17 septiembre 2010, viernes de la XXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hoy 17 de septiembre, la Iglesia nos presenta la figura de San Roberto Belarmino, obispo defensor de la fe y que fue uno de los que apoyó a Galileo desde su posición tan problemática.

Pero nos vamos a centrar en las lecturas del día que tenemos más arriba y que hemos escuchado en la Misa o vamos a oír si preparamos con anterioridad la oración y la misa la noche anterior que es la mejor forma de prepararla.

El tema de la primera lectura es la Resurrección y como no meditamos mucho en esta verdad de fe “Creo en la resurrección de los muertos y la vida eterna”, lo vamos hacer hoy, no solo hoy, tendría que ser todos los días. ¿Acaso no nos acusaban de no tener cara de resucitados?, ¿Qué ocurriría si como a los primeros cristianos les decían : “Mirad como se aman”, a nosotros nos dijeran: “Tienen cara de resucitados, creen en la vida eterna, viven esperándola y aquí ya la gozan”.

San Pablo les pregunta a los de Corinto: “¿cómo es que algunos dicen que los muertos no resucitan?” Y les da esa respuesta tan gloriosa que nos tiene que dar ganas de llorar de alegría: Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado y nuestra predicación el vana y nuestra fe lo mismo, además somos embusteros… porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado”

“¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.”

Esta es nuestra fe, es la que consolidamos en nuestra oración de cada día y con nuestra vida y en la Eucaristía. ¿Nos damos cuenta de que recibimos a Cristo Resucitado? Es Cristo vivo dentro de mi corazón. Qué verdad tan grande para abismarse en adoración después de la comunión.

Digamos con Santa Teresita: “Yo soy un pincelito, que Jesús ha escogido para pintar su imagen-de resucitado- en las almas que me han sido confiadas. Un artista tiene muchos pinceles y desde luego necesita dos por lo menos: uno que es el más útil para dar los colores generales y cubrir completamente el lienzo en poco tiempo; el otro más pequeño para los detalles”. Tiene que poner esta mañana Jesús en la oración esos detalles que nos muestran su Resurrección: La alegría desde los primeros momentos, venciendo la pereza al levantarnos, diligencia, puntualidad, no quejarnos, estar atentos a las necesidades de los demás, poner dos oídos para escuchar y la lengua para hablar poco y si esto conviene más que callar, y aprovechar las oportunidades para ser testigos de la Resurrección.

Termino con otra anécdota de Santa teresita sobre el Caleidoscopio: “Este aparatito causaba en mi gran admiración y me preguntaba qué podía ser lo que producía un fenómeno tan encantador. Cuando un día después de un detenido examen, advierto que no se trataba más que de unos pequeños trozos de papel cortados de cualquier manera puestos sin orden alguno en el interior de un tubo. Seguí examinando y encontré tres cristales en el interior del tubo. Había dado con la clave del problema.”

Dios nos ha puesto para que seamos esos cristales pero dispuestos a no ver el fenómeno encantador que nuestra vida puede producir en otros.

Por eso María es ese espejo modelo que en todo momento vivió en ambiente de Resurrección, permaneció en la Cruz, celebrábamos estos días de atrás y fue asunta al cielo.

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