12 febrero 2019. Martes de la V semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Al comenzar la oración en este día, podemos contemplar la maravilla de la naturaleza que nos rodea; ahora vestida con los colores y matices propios del invierno o si nos encontramos en el hemisferio sur del verano. Recuerda un paisaje reciente que te haya gustado especialmente, una puesta del sol, una noche estrellada, tal vez esa noche oscura iluminada por la luna que a veces ves desde la azotea o en el campo; o si te gusta más recuerda una escena en la que unos animales juegan o descansan en su ambiente natural. La naturaleza siempre es ese maravilloso estímulo que nos invita a la reflexión. La palabra de Dios escrita en la Biblia está llena de referencias al mundo de lo sensible, a la misma creación. En algunos salmos se nos invita a esta reflexión, como en el salmo 8 que es el que corresponde a la misa del día.
Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para mirar por él?
La primera lectura nos trae el relato de la creación por el escritor bíblico inspirado por Dios. Ciertamente no es una clase de ciencias; ni moderna sobre el origen del universo, de la vida o del hombre ni tampoco del saber de aquel momento histórico. Se escribió para algo más que enseñar cómo son las cosas. Se escribió para ayudar a los hombres a entender cómo debe ser su relación con las cosas, con los demás y sobre todo con Dios. Y ello desde una visión religiosa que no deja de ser social pero que la trasciende. Para nuestra oración creo que nos pueden ayudar la contemplación de varios aspectos. Primero que Dios es Padre de todo y de todos. Segundo que Dios trabaja y todo lo que hace es bueno. Tercero que Dios tiene un plan especial para la humanidad. Esto lo podemos personalizar cada uno al meditar: Dios es mi padre y me quiere mucho, quiere que haga cosas necesarias e importantes; quiere que nunca nos olvidemos de él y para ello nos manda el descanso. Y el séptimo día, Dios descansó de todo el trabajo que había hecho.
En el Evangelio, Jesús nos pide cumplir con nuestras obligaciones religiosas para con Dios y para con el prójimo con total sinceridad y de corazón. Dice: este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Una maravillosa actitud para vivir lo que nos pide Jesús es la gratitud y el abandono en su providencia. Podemos terminar nuestra oración dando gracias a Dios por todos los bienes recibidos: bienes de creación y de redención. Y así, desde esta actitud disponernos a en todo amar y servir como hemos meditado tantas veces en los Ejercicios Espirituales.
Oración final: oración de abandono de Charles de Foucauld.
Padre mío, me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo. Con tal que Tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Dios mío. Pongo mi vida en Tus manos. Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo, y porque para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos sin medida, con infinita confianza, porque Tu eres mi Padre.

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