¿Qué saco de mi oración diaria? ¿Por qué
no la dejo de hacer todos los días de mi vida? ¿Qué tiene que no me
desengancho? ¿Por qué procuro cuidarla y si puedo aumentarla?
Estas y otras muchas que me puedo hacer,
al comenzar y/o acabarla es la mejor inversión que puedo hacer para aumentar
los beneficios que se desprenden de este tesoro descubierto un día en
Ejercicios desde que me encontré con el Señor que salió a mi encuentro más
interesado que yo mismo en ello.
El P. Nieto recién declarado venerable
muy amigo del P. Morales, muy amigos cuando el P. Morales subía a Comillas para
tener los cursillos de formación de militantes que duraban ocho meses, con uno
de Ejercicios y otro de Marcha Evangélica y dialogaban, aconsejaba a los que
hacían Ejercicios con él “no dejéis ningún día la oración, no os vayáis a la
cama sin hacerla por lo menos un rato de examen para poner solución”.
Y es que la oración es la respiración
del alma, si no oras te asfixias, las cosas que tienes que hacer te ahogan; te
abruman de tal manera te enredan que ni siquiera las que tienes que hacerlas
haces dándote vueltas. Pones un rato de oración en medio la vorágine que te
rodea y sales poniendo en su lugar cada cosa y haciéndolas por orden de
importancia y es que le Señor te ordena cuando a Él te acercas y le tocas el
corazón. Cuantas experiencias tenemos todos de esto.
Por eso, quién tiene experiencia de Dios
y hoy se acera a la primera lectura, siente una paz: “La sabiduría – mira a
Jesús, Sabiduría del Padre de los cielos-educa a sus hijos y se cuida de los
que la buscan. El que la ama, ama la vida y los que madrugan - en la oración-
por ella, se llenarán de gozo. El que la adquiere, hereda la gloria y donde
quiera que vaya, el Señor lo bendecirá.
Aquí tenemos las respuestas a las
preguntas que nos hacíamos al empezar y podemos seguir leyendo el texto,
mirando a Jesús en el Sagrario si estaos en su presencia o le hemos hecho
presente al comenzar con una Comunión Espiritual de la que era tan amiga Santa
Teresa y empujaba a sus monjas a hacer muchas a lo largo del día para no perder
esa presencia a lo largo del día. Los que la (e) sirven, sirven al Santo, y a
los que la aman, LOS AMA EL SEÑOR.
Y sigue el texto, dándonos lecciones para
la vida en, en los caminos tortuosos para conducirte a él; en los miedos y
temblores, en las pruebas que puedan venir o esté teniendo; en las exigencias
de una vida ordenada, austera, comprometida... y tantas cosas que ocurren en la
vida y por las que tenemos que pasar, para luego volver al camino recto, a
sentir el gozo de la alegría plena, del conocimiento y ciencia para la vida y
la Vida.
Pero atención: “Si él se desvía, lo
abandonará y lo dejará a merced de su propia ruina”. ¡Qué peligro este del que
se abandona a su propia vida, a sus criterios, que no se fía del guía, del
director espiritual, de las inspiraciones que Jesús pone en su corazón, cuando
pone por delante su “ego” su manera de ver, su protagonismo y no busca el de
los demás que lo están ansiando descubrir en una acción apostólica eficaz!
Acudamos a María, Trono de la Sabiduría como la invocamos en las
letanías, porque la llevó en sus entrañas y le dio su corazón. Que intercede
con su súplica omnipotente porque como sabemos, “Nunca falla”.