28 febrero 2019. Jueves de la VII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“…El que quiera venir conmigo ha de trabajar conmigo, porque si me sigue en la pena también me seguirá en la gloria”. (EE 95) Es uno de los textos que nos propone san Ignacio en llamamiento del Rey eternal.
Cuando leemos con detenimiento el texto del Evangelio que hoy nos propone la liturgia me ha venido a la memoria; “Si quieres sígueme”. Es una propuesta en libertad. Pero claro para seguir a Jesús, hay que conocerle.  Pero a Jesús se le conoce y se le sigue también descubriéndole en las personas más cercanas: en mi familia, en aquellos con los que convivimos en medio del trabajo, del estudio, del ocio…
Pero para seguirle, nos propone dos maneras bien concretas: “El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa”. Esta generosidad tan sencilla, tan de la vida corriente que se traduce en una sonrisa,  en adelantarse a abrir la puerta a una persona que llega con el peso de la compra, dejar la habitación ventilada y ordenada antes de marchar al trabajo, el levantarte de la mesa cuando vea que falta algo sin hacer ruido, sin quejarse, que son muchas si las contáramos a lo lardo del día…) pero por amor a Cristo, a quien sigo, me prepara una buena recompensa, vivir ahora con Él y seguir siempre en su compañía  cuando termine mi vida aquí en la tierra.
Pero después viene una advertencia muy severa. De tal manera que la recompensa ante una actitud perversa, como es el escándalo especialmente a los más pequeños que creen en Él, “más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar…”
Y todavía es más concreto, “Si tu mano… si tu pie, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar, manco, cojo y tuerto en el Reino de Dios que ser echado al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”. No, el Señor no anda con paños calientes ni con eufemismos.
¿Pero esto cómo lo podemos pasar del símbolo tan gráfico que Jesús nos propone a la vida real?
Al terminar el día, cuando dedicamos unos minutos al balance o “examen del amor”, a lo mejor hemos sido causa de escándalo por las “afecciones desordenadas” de nuevo nos recuerda san Ignacio que las podemos traducir; por apegos de cualquier tipo, dependencias de los medios de comunicación dejándome llevar de la curiosidad y perdiendo mucho tiempo, de juzgar severamente a cualquier persona sin conocer las verdaderas intenciones de esa persona. La aplicación personal es clara por lo que hacemos u omitimos en nuestra forma de vivir.
Y terminamos con un fragmento del Magníficat en labios de la Virgen: “Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”.

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