Nuestra oración de este día tiene que ir de la mano de San José, el hombre justo, el esposo de María, el padre de Jesús, el descendiente de David, el patrono de la buena muerte…….
Casi con colocarnos en la compañía de José se nos “pegan” sus muchas virtudes. Es el varón justo. Dios le obedeció en la tierra y le obedece también en el cielo. Acudamos confiadamente a este santo y nos irá muy bien.
Es el hombre callado, prudente y seguro. Acudir a él es querer participar de su vida, una vida de:
- Oración
- Trabajo
- Familia
Estos tres ámbitos los vivió San José de una forma natural y profunda a la vez. Llegó a la intimidad interior con el Hijo de Dios y con su Madre, por eso nos puede conducir por este camino para alcanzar la verdadera meta del cristiano, que es precisamente esta cercanía con Dios y su Madre.
Este Santo no nos habla con palabras, sino con su vida. Pero su silencio está lleno de elocuente grandeza. ¿Acaso las palabras pueden sustituir el gozo de la compañía? No necesitamos decir nada si Cristo vive en nosotros.
Por eso la oración es fundamentalmente intercambio de afectos y requiere del recogimiento y del silencio, interior y exterior, para no estorbar esta dulce intimidad. San José es un gran maestro de oración, y hoy queremos aprender mirándole a él y pidiéndole para que también nosotros sepamos convivir con lo divino en todos los momentos del día, no solamente en un rato de silencio.
El secreto de José estaba justamente en lo esencial, que te brindo para este rato de oración:
- Ser de Cristo
- Vivir en Él
- Vivir con Él
- Vivir para Él
El Papa Pío IX encargó a un pintor un cuadro de la coronación de la Virgen. La pintura la representaría entronizada por la tres Divinas Personas y rodeada de ángeles y santos. Al presentarle el primer boceto, el Papa lo examinó despacio y dijo al artista: Bien, pero no veo a San José. Replicó el pintor que lo pondría en un sitio destacado entre los santos. Entonces Pío IX señalando con el dedo a Jesucristo y a la Virgen dijo categóricamente: Nada de eso, es allá, al lado de Jesús y de su Madre, y únicamente allá, donde debes poner a San José.
¿En qué lugar de tu vida colocas a San José? Ya sabes dónde tiene que estar.
Que la solemnidad de este día nos ayude a ordenar bien nuestra vida espiritual y nuestras devociones particulares.
San José es también patrón de los Seminarios y vocaciones sacerdotales. En este año sacerdotal le pedimos que multiplique, en número y santidad, las vocaciones al ministerio sacerdotal, porque son indispensables para la vida de la Iglesia y para la santificación del mundo
¡San José, esposo de la Virgen, llévanos a María, y por María a Dios!