9 octubre 2014. Jueves de la XXVII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Al leer este evangelio de hoy he recordado un libro que durante muchos años me ha acompañado: “Día y noche” de Jean Lafrance. El recibió una vocación a la oración constante, día y noche. Hoy estos puntos de oración son su testimonio:
“…si hubiera de escoger unas palabras que expresen el sentido de mi vida, escogería las de Jesús a la viuda inoportuna… ¿y no hará justicia Dios a sus elegidos que le claman día y noche? La oración es el secreto de mi vida, y el secreto de mi alma… Sé por experiencia que la oración lo ha sido todo para mí, que ha sido la fuente de mis mayores alegrías: jamás he sido tan feliz como rezando. En la oración también se disipan todos mis sufrimientos. Sin ella no sé dónde estaría; puede que incluso hubiera perdido la cabeza. La oración lo ha sido todo para mí. Ha sido realmente la vida de mi vida… Dios quiere que oremos sin cesar y sin desfallecer nunca. El escoge hombres que haga efectiva y real esta oración, para los cuales la oración es lo único necesario, la actividad única. Viven como todo el mundo, pero apenas tienen un momento libre, se sumergen en la oración día y noche.  Yo rezo siempre “danos la alegría, la confianza en la oración”. Cuando la oración resulta ardua e imposible, se acoge uno a la oración de la Iglesia. Pienso en la adoración de los monjes, ermitaños y de todos los hombres ignorados que se dedican a arrancarle a Dios la salvación de sus hermanos…. Y luego, lógicamente, está la Virgen santísima. Jamás he recurrido tanto a Ella como en los momentos difíciles. Cada noche me despierto hacia medianoche para rezar los misterios gozosos. Creo que el Espíritu Santo y la Virgen son los dos grandes intercesores orantes. En cierto sentido soy un pobre y busco oración entre quienes hozan del algún crédito delante de Dios. La verdadera oración tiene lugar siempre de noche… Oh noche que guiaste oh noche amable más que la alborada, oh noche que juntaste amado con amada con amado trasformada.”

Este es el testimonio de Jena Lafrance, en su último libro. Fallecería seis semanas más tarde. Espero que te ayude hoy a suplicar el don de la oración.

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