Celebramos la
festividad del Dulce nombre de María. Cada 12 de septiembre la Iglesia celebra
el Santísimo Nombre de la Madre de Dios que San Lucas señala en su Evangelio
para veneración de todos los cristianos: “el nombre de la virgen era María”
(Lc. 1, 27).
En el libro
“El secreto admirable del Santísimo Rosario” (p. 68), San Luis María Grignion
de Montfort cuenta que la Virgen, llevando sobre el pecho la salutación
angélica escrita en letras de oro, se le apareció a Santa Matilde y le dijo:
“El nombre de María, que significa Señora de la luz, indica que Dios me colmó
de sabiduría y luz, como astros brillantes, para iluminar los cielos y la
tierra”.
En el libro
"Mes de María" del Padre Eliecer Salesman, se explica que
María en el
idioma popular significa: "La Iluminadora". (S. Jerónimo M 1.23.780).
En el idioma arameo significa: "Señora" o "Princesa"
(Bover). El significado científico de María en el idioma hebreo es:
"Hermosa" (Banderhewer).
Fue en la
ciudad española de Cuenca donde, por primera vez, se autorizó la celebración de
esta fiesta en el año 1513. Poco después se extendió por toda España. 170 años
después, en 1683, el Papa Inocencio XI admitió la fiesta en la iglesia de
occidente como acción de gracias por el levantamiento del sitio a Viena y por
la victoria de Juan Sobieski, rey de Polonia contra los turcos. El Santo Padre
introdujo en el santoral esta fiesta para que se celebrase en toda la Iglesia
Universal.
Pedimos lo
primero la asistencia del Espíritu Santo, Él está siempre junto a María. Como
se dice en una de las acepciones del nombre de María, la que ilumina, la que da
luz, Él nos ilumina. Podemos en este rato de lectura de puntos, de oración
releer a la luz de María y del Espíritu los textos. Releerlos a la luz de María
es verlos plasmados en ella, son muy bellos y exigentes. Como no se puede
llegar a tan altas metas, pidamos que nos enamoremos de ella, que la amemos con
locura, para que no seamos nosotros los que actuemos, sino Ella en nosotros.
Este amor nos transformará en caballeros andantes, amando más, más y más.
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escucháis os digo: Amad a
vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os
maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla,
preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien
te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Sed compasivos
como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no
condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.
Acabamos
pasando por el corazón el Dulce nombre de María. Que sea hoy una constante en
nuestros ratos entre actividad y actividad. Tener la actitud de la primera
lectura: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia
entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.
Con el Dulce
nombre de María siempre en el corazón, sed agradecidos. Como en María, que
la palabra de Cristo habite en vosotros en toda su riqueza, pues está viva y
obra en nosotros; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos
mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos
inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre
del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.