10 febrero 2019. Domingo V del Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración

Preparamos nuestro corazón para el encuentro con Jesús, invocando al Espíritu Santo, repitiendo pausadamente las invocaciones: “Ven Espíritu Santo”, “ven dulce huésped del alma”.
Pedimos ayuda a la Madre: “Madre, tus ojos para mirarle, tus oídos para escucharle, tu corazón para amarle”.   No nos olvidamos de san José, nuestro maestro de oración. Le invocamos: “San José enséñanos a orar, cuida de nuestra perseverancia”.
Previamente, nuestro último pensamiento al acostarnos debe ser para preparar este momento de encuentro con Dios. ¿Qué voy a hacer al levantarme? ¿Con quién me voy a encontrar? Hacer composición de lugar de la escena que voy a contemplar, “metiéndome en ella como si presente me hallase. Si me despierto por la noche, recordar brevemente lo que voy a tratar en la oración.
En la primera lectura, con la muerte de Ozías, aparece la visión y el encargo a Isaías.  Isaías, es un profeta, pero no solo un profeta. Será una “corriente profética” que durará varios siglos. En este pasaje, describe una visión que se supone ocurrida en el templo. En ella descubre toda la grandeza de Dios, que le invita a convertirse en su portavoz.  El pueblo de Dios se encuentra dividido, débil, Israel en el norte y Judá en el sur. Isaías señalará el camino que lleva a la salvación.
Isaías, como Pedro en el evangelio, sentiría en su interior esa batalla para dar un paso adelante hacia la incertidumbre que se intuye, o retroceder y buscar el abrigo de lo conocido y obvio. Es la consecuencia de la relación con Dios, predicar su camino o huir de la elección, como hizo Jonás.
El salmo es un canto de acción de gracias, que concluye en súplica confiada. Se ve que el salmista ha experimentado en su propia vida esa cualidad de Dios, que es la misericordia. “Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma”.
“Porque yo os transmití, en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día”. Pablo sintetiza el contenido esencial del evangelio, en estas frases: el misterio Pascual. El misterio Pascual nos sugiere el pensamiento, mejor la certeza de saber que el amor de Dios es más fuerte que nuestro pecado. Pablo, como Isaías, como Pedro, como tantos otros, dio el paso delante de transmitir el mensaje de Dios, rechazando el abrigo de la comodidad. Sintió la voz del Señor: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”.
Pidamos a María la gracia de decir hoy, en la oración, al Señor: “Por tu palabra, echaré las redes”.
Hagamos balance de nuestro rato de oración y agradezcamos al Señor el pedirnos que seamos “pescador de hombres”, colaborando así a la extensión de su Reino.

Archivo del blog