20 enero 2012. Domingo de la segunda semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración


¡Un milagro, siempre es un hecho impresionante.., llamativo.., y contundente...! Pero cuando el milagro sobrepasa toda posibilidad.., es entonces cuando el asombro se dispara a límites insospechados...

¡Jesucristo supero todo lo previsto en las Bodas de Caná, cuando convirtió el agua en vino...! Pensemos que hizo llenar nada más, ni nada menos.., que seis tinajas de piedra de unos 100 litros cada una... ¡600 litros de agua, era mucha agua...! ¡Pues toda ella se convirtió en vino, por una simple y sencilla insinuación de su bendita Madre...:

«No les queda vino.»

Ha quedado el hecho narrado en la historia pasada y para la por venir... ¡Nunca se vio cosa igual en una boda...! Y es que Jesucristo estaba allí para asegurar el buen vino y evitar un posible escándalo a los recién casados...

¡Cuántas bodas no se han podido celebrar por falta de medios materiales para su festejo y celebración...! Y es que se casan dos, pero los testigos son muchos..., y puestos a la mesa, requieren un buen vino...

No son pocas las lecciones que se pueden sacar de este hecho, al comienzo de la vida pública del Señor... Yo me limitaré solo a señalar alguna...

La primera y primordial: la intervención materna de la Virgen María...

La segunda: sería la disponibilidad de Cristo ante el requerimiento de su bendita Madre...

Y la tercer y última: las consecuencias que aquella multiplicación supuso...

I. La intervención materna de la Virgen María:

¿Qué podemos decir que no se vea en la narración del evangelio? La Madre está invitada, pero ella opta por el servicio..., y es así como se entera, en la trastienda de la cocina.., de que el vino no llega, ni puede llegar hasta el final... ¿Dónde comprarlo? ¿A dónde acudir por ello? Hoy nos resulta fácil bajar al super-mercado y cubrir una posible necesidad; ¿pero entonces..? no había o no se disponía de estos medios, que nosotros tenemos...

Por lo tanto el apuro era real, tangible, objetivo... El vino se terminaba y no había más...

María constata la carencia, pero no se inhibe ante ella, al contrario se involucra totalmente, hasta el punto de adelantar a su hijo la hora de su manifestación gloriosa...

¡Madre querida vigila mi vino, cata su sabor, mejóralo si se puede...!

II. Disponibilidad de Cristo ante el requerimiento de su bendita Madre...

Una palabra dura, pero que sale de un corazón que ama...: «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.»

¡Podemos dejar a Cristo.., pero El no nos dejará jamás...! Aunque no nos merezcamos su bendita ayuda...

Creo que no hay nada, absolutamente nada, que pueda pedir la Madre al Hijo, que este no lo ponga en acto, de una u otra manera...

Nosotros que sabemos esto, y nos hemos beneficiado de ello tantas veces, no dejemos de acudir en nuestras necesidades a esta Mediadora...

III. Las consecuencias que aquella multiplicación supuso...

¡Desde lo humano hasta lo divino, el milagro fue fecundo...!

¡Alegría, gozo y paz... entre los invitados, y mucho más entre los contrayentes...!

Pero es que lo bueno, no solo fue el vino nuevo.., sino lo que este hecho produjo en aquellos que lo vivieron... Termina el texto del evangelio anotando este comentario: "Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él."

"Creció la fe de sus discípulos en él..." Una fe que ya no se apagaría jamás.., pese a esos otros momentos de ocultamiento, de aparente fracaso y derrota...
Este podía ser el fruto deleitoso, que nos podía deparar la contemplación y vivencia del evangelio de este domingo, un crecimiento en la fe y una madurez en la misma. Que así sea.

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