El día de hoy es un día grande y nos vamos a permitir un oasis en el
desierto que supone la Cuaresma en nuestra vida de Iglesia.
En una aldea perdida de Galilea, Nazaret, algo grande va a ocurrir: una
muchacha muy joven y llena de alegría está haciendo sus labores, que las
mujeres de la época tenían muchas. De repente un ángel se aparece a esta joven
llamada María y comienza un diálogo que hemos leído en el Evangelio de hoy. La
escena no puede ser más elocuente y los artistas de todos los tiempos no se han
cansado de repetirla.
Pero hoy te quiero invitar a vivirla de una forma diferente; métete en
la escena “como si presente te hallaras” y párate a observar los personajes que
aparecen; esta es tu oración de hoy: vive la escena en primera persona, mira a
la jovencita, casi una niña y escucha sus latidos de corazón, como oyes sus
palabras. Se da cuenta que es una aparición, no es un joven cualquiera y vete
paladeando las palabras que le dice: «Alégrate, llena de gracia, el
Señor está contigo» María se estremece ante esas palabras y no sabe
qué significan. El ángel continúa: «No temas, María, porque has hallado
gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a
quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del
Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la
casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin»
Ella se sobrecoge y no sabe qué decir: «¿Cómo será esto, puesto
que no conozco varón?». Y el ángel le responde: «El Espíritu
Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso
el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también
Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto
mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para
Dios»
El mundo entero se para, la naturaleza guarda silencio; todos los ángeles del cielo, todos los hombres que han existido desde el principio contienen el aliento para escuchar la respuesta de la niña: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».