9 enero 2013. Miércoles después de Epifanía – Puntos de oración

*Epístola: Dios nos amó. Amémonos. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Él. En el amor no hay temor. El amor perfecto expulsa el temor. Esos son los pensamientos fundamentales que hoy podemos meditar en la celebración litúrgica. Cuantos hemos celebrado la Natividad del Señor, Hijo de Dios hecho hombre por amor a las criaturas, debemos borrar de nuestro diccionario religioso toda clase de temor servil que nos ponga en situación espiritual de esclavos ante Dios, porque nuestro Dios no es un déspota dominador de nuestras vidas.Somos hijos del amor y de la luz. Y nuestro camino espiritual o de santificación se va construyendo con piedras sólidas de fidelidad, caridad, generosidad, solicitud por los demás, con reconocimiento y alabanza del Creador y Padre nuestro.

En realidad, como Dios es nuestro Padre, oremos con palabras gratitud y amor, porque Él nos entiende y ama; pero hemos de hacerlo comprometiéndonos a obrar entre nosotros como personas que se aman al modo como Él nos amó. Entremos en el Corazón de Cristo y en las entrañas del Padre, y vivamos la experiencia de estar en Dios y Dios en nosotros, aún en medio de las adversidades más duras de la vida.

* Evangelio: Después de la multiplicación de los panes Jesús ofrece otra manifestación de su misión calmando la tempestad sobre las aguas. Una vez más sus discípulos son los protagonistas de este pasaje y aún no acaban de entender lo que pasó con los panes, y enseguida son testigos de cómo Jesús camina sobre las aguas.

En nuestra vida también pasamos por el miedo que experimentaron aquella noche los discípulos, a pesar de ser expertos pescadores. A nuestra barca particular, y también a la barca de la Iglesia le vienen vientos fuertes en contra y tenemos miedo de zozobrar. Sin embargo, del mismo modo como para aquellos apóstoles, la paz y la serenidad nos vendrán de que admitamos a Jesús junto a nosotros. Sólo así podremos oír que nos dice: “ánimo, soy yo, no tengáis miedo”.

Este “no tengáis miedo” va dirigido cantidad de veces por Yahvé en el Antiguo Testamento, y por Jesús otras tantas en el Nuevo Testamento a los llamados a realizar alguna misión. Y hoy nos interpela a nosotros. Es además una de las consignas que el Beato Papa Juan Pablo II fue repitiendo en las diversas partes del mundo a unas comunidades cristianas que están asustadas por las dificultades del momento que atravesaban.

Por tanto, hoy Cristo nos invita a permanecer en su amor y a ser fuertes ante las dificultades. Porque Él está con nosotros y sólo con Él seremos capaces de vencer los vientos más fuertes que arrecien contra nuestra barca.

ORACIÓN FINAL:

Dios todopoderoso, confírmanos en la fe de los misterios que celebramos, y, pues confesamos a tu Hijo Jesucristo, nacido de la Virgen, Dios y hombre verdadero, te rogamos que por la fuerza salvadora de su resurrección merezcamos llegar a las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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