Hoy podemos en nuestra oración preparar la fiesta de mañana: la presentación del Señor o llamada popularmente la Candelaria. Fiesta que hace referencia a la Navidad: “a los cuarenta días”. Es una fiesta del Señor y también de Nuestra Señora como la solemnidad de la Encarnación. Jesús es presentado como “luz del mundo” y María es la portadora de esa luz y es solidaria de su sacrificio redentor.
“El justo vive de la fe”. El autor de la carta a los Hebreos se refiere a sus destinatarios como aquellos que habían sido iluminados y los anima a la constancia en la fe. Concluye con una afirmación: nosotros somos hombres de fe para salvar el alma. Pedimos para nosotros esa constancia en la fe que caracterizo a aquellos primeros cristianos. Jesús no vino a quitar las dificultades pero las lleno con su presencia; la luz de la fe da sentido a toda situación. La vivencia de la oración cristiana acrecienta la vida de fe. La persona que ora se va identificando con Jesucristo, con su misión.
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra». La parábola del crecimiento automático de la semilla nos puede sugerir el crecimiento de nuestra vida cristiana, de nuestra vida de fe. Se da una asistencia de Dios, no somos los únicos protagonistas de nuestra vida, Dios obra en favor nuestro. Nuestra oración es también atención al hacer de Dios, como queriendo adivinar las intenciones de Dios para nuestra vida a fin de ser sus colaboradores.
El reino de Dios se parece a un grano de mostaza. Si la carta a los Hebreos nos exhorta a la constancia en la fe esta parábola refuerza este propósito. La fe parece poca cosa. La oración nos parece poco eficaz. Despreciamos lo pequeño. Esta parábola nos habla del valor de los principios insignificantes: todo lo grande ha tenido un principio pequeño. En la oración debemos cuidar los detalles para con el Señor: un buen cimiento de humildad puede sustentar el edificio de la santidad, si no todo se tambalea.
Nosotros somos hombres y mujeres de fe para vivir la vida como colaboración con el Señor y su Madre mediante la constancia en la oración y en el obrar cristiano y así salvar el alma, salvar la vida.