Tú no me ahorras problemas, me salvas en ellos.
Espíritu Santo…, ven.
Santa María…, intercede.
Esteban. Protomártir (primer
mártir). Por eso la Iglesia seduce cada vez a más jóvenes. Es auténtica, veraz,
no engaña. El día después de Navidad nos señala por dónde pasa el camino
cristiano: el martirio. El pesebre lleva a la cruz.
Decía el padre Morales que
pesebre y cruz estaban hechas de la misma madera.
Una clave ante la que permanecer
en silencio y en actitud orante en nuestro encuentro íntimo con Dios hoy: “el
que persevere hasta el final, se salvará”.
¿Cómo se traduce esta certeza en
tu vida, en mi vida de fe? Te invito a que no tires de ideas, sino de historia
personal, de tu historia de salvación personal. A continuación, te ofrezco
alguna, por si ayuda. Pero busca la tuya, la tienes y conviene encontrarla, te
ayudará a actualizar tu historia de salvación, a vivir la Navidad:
· Quien preserve el fruto para que
no sea amargo, aún en la prueba, degustará mi amor, más dulce que la miel.
· El que no se tire del coche al
entrar en el túnel, terminará viendo la luz. La prueba acaba, mi amor
incondicional no.
· Quien conceda a mi amor y
fidelidad la última palabra, superará la prueba.
· Morir no mata, si es por amor.
Solo mata el odio, el rencor, o la parálisis del miedo, porque te aleja de Mí.
· Vivir como salvados es afrontar
la prueba, sabiéndote, Jesús, ya vencedor en mí, si permanezco en Ti.
· Ser cristiano es vivir en la casa
del amor, no en la casa del miedo.
Pon palabras, desde tu historia
de salvación a: “el que persevere hasta el final, se salvará”.
Guarda un momento de silencio, y degústalas.
Acabo la oración con un coloquio
con el Niño. Él duerme, la tempestad espera agazapada. La historia del Amor en
mi vida será una batalla. Pero el martirio, que antes o después llegará, blanco
o rojo, pasa por mirar a este Niño indefenso y dejarme conquistar por Él. El
martirio es dejar que el Amor triunfe en nuestros egoísmos. Hasta las últimas
consecuencias.
Hágase. Estar.