2 diciembre 2020, miércoles de la I semana de Adviento – Puntos de oración

Una vez más vamos a poner nuestros ojos en el Evangelio, y vamos a pedir a Dios, nuestro Señor, que nos ilumine y fortalezca no solo con la lectura del mismo, sino sobre todo con la contemplación de lo que nos narra…, pues es su contenido y su enseñanza la que tenemos que llevar a nuestras vidas…

Vemos a Jesús rodeado de “tullidos..., ciegos..., lisiados..., sordomudos..., y muchos otros…, que acudían a Él para que los curara…” ¿Qué tendría el Señor para suscitaba la esperanza en todos ellos...? Les bastaba con poder transmitir una mirada de necesidad..., una palabra de auxilio…, o un gesto de súplica..., para creer que podían ser curados…; y lo grandioso del hecho es que eran curados..., quedaban curados…

¡Ven Señor Jesús! ¡Suplicamos en este santo tiempo de Adviento, y lo hacemos con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma…! ¡Ven y ten misericordia de nosotros, que lo esperamos de ti pues te necesitamos, o en el cuerpo o en el alma…!

Hoy también, no son pocos los que siguen buscando y esperando la gracia de un milagro en sus vidas enfermas., limitadas., o pobres.; pero como no ven a Jesús, les falta la fe necesaria para que se opere ese milagro que tanto necesitan…

Mis queridos hermanos tenemos que hacer presente a Jesús con nuestras vidas, con nuestra palabra, con nuestras obras…, para que quien nos mire., nos escuche., o nos trate., pueda reconocer la presencia del Señor entre nosotros…

¡No sé si nos damos cuenta, de que podemos ser “adviento” para los demás, y que por medio de nosotros se puede manifestar una nueva encarnación del Verbo...! ¡Prestemos al Señor nuestra humanidad!, nuestras cualidades, o talentos; esos dones, pequeños o grandes, con los que Dios se ha regalado en nosotros…, y que pueden ser un testimonio de su Amor y benevolencia en nuestras vidas, y a través de nosotros con los demás….

Y el Señor, después de curarlos a todos, sigue diciendo el Evangelio, hizo algo más; y ese algo más fue el alimentarlos para que no desfallecieran por el camino, cuando regresaran a sus hogares… ¡Impresiona la delicadeza, la ternura, y la providencia de Dios para con todos ellos…! ¡A un milagro personal, le sucede un milagro colectivo!

Y nosotros, ¿qué podemos hacer ante una contemplación como esta? Creo que todos hemos tenido la oportunidad, en alguna ocasión., de paliar el hambre de un pobre., dar un consejo a un necesitado, o ayudar a quien nos pide un favor… Por lo tanto, que salgamos de la oración de este día, con el firme propósito de ser Jesús para alguno de los que nos rodean., para aquellos con los que entraremos en contacto en este día., y que nadie se aleje de nosotros sin haber tenido la impresión de haber visto a Jesús en nuestra conducta, palabras, o actitudes… Pidamos que se nos conceda esta Gracia, y que la misma llegue a los demás…

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