1 marzo 2019. Viernes de la VII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Para comenzar oración nos ponemos en la presencia del señor y pedimos luz al Espíritu Santo para que nos ilumine en este rato y sepamos escuchar lo que Dios nos quiere decir hoy.
Tras leer las lecturas de hoy, me gustaría proponer tres ideas que me han sonado con fuerza.
En primer lugar, se nos presenta en la primera lectura la figura de la amistad y de lo que no es amistad. Mientras leía esta descripción me venía a la mente recuerdos de como he ido actuando yo con otros en muchas ocasiones o como otros han actuado conmigo. Pero después me vino mi historia de fe, mi historia de amistad con Dios. En ese sentido os invito a mirar vuestra a mistad con Dios con las claves que da esta lectura. Ver el gran tesoro que tenemos, ver que nunca falla, que siempre está ahí hasta cuando nosotros mismos le fallamos a ÉL.
En segundo lugar, en el salmo aparece la idea del camino que el Señor nos prepara para que recorramos juntos. Aquí sobre todo me gustaría resaltar los tres verbos que aparecen hacia el final, estos son: Instrúyeme, enséñame y guíame. Fijémonos que son una petición directa para que nos muestre las cosas como las ve Él y dirija nuestros caminos hacia donde Él quiera. Os invito a repetirle con confianza durante el día de hoy estas tres peticiones.
En tercer lugar, el evangelio de hoy nos presenta un pasaje de Jesús con los Fariseos en el que le preguntan para ponerlo a aprueba. Yo, de este pasaje, me quedo como Jesús ejemplifica esas virtudes de la amistad que se enunciaban en la primera lectura y esos verbos de instruir, enseñar y guiar que aparecen en el Salmo. Jesús, a pesar de la mala intención de los fariseos, les explica para enseñarles. Y también con los apóstoles sus amigos Jesús vuelve a explicárselo de manera más clara y directa. Sin duda toda la vida de Jesús fue un ejemplo de cómo Él nos acompaña y nos cuida a día de hoy en nuestras vidas.
Os invito a reflexionar en estas ideas de la amistad con Dios y como nos cuida en nuestra vida. Y, por último, podemos acabar la oración con un coloquio con la Virgen, que hablemos y le contemos nuestras inquietudes y sueños.

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