Empezamos nuestro rato exclusivo con
el Señor invocando al Espíritu Santo. Recordamos que siempre en nuestro rato
diario de oración estamos acompañados por la presencia maternal de María. A san
José, siguiendo un consejo del padre Morales, le pedimos por nuestra
perseverancia.
Hoy empezamos con la lectura del
evangelio de Marcos, un relato redactado originalmente en griego pensando en
los gentiles, es decir en nosotros. Este Evangelio se denomina también petrino,
al considerarse el apóstol Pedro como fuente principal. Por lo tanto al leer a
Marcos, podemos pensar en Pedro como origen de la narración.
De hecho hay textos que indican esa
amistad, entre el apóstol y el evangelista. Por ejemplo: Pedro con ocasión de
su liberación milagrosa. Después de salir de la cárcel, “se dirigió a casa
de María, la madre de Juan, por sobrenombre Marcos” (Hch 12,12).
A Marcos se le considera el
evangelista narrador, su narración está llena de vivacidad y realismo, que
delatan el relato de un testigo, Pedro.
La “firma” de Marcos es muy probable,
que haya quedado impresa mediante un relato muy breve y peculiar, que los otros
evangelistas no mencionan en sus escritos. En la narración del prendimiento de
Jesús en Getsemaní. “Lo iba siguiendo un muchacho envuelto solo en una
sábana, pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo” (Mc 14,51-52). Muchos
comentaristas piensan que ese joven, era el mismo Marcos.
Marcos comienza su evangelio hablando
del predecesor: Juan Bautista. No obstante su narración es lacónica si se
compara con Lucas y Mateo. Hay en Marcos como ansiedad por llegar a narrar la
vida pública y especialmente la pasión, aquellos momentos que Pedro conoció directamente.
La Pasión en Marcos va a ocupar un
tercio de su evangelio. De tal manera que un teólogo definió su evangelio, “como
un relato de la Pasión con una amplia introducción” (Märtin Kahler). La
sombra de la Pasión se hace sentir desde los primeros capítulos del evangelio.
“Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en
aquel día” (Mc 2,20).”En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los
herodianos para acabar con él” (Mc 3,6).
Acabar nuestra oración con un
coloquio con el Maestro, dando las gracias por este joven que una noche cuando
descansaba, oyó ruido y levantándose envuelto en una sábana, se acercó a ver
qué pasaba y fue testigo del prendimiento del Mesías. Aquella escena le
impresionó de tal manera que con el tiempo, dedicó su vida a relatar la de
aquel hombre, con los acontecimientos que llevaron a lo sucedido aquella noche.