4 junio 2023, domingo de la 9ª semana de Tiempo Ordinario. La Santísima Trinidad. Puntos de oración

Después de acostado, ya que me quiera dormir, por espacio de un Avemaría pensar a la hora que me tengo de levantar, y a qué, resumiendo el ejercicio que tengo de hacer (san Ignacio). Las lecturas de mañana nos sugieren que pensemos, un poco, sobre la Santísima Trinidad. 

La Santísima Trinidad no es un enigma que pueda descifrarse a base de sesudas disquisiciones teológicas. La Santísima Trinidad es un misterio, una realidad que nos sobrepasa pero que al mismo tiempo viene a nuestro encuentro con deseo de revelarse y de ser acogida. Así lo entendió san Ignacio en Ejercicios, lo que interesa es lo que debo hablar a las tres Personas divinas, pidiendo según en sí sintiere, para más seguir e imitar al Señor nuestro, como escribe en el coloquio de la encarnación (EE 109).   

Las Personas de la Trinidad no solo han estado presentes y han actuado en la vida de Cristo, sino que están presentes ahora actuando en nosotros y debemos hablar con cada una de ellas. Dios es mi Padre, cantan las carmelitas, si Dios cuida de mí ¿qué me puede pasar? Ni un instante pues me deja de mirar…, continua la canción, así nos enseñan estas almas contemplativas a dirigirnos a la primera Persona.

Respecto a la segunda Persona, santa Teresa nos pide traer a nuestro entendimiento la humanidad de Cristo y san Ignacio nos indica tratar con Jesús como un amigo trata con otro amigo. Así de sencillo.

El Espíritu Santo es el Gran Desconocido. San Ireneo dijo que Dios Padre tenía dos manos para actuar en el mundo: su Hijo y el Espíritu Santo. La primera mano está muy cerca de nosotros porque desde que el Hijo eterno se hizo hombre, empezó a ser Dios con nosotros. La segunda mano, el Espíritu Santo, está todavía más cerca, porque es Dios en nosotros. Al ser la presencia de Dios en nuestro interior, es la fuerza de nuestra fuerza, el amor de nuestro amor… Por eso no nos resulta fácil descubrir su presencia: al potenciar nuestros dinamismos psicológicos ordinarios, podemos confundirle con ellos.

Miremos a la Madre. Ella, como nadie, ha sabido vivir esta realidad de la cercanía de la Santísima Trinidad en la cotidianidad de su vida diaria.

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