27/12/2017. San Juan, Apóstol y Evangelista – Puntos de oración

Estamos en la octava de Navidad, que es el tiempo más impresionante hasta par los más alejados porque ¿Quién no siente la ternura de un niño cuando nace? Nos quedamos admirados, más que admirados, asombrados. Pero, es más: si nos acercamos y descubrimos en ese niño a Dios mismo que se ha hecho uno de nosotros para salvarnos, nos quedamos pasmados, como le pasó a la Virgen cuando recibe la noticia que ella, la más insignificante criatura de una aldea perdida de Galilea va a ser la Madre. No nos cabe en la cabeza. Y queremos comprenderlo, pero nos desborda. Sólo los que son pequeños o se hacen, o los hace la gracia, pueden llegar a entender un poquito del misterio encerrado.
Esta forma de contemplar el Misterio de la Navidad, nos pone más cerca de los que no creen y cómo quisiéramos que con nosotros se acercaran de puntillas al portal para no despertar al Niño y en silencio admirable, recorriéramos la escena contemplando a los personajes uno por uno por uno; ver lo que hacen, oír lo que dicen y ponerme en la escena como si presente me hallase, como dice san Ignacio en las recomendaciones para hacer estas contemplaciones. Primero San José: adora, se abandona, ama; La Virgen extasiada mirando al Niño, luz divina para los hombres, no cabe en sí. Para acabar acercándote al niño y como queriéndole coger te lo acercan y e tomas en tus brazos y lo abrazas y se van todos los temores y te llenas de confianza porque ¿qué puedes esperar de un niño? Si es lo más indefenso que hay. Y te llenas de confianza. Sí en Ti sí confío.
Este Niño, es el Verbo hecho carne que anunció el apóstol y evangelista san Juan a quien  hoy nos presenta la Iglesia en su Liturgia,  porque él lo proclamado: “lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la Vida; pues la vida se hizo visible y nosotros hemos visto damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos...”
Este es el notición más grande y espectacular de la Historia. Por eso no es extraño que estos días sean los más grandes y señalados del año para todos los hombres de buena voluntad.
Por si fuera poco, lo que nos dice san Juan en la primera lectura, que ese niño es Dios, el Verbo Encarnado, que se ha hecho hombre, que nos ha traído la Vida y para que el gozo sea completo, el Evangelio nos da una señal más con el pasaje de la Magdalena yendo al sepulcro y encontrando la tumba vacía y corriendo va a decírselo a los discípulos y a la carrera Pedro y Juan van al sepulcro y Juan llega el primero, claro, es más joven y encuentra su premio cuando entre al sepulcro: “Vio y creyó”. Testigo de la Resurrección.
Esta meditación, mejor dicho, contemplación que hacemos hoy, es un recorrido por el Credo de la mano de san Juan para que nos fijemos en quién es este niño que venimos a adorar.
Ojalá salgamos de la oración hoy como Juan del sepulcro y lo anunciemos como él a todos en todos partes como él.
Dice la tradición que Juan fue el encargado de custodiar a María después de subir a los cielos Jesús. Nadie mejor que un corazón virginal como Ella para hacerlo y contagiarle ese ardor.
También nosotros al ladito de la Virgen en estos días en nuestra oración, invocando al Espíritu Santo que nos ilumine el Misterio y nos lo haga llegar al corazón como lo llevaba La Virgen María: Que Santa María nos alcance esta luz y fuerza que irradia el Portal.

Archivo del blog