28 diciembre 2020,Lunes. Octava de Navidad. Los Santos Inocentes, mártires.

Hoy, la Iglesia nos propone la festividad de los Santos Inocentes. A través de la liturgia y lecturas se abren caminos para hacer oración sobre ello. Escogemos uno, de los posibles enfoques tomado de las lecturas y salmo.

Por una parte, San Juan nos invita a vivir en la luz, que es Dios. Y como fruto de ello se seguirá estar unidos entre nosotros y ser limpiados de los pecados. Por otra parte, es preciso reconocer que de hecho sí pecamos. Pero, aun siendo esto aborrecible, es consolador saber y experimentar que hay un intercesor por mí ante el Padre, Jesucristo. ¡Cuánto bien nos puede hacer en estos días sentir el perdón misericordioso del Señor!

¿Cómo escapar a las trampas que nos acechan por el pecado (propio y ajeno), las miserias y debilidades?  El Sal 123 reconoce que, si el Señor no hubiese estado de nuestra parte, “nos habrían tragado vivos”. Porque, él es experto en romper trampas, descubrirnos lazos ocultos o a cazadores de vida divina que están al acecho.

Un caso tremendo y dramático en sus consecuencias, es lo que hoy celebramos con los Santos Inocentes. Dicho de otro modo, ¿Sabré cómo actuar ante el ataque despiadado que sufre mi fe, coherencia de vida, las propias y comunes convicciones?, ¿En qué o quién me apoyaré para resistir? La clave se nos da en el evangelio. Meditemos bien esta frase; “el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise”. Es decir, siempre contaremos con “un ángel” (circunstancias, personas, el confesor, la propia conciencia…) que nos facilitará pautas de cómo proceder ante aquello que puede matar la vida de Dios en nuestro corazón. Pero es preciso obedecer pronto, “huir, aunque sea de noche”.

Así lo vivieron en su crudeza, José y María. No tengamos pues miedo a “los tiranos de la muerte”. Por el contrario, podemos salir victoriosos guiados por la luz del Señor. Y, si tropezamos, una y mil veces, ¡ánimo y adelante!; “si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo”.

Archivo del blog