpia por dentro. Ella nos
enseñará lo que es el servicio, la práctica del amor.