12 enero 2013. Sábado después de Epifanía – Puntos de oración


Ofrecemos nuestras vidas al Corazón de Cristo, por medio del Corazón Inmaculado de Santa María, nuestra Reina y Madre, todos nuestros trabajos, alegrías y sufrimientos. Y lo hacemos uniéndonos por todas las intenciones por las que se inmola continuamente sobre los altares.

En la lectura del evangelio de Juan se nos presenta tanto a Jesús como a Juan el Bautista en plena vida pública, bautizando y anunciando que el Reino ha llegado, que la plenitud de los tiempos está presente. De Juan el Bautista dijo Jesús que no hay nadie mayor nacido de mujer, según se nos narra en el evangelio de San Lucas. Es impresionante la humildad de este hombre que era fuego que devoraba, sin medias tintas, sin disimulos, la verdad siempre por delante. El mayor nacido de mujer, el más humilde, aquel que, cuando le llegó su hora, la acepta y ofrece su cuello al verdugo para que se cumpla la voluntad de Dios, como otro cordero. Él sabía lo que le correspondía, introducir al Hijo de Dios en el mundo para que llevara a cabo la salvación del hombre. Y tras el trabajo hecho, desaparecer. Petición: pedir al Espíritu Santo que nos ilumine para saber descubrir qué es lo que tenemos que hacer en cada momento y que nos de fuerza para hacerlo. Para ello silencio en nuestro interior y súplica a aquel que todo lo puede alcanzar.

Qué ejemplo nos da Juan para saber alegrarnos con los triunfos y logros de los demás. En ocasiones no somos capaces de alegrarnos de los éxitos de los demás porque quizá han conseguido cosas que nosotros no hemos sido capaces o hemos fracasado. Y es que el verdadero amigo, la verdadera amistad, siempre se alegra con los trabajos y logros del que quiere. No hay sitio para la envidia. Petición: que los gozos y alegrías de mis hermanos sean igualmente motivo de gozo en mi interior. La alegría de mi hermano, para alegrarme; su tristeza, para acompañarle. “No considerarse por encima de los demás”.

“Él tiene que crecer y yo tengo que menguar”. Acepta su misión. Él sabe que su trabajo está concluido. Acepta. Como el ciclista que coloca con su esfuerzo y trabajo en un puesto estratégico al jefe de filas para que, en el momento oportuno, lance su ataque. Petición: aceptar lo que Dios nos encomienda en nuestra vida, si es un proyecto ambicioso o (lo normal) si es un proyecto sencillo. Nada es pequeño si se hace por amor a Dios. Toda semilla sembrada con amor crecerá en preciosos frutos de amor. El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho.
Que la Madre de Jesús, que supo desaparecer completamente para dar vida a su Hijo, nos alcance la gracia de encontrar la alegría en el cumplimiento de las cosas sencillas.

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