24 febrero 2019. Domingo VII del Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración

1.     David se plantó en la cima del monte y gritó: «El Señor pagará a cada uno su justicia y su lealtad. Porque él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor» (1 Sam 26)
 ¡Qué humano se nos presenta David! Cómo encarna el subir-bajando, ganar-perdiendo, miseria-misericordia, venganza-talión-amar al enemigo. Pero nos gana este gesto de lealtad, grande ánimo, generosidad.
 2.     Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. (Salmo 102)
 Esta palabra me lleva al precioso libro de E. Leclerc  San Francisco de Asís. Exilio y ternura en el que se nos presenta el mundo interior de San Francisco en busca de lo mejor de sí, de su Orden, que le lleva hasta querer convertir al Sultán…Aparentemente fracasa en los tres frentes.
Tras la misión con el Sultán, concluye: “Volvemos con las manos vacías, como obreros que no han conseguido contratarse o que han despedido como inútiles. No hemos convertido a nadie. El Señor no ha querido nuestra vida. No hemos sido encontrados dignos de sufrir por su nombre. Como Moisés, no hemos podido entrar en la tierra prometida”.
Ante las divisiones de su Orden: “En silencio y en secreto, Francisco contemplaba a su Señor crucificado. Él, al menos, creía en el amor. Él era el Amor. Pero el Amor no había sido amado. Ni lo era más en el día presente. Había sido crucificado y seguía estándolo…Se reprochaba su orgullo. Se hacía así pequeñito ante Dios. Y en su alma devastada, la paz buscaba camino de volver a florecer”.
Como veía que algunos hermanos se le alejaban, “Una luz extraordinaria le penetró: ‘Me haré más padre haciéndome más hermano…Se hizo su amigo, sin condescendencia per sin sombra de rigidez. No escandalizaba a nadie, amaba a todos con paciencia…Era, verdaderamente, su criado. A un superior del convento, que se le quejaba por el comportamiento díscolo de los hermanos y le reclamaba la paz de una ermita a cambio de su cargo, le contestó: Todo lo que ellos te hacen ver y sufrir, aunque sean golpes, acógelos como una gracia. Ámalo sencillamente, como son. Esto te hará más bien que vivir en la ermita” “Francisco perseveró, y un día, de la otra orilla del silencio, la paz, semejante a una paloma blanca, vino a posarse al borde su alma…Había aceptado morir con Cristo, aceptado a Dios a fondo. Ahora le bastaba que Dios fuera Dios. Esta certidumbre por sí sola le llenaba, le purificaba su deseo hasta LA TRANSPARENCIA”.
 3.     Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial. (1 Cor 15, 45)
Ser realistas, aspiremos a lo imposible. Danos, Señor, el don de la realidad, sabernos tierra, humus, polvo, pero que nos sirva no para ir para abajo sino como trampolín como anhelo para ir al Cielo. Al fin y al cabo, la vida es una excursión para la ETERNA MANSIÓN. Vivimos en el suelo, pero con el corazón en el Cielo.
4. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo» (Lc 6,27-38).
 ¡Qué sentido común el de Jesús…al comienzo!  Trata al otro como te gustaría que él te tratase; pero ...en contacto con Cristo, trata al otro como TRATA CRISTO, hasta dar la última gota de su sangre, hasta el extremo, hasta la locura. Dile como el Siervo de Dios, P. Arrupe:
Señor dame tu amor que me haga perder mi "prudencia humana", y me impulse a arriesgarme a dar el salto para ir a Ti No quisiera oír: "hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?". Cuántos motivos se levantan en mi espíritu y tratan de demostrarme, bajo apariencia de bien, que aquello que Tú me inspiras y pides, es imprudente, es una locura. Tú Señor, según esto, fuiste el más loco de los hombres. Pues inventaste esa locura, esa insensatez de la cruz. Enséñame Señor que esa insensatez es tu prudencia, y dame, por favor, tal amor por tu persona para que sea yo también, otro loco como Tú".

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