27/9/2019. Viernes de la XXV semana del Tiempo Ordinario – San Vicente de Paúl


Lectura de la profecía de Ageo (2,1-9)
El año segundo del reinado de Darlo, el día veintiuno del mes séptimo, llego la palabra del Señor por medio del profeta Ageo: «Di a Zorobabel, hijo de Sesltiel, gobernador de Judá, a Josué, hijo de Josadac, sumo sacerdote, y al resto de la gente: “¿Quién de entre vosotros queda de los que vieron este templo en su primitivo esplendor? Y el que veis ahora, ¿no os parece que no vale nada? Ánimo, pues Zorobabel -oráculo del Señor-; ánimo también tú, Josué, hijo de Josadac, sumo sacerdote. ¡Ánimo gentes todas! -oráculo del Señor-. ¡Adelante, que yo estoy con vosotros! -oráculo del Señor del universo-. Ahí está mi palabra, la que os di al sacaros de Egipto, y mi espíritu está en medio de vosotros: no temáis. Pues esto dice el Señor del universo: Dentro de poco haré temblar cielos y tierra, mares y tierra firme. Haré temblar a todos los pueblos, que vendrán con todas sus riquezas y llenaré este templo de gloria, dice el Señor del universo. Míos son la plata y el oro -oráculo del Señor del universo-. Mayor será la gloria de este segundo templo que la del primero -dice el Señor del universo. Y derramaré paz y prosperidad en este lugar, oráculo del Señor del universo”».
Salmo responsorial (Sal 42,1.2.3.4)
R. Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío».
Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado. 
R.
Tú eres mi Dios y protector, ¿por qué me rechazas?,
¿por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo? 
R.
Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. 
R.
Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la citara, Dios, Dios mío. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,18-22)
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

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