25 marzo 2022, viernes de la 3ª semana de Cuaresma. La Anunciación del Señor. Puntos de oración

El día de hoy es un día grande y nos vamos a permitir un oasis en el desierto que supone la Cuaresma en nuestra vida de Iglesia. 

En una aldea perdida de Galilea, Nazaret, algo grande va a ocurrir: una muchacha muy joven y llena de alegría está haciendo sus labores, que las mujeres de la época tenían muchas. De repente un ángel se aparece a esta joven llamada María y comienza un diálogo que hemos leído en el Evangelio de hoy. La escena no puede ser más elocuente y los artistas de todos los tiempos no se han cansado de repetirla.

Pero hoy te quiero invitar a vivirla de una forma diferente; métete en la escena “como si presente te hallaras” y párate a observar los personajes que aparecen; esta es tu oración de hoy: vive la escena en primera persona, mira a la jovencita, casi una niña y escucha sus latidos de corazón, como oyes sus palabras. Se da cuenta que es una aparición, no es un joven cualquiera y vete paladeando las palabras que le dice: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» María se estremece ante esas palabras y no sabe qué significan. El ángel continúa: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin»

Ella se sobrecoge y no sabe qué decir: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». Y el ángel le responde: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios» 

El mundo entero se para, la naturaleza guarda silencio; todos los ángeles del cielo, todos los hombres que han existido desde el principio contienen el aliento para escuchar la respuesta de la niña: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». 

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