20 diciembre 2013. Viernes de la tercera semana de Adviento – Puntos de oración

Para un militante la oración de hoy es muy sencilla. Se trataría de contemplar un pasaje que salvo en Pascua de Resurrección, recita dos o tres veces a lo largo del día, cuando eleva su corazón recordando a la Madre en el rezo del Ángelus.

1. Preparación de nuestra alma para el encuentro con Jesús.

Invocamos al Espíritu Santo, repitiendo pausadamente las oraciones: “Ven Espíritu Santo”, “ven dulce huésped del alma”, “concédenos la gracia de acercarme a entender un poquito que es la Encarnación del Verbo”.

Pedimos hoy especialmente ayuda a la Madre: “Madre, tus ojos para mirar la escena, tus oídos para escuchar al Ángel y a tus respuestas, tu corazón para sentir como el Creador se hace carne por mí”. Podemos rezar un avemaría sin prisas….

No podemos olvidarnos de San José, maestro de oración. Le invocamos: “San José enséñanos a orar, cuida de nuestra perseverancia”.  “Hoy te pido intercedas para concederme la gracia de la humildad, que mi apego al vano honor del mundo, mi crecida soberbia, mis “idolillos” cotidianos, no impidan que Jesús habite en mí”.

2 – Después de pedir ayuda. A mí me gusta empezar la oración recitando el Salmo.  Hoy corresponde el salmo 23.

“Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria”.

El señor va a entrar en el mundo en la Encarnación, va a entrar si le dejamos en nuestra alma. El que es el Señor de la tierra y cuanto la llena, quiere morar en el hombre de manos inocentes y puro corazón, aquel que no confía en los ídolos.

3 – Traer a nuestra imaginación la escena de una joven hebrea de hace dos mil años, a la que de pronto se le aparece un enviado de Dios. No nos debe costar especialmente, es una escena repetida por muchos pintores.

El ángel, entrando a su presencia, dijo:

“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.

Como escribía Benedicto XVI llama la atención que en el saludo, el ángel no se dirija a María con el término judío, Shalom- la paz esté contigo-.  El enviado utiliza la fórmula griega chaire, cuyo verdadero significado es: ¡Alégrate! Con este saludo del ángel – podríamos decir – comienza en sentido propio el Nuevo Testamento. El mensaje acotado al pueblo judío, se convierte en un mensaje universal.

Ella se turbó ante estas palabras.

El ángel le dijo: “Concebirás en tu vientre”, María se va a convertir en una nueva Arca de la Alianza un lugar de auténtica inhabitación del Señor: el primer sagrario.

“¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?” La pregunta de María se enfoca al “cómo”, no duda de que no vaya a ocurrir lo que trasmite el ángel, pero hay algo que no entiende: el “cómo”  puede cumplirse la promesa.

Hay algo en el interior de la Virgen que humanamente es contradictorio con el nuevo mensaje. Es como si ella tuviese un proyecto y Dios se lo cambiará. Como sí interiormente pensará: “Yo tenía un plan de vida que intuía me lo sugerías Tú y ahora vienes y me pides algo que a mi entender no es compatible”.  

Ratzinger comentando esto presentaría a María: “como una mujer de gran interioridad, que une el corazón y la razón y trata de entender el contexto, el conjunto del mensaje de Dios. De este modo, se convierte en imagen de la Iglesia que reflexiona sobre la Palabra de Dios, trata de comprenderla en su totalidad”.

Nosotros creemos ser dueños del instante, pero el tiempo es de Dios. Él cambia nuestros planes para que estos se ajusten a su proyecto. María por razones que objetivamente no conocemos, no ve lógico  convertirse en madre del Mesías mediante una relación conyugal. El ángel le aclara que ella no será madre de modo normal, sino mediante “la sombra del poder del Altísimo”, mediante la llegada del Espíritu Santo. 

“Hágase en mí según tu palabra”.  Tu Señor cambias mis planes, pero lo acepto. Yo soy criatura y tú eres Dios. 

4 – Hacer examen de la oración y ver qué luz nos ha trasmitido especialmente el Espíritu Santo.

A modo de quinta semana de Ejercicios, recordar a lo largo de la jornada esta luz para elevar de vez en cuando nuestro corazón a Dios.

Finalmente no marcharnos de la oración sin pedir la gracia de ser Amigo de Dios.  De que nuestro instante este en sintonía con su  tiempo.

Archivo del blog