Ayer comenzamos un nuevo año
litúrgico, con lo que esto
supone de acción de gracias y de petición... Os animo a renovar vuestra oración
con los mismos deseos que la Iglesia tiene y nos propone en estas fechas tan
entrañables...
El P. Morales, S.J. gustaba
decirnos que: "El
alma que permanece fiel en seguir paso a paso a Jesús en los misterios de su
vida, tal como la iglesia nos los presenta en el Año Litúrgico, va copiando en
la suya, en su alma, los rasgos de Jesucristo, y el Espíritu Santo, artista
divino, dedo de Dios, esculpe en su corazón, poco a poco, la imagen del
Señor..."
El evangelio que hoy nos presenta
la Iglesia resalta de modo particular el tema de la Fe del centurión.¡Cuántas
veces en nuestra vida, no hemos repetido sus palabras en primera persona antes
de la comunión eucarística...!"Señor, no soy digno de que entres en mi
casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme..." Ya son parte de nuestra vivir y son la
mejor expresión de nuestro amor y de nuestros deseos... Esta oración sencilla,
encierra en sí misma unas notas que bien podríamos orar en este día:
Primera nota: Llamamos a Jesús, Señor...
Segunda nota: Reconocemos nuestra indignidad y
nuestra pobreza...
Tercera nota: Realizamos un acto de fe en nuestra
curación interior.
I. Llamar a Jesús, Señor, es reconocerle como Dios
y darle la potestad que se merece en nuestra vida y en nuestras cosas... ¡Que
siempre sea Jesús el Señor...! ¡Aquel ante quien todo se deja, y todo se
hace...! ¡Aquel que no tiene que pedirnos nada, porque todo le pertenece en
nosotros...! ¡Jesús es el Señor...! ¡Ven, Señor, Jesús..., no tarde..., mira
que te esperamos...!
II. Reconocer nuestra indignidad y
nuestra pobreza, es parte del consuelo que
implica pedir su venida. ¿Quién es digno de Dios? ¡Nadie...! Tan solo lo fue la
Virgen María, y porque fue predestinada para tal dignidad..., pues Dios no se
merecía menos. ¡Gocémonos en estas fechas al contemplar nuestra pequeñez y
nuestra nada, y al ver como Dios la busca para en ella hacer su nido...!
¡Belén, una cueva, un pesebre...! ¡Nuestras almas en estos días deben ser para
Dios el lugar de su nacimiento..., el sitio de su descanso.., el consuelo de su
venida...!
III. Entonces sí, nos brotará
espontaneo el acto de Fe que pide, suplica, y
ruega su venida... La Fe es el medio que Dios nos ha dado para que actualicemos
sus misterios en nosotros, para que descubramos su Presencia y su acción
bienhechora en el alma de quien le espera, le busca, lo recibe... ¡Avivemos
nuestra Fe en este Adviento que se avecina...! ¡La Fe es la puerta del Misterio
de la Encarnación del Verbo…! ¡Solo la fe los sencillos..., de los pequeños...,
y de los humildes..., se postra ante tanta Luz y tanto Amor derramado sobre el
mundo... ¡Gocémonos en nuestra indignidad, que hace posible su venida..., su
presencia..., su perdón...!
Si el Año Litúrgico es el camino más corto para encontrar
en el Verbo Encarnado, lo que necesita nuestra flaqueza..., la Virgen María es
el atajo más rápido para conocer, amar y seguir a Jesucristo. Que Ella nos
estimule en este nuevo Adviento que iniciamos.