El Evangelio de hoy es muy corto, apenas 6 frases, 2 versículos, pero
contiene todo lo necesario para saber vivir y ser feliz. La esencia de la vida:
la medida del amor es un amor sin medida. Y nos lo dice nada más y nada menos
que Jesús, que es Dios y lo vive desde siempre, porque ya en el seno de la
Trinidad se está dando desde toda la eternidad al Padre. Su forma de existir es
darse, también en la Tierra. Y la medida que nos pide a la hora de darnos no
tiene límites. Él lo vivió al darse hasta el extremo amando.
Estos días estamos más sensibles ante las necesidades del pueblo
ucraniano, porque lo vemos muy de cerca y enseguida mucha gente se ha puesto en
camino en ir a ayudar y servir al que lo necesita. Muchos de nuestros amigos
han cogido una furgoneta y han ido a ayudar. Hay muchos ucranianos que ya se
han acercado a nuestros hogares, y la ayuda se ha ido extendiendo por doquier.
Esta forma de vivir que ahora entra más en nuestra vida, lo hace y lleva
haciendo la Iglesia desde su comienzo, porque es su esencia, porque es su forma
de vida. Nos lo recuerda el Papa Francisco en su mensaje de cuaresma, no
cansarse de hacer el bien, de amar, de sembrar. Lo importante es no cansarse de
amar. El peligro de la sociedad actual es el cansancio de los buenos.
Quizás a algunos como a mí, les cueste un motón darse, salir de su comodidad, incluso no juzgar a los que hacen algo o perdonar cualquier tontería. Pero es lo que se nos pide. Lo que nos pide el Señor y lo que realmente nos hará felices. No nos desanimemos, porque eso ya lo tuvo en cuenta Dios. No nos deja abandonados a nuestras fuerzas, porque la caridad es empujada por el viento del Espíritu, como a una barca en el lago. Sólo hace falta desplegar las velas y no cansarse de desplegarlas siempre. Pedir ese ánimo al Espíritu.