9 noviembre 2018. Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán – Puntos de oración


Hoy la Iglesia celebra la dedicación de la Basílica de Letrán. Esta basílica es la Catedral del Papa porque es la más antigua de todas las basílicas de la Iglesia Católica. En su frontis tiene esta leyenda: "Madre y Cabeza de todas las iglesias de la ciudad y del mundo".  Y la fiesta de la dedicación se erigió como muestra de amor y adhesión de todas las iglesias a la cátedra de San Pedro.
La lectura del profeta Ezequiel nos habla bellamente de ese templo del Señor que representa a la Iglesia. Un templo del que brota un manantial abundante de agua que purifica y da vida. Es el agua de la gracia que brota de la Iglesia de Cristo y que sana, limpia y da vida a toda la tierra, saneando todo lo que toca. Es la acción benéfica que genera la gracia a través de su instrumento que es la Iglesia. Son los frutos de la Iglesia militante que se hace presente allí donde más se la necesita, donde más dolor, sufrimiento y pobreza haya. Es la Iglesia acogiendo inmigrantes, dando de comer a indigentes, repartiendo ropa a los necesitados, enseñando a los que no tienen recursos, amparando a los huérfanos y abandonados, acompañando a los moribundos, asistiendo a los enfermos y siempre, siempre, repartiendo esperanza.
Esa es la Iglesia a la que tú y yo pertenecemos ¡esa es la Iglesia a la que tenemos el privilegio de pertenecer!  Privilegio inmerecido y, quizás, olvidado. Somos miembros de una Iglesia Santa presidida por la caridad, con una historia milenaria y llena de santos y santas que han transformado el mundo. No se puede entender el mundo actual sin la actuación transformadora de los santos a lo largo de los siglos. El mundo actual no sería el mismo sin un Ignacio de Loyola, una Teresa de Jesús, un san francisco de Asís, un san Juan Bosco, un Santo Tomás de Aquino. Nuestro mundo del siglo XXI no sería el mismo sin Juan Pablo II, sin Madre Teresa de Calcuta.
Somos herederos de una Iglesia santa, seamos conscientes de ello. Sintámonos orgullosos de lo que somos. Vivamos sin complejos nuestra fe.
También San Pablo nos dice en una sus cartas: “¿No sabéis que sois templos del Espíritu Santo?”. Porque cada cristiano que vive en gracia es un templo viviente, y esto implica una inmensa dignidad y también una enorme responsabilidad. Como templos de Dios no podemos vivir de cualquier manera. “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”, nos dice Jesús en el evangelio de hoy. No podemos comportarnos de forma indigna, no podemos dejar de acoger a todo aquel que busque en nosotros un refugio o una ayuda.
Pidámosle a la Virgen tomar conciencia de nuestra dignidad y de nuestra responsabilidad. Ella, la llena de gracia, la que llevo a Dios mismo nueve meses en su seno fue la que cantó el magníficat al tiempo que acudía a servir a su prima.

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