Hoy es primer viernes de mes, dedicado
al Sagrado Corazón de Jesús. Una buena forma de comenzar la oración es
consagrarme a su Corazón con una oración espontánea y llena de confianza.
También me puede ayudar esta súplica contenida en la renovación de la
consagración de España al Corazón de Cristo el pasado 30 de junio: “Venga a
nosotros Tu Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reina en
los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de
los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras, y en nuestras leyes e
instituciones”. Le pido humildemente que reine en mi corazón y en mi familia,
en los Cruzados de santa María, en la Milicia y en el Movimiento de Santa
María.
La Palabra de Dios en este día me
presenta a Jesucristo como aquel en quien reside la plenitud de todas las
cosas, que ha reconciliado el universo haciendo la paz por la sangre de su cruz
y que ha venido a renovarlo todo: “a vino nuevo odres nuevos”. Con qué belleza
presenta el papa Francisco, en la Exhortación dirigida a los jóvenes, a Cristo
joven:
“Jesús ha resucitado y nos quiere hacer
partícipes de la novedad de su resurrección. Él es la verdadera juventud de un
mundo envejecido, y también es la juventud de un universo que espera con
dolores de parto ser revestido con su luz y con su vida. Cerca de Él podemos
beber del verdadero manantial, que mantiene vivos nuestros sueños, nuestros
proyectos, nuestros grandes ideales, y que nos lanza al anuncio de la vida que
vale la pena” (Christus vivit 32).
Nadie echa vino nuevo en odres viejos… A
vino nuevo, odres nuevos. Estas palabras de Jesús me invitan a estrenar un
corazón nuevo que pueda contener a Cristo, el vino nuevo. Me hablan de la
Virgen, de su Corazón Inmaculado, que fue el vaso nuevo en el que fue derramado
el vino nuevo, Jesús. Dios la hizo Inmaculada, sin pecado original para que
pudiera ser la Madre de nuestro Redentor. Cuando recibo a Cristo en la comunión
eucarística soy ese vaso, ese odre en el que Él se derrama. ¿Soy un vaso limpio
para contenerle o un odre viejo por la mediocridad y la falta de respuesta al
amor de Cristo? Por eso quiero pedirle a Ella en esta oración que me ayude a
quitar de mi corazón la levadura vieja, el pecado que envejece, que me acerque
al sacramento del perdón en este Primer viernes para dejarme rejuvenecer por
Jesús:
“Jesús, el eternamente joven, quiere regalarnos un corazón siempre
joven. La Palabra de Dios nos pide: ‘Eliminad la levadura vieja para se masa
joven’ (1 Co 5,7). Al mismo tiempo nos invita a despojarnos del ‘hombre viejo’
para revestirnos del ‘hombre joven’ (cf. Col 3,9-10) … La verdadera juventud es
tener un corazón capaz de amar” (Christus vivit 13).